La solidaridad, arma imprescindible entre los pueblos
Agenda
Estado y Nación
Albino Artigues
Lucha de clases y movimientos nacionales en España
Ed. Contracanto – 1988
«Para la formación de la nación es absolutamente necesario que se den una serie de condiciones (como la comunidad de idioma, de territorio, de economía, cultura, etc.), mientras que para la formación de un Estado, (…) no son necesarias dichas condiciones, ya que un mismo Estado puede integrar diferentes nacionalidades con su idioma, economía, cultura, etc., diferenciados.
«El concepto de España no ha permanecido inmutable a través de la historia. Así pues, el vocablo Hispania, reinos hispanos, etc., va evolucionando durante el proceso unificador hasta adoptarse el nombre de España como un concepto jurídico-administrativo de un territorio enclavado en un mismo Estado, al igual que siglos atrás hicieran los romanos. Insistimos, por tanto, en que el concepto de España ha quedado acuñado por la historia como denominación de una realidad político-administrativa, es decir, de un Estado. Como bien dice Joan Comorera: España es un nombre que, hecha abstracción del Estado, no dice nada, no es nada.
En consecuencia, España no existe como denominación de una sola nación, puesto que la nación es una realidad bien distinta del Estado. La formación de la nación ‒aparte de la comunidad de territorio, economía y psicología propia integrada en la comunidad de cultura‒ es inconcebible sin un idioma común, con el que precisamente pueda entenderse esa comunidad de hombres que se ha ido formando históricamente. Y esto es algo que jamás se ha conseguido en España, por más que se ha intentado con la oficialidad del castellano borrar los diversos idiomas nacionales.
Por el contrario, el concepto de Estado no es incompatible con la integración en su jurisdicción político-administrativa de varias naciones con diferentes idiomas, economías, culturas, etc. Así se han formado los Estados abigarrados nacionalmente, como en nuestro caso. O sea, el Estado multinacional español.
Precisamente esa inclusión forzada, no deseada, está en la raíz misma del problema nacional y es lo que da sentido a la lucha que se viene librando para acabar con el sometimiento de unas naciones por otra y para erradicar todo vestigio de opresión y explotación.»