Guerra sucia: drogas y ludopatía
Hijos de la clase obrera
Corría el año 1991 y en el barrio de la Malvarrosa en Valencia se manifestaban los vecinos contra los toxicómanos en lo que se denominaron “la caza del yonki”. La presencia de drogas en las calles entraba en un momento álgido, la heroína se había aposentado en el barrio cual bacteria se asienta en nuestro cuerpo.
Toxicómanos, yonkis, calaña, gentuza… Muchos adjetivos, pero en realidad, hijos, hermanos, primos, sobrinos, amigos. Hijos de la clase obrera, de la calle, la miseria, hijos de los desfavorecidos, todos víctimas de una lacra social que los encasillaba y alejaba de una vida “normal”.
Siempre hubo y hay voces autorizadas, gubernamentales, sociales, mediáticas clamando contra la droga, en aquella época especialmente la heroína. Todo el mundo podía señalar al yonki de turno, no había problema, era un mal, estaba localizado, marginado y acabaría delinquiendo tarde o temprano para pillar su dosis y así poder acabar con él.
Vivimos tiempos en los que la desigualdad social puede que esté incluso por encima de aquellos no tan lejanos años. Ahora los hijos de la clase obrera, la calle y la miseria ya no presentan el rostro desvalido, una delgadez extrema y conservan toda su dentadura. La bacteria de la heroína ha mutado, el antibiótico es su amigo, sí, su amigo, su ídolo, su equipo de fútbol. Muchos de ellos publicitan las casas de apuestas, los salones de juegos. Ahora muchos de nuestros jóvenes de barrio excluidos por el sistema ya no son yonkis no, son ludópatas. La velocidad y la accesibilidad de los juegos en línea disminuyen la edad de la ludopatía.
Estos locales crecen como la espuma y se multiplican en los barrios obreros, estos locales de apuestas deportivas se han convertido en un lugar de reunión para muchos jóvenes menores de edad, pese a tener prohibida la entrada. Cualquiera se puede jugar unos euros desde el sofá de casa al bingo online, apuestas deportivas o máquinas tragaperras virtuales, pero cuando esto lo hacen niños menores, el problema se agrava.
Me contaba el profe Julián Jiménez que vivimos una época social muy compleja, de cambios, de auge de nuevos partidos políticos, de cierto “cambio”. Estos jóvenes, estarán ocupados a otra cosa, como en su día los jóvenes de la heroína, un silencio perfecto, que esta vez tiene respaldo de grandes figuras de la sociedad y de paso el fisco se lleva su parte, el problema sale muy rentable en muchos casos.
La Asociación cacereña de Jugadores de azar en Rehabilitación advertía que el juego es un peligro igual o mayor que las drogas y el alcohol con efectos devastadores para los jóvenes y en muchos casos puede que irreversible. “Crea mucha adicción y tiene entre su público una población muy vulnerable”. Según esta asociación en declaraciones al diario.es “tiene que haber mayor regulación, a juicio de esta asociación el problema es cada vez mayor y no está bien regulado. Miramos a Italia, donde se han tomado medidas como prohibir los anuncios sobre el juego”.
En las últimas semanas la Real Sociedad, equipo de fútbol de la ciudad de San Sebastián tras someter a sus socios a votación tras recibir una propuesta de patrocinio por parte de una casa de apuestas de algo mas de dos millones de euros vetó dicho patrocinio por un aplastante 86% en contra, por creer la mayoría de socios que este tipo de publicidad va en contra de los valores que debe transmitir el fútbol y este equipo en concreto. La Real Sociedad es el único equipo de los veinte restantes en la categoría de oro del fútbol español que no portará ningún tipo de publicidad de estas casas de apuestas gracias al voto de sus aficionados. Diecinueve contra uno, mayoría aplastante, proteger a nuestros jóvenes como los aficionados Donostiarras han hecho con los suyos puede ser un buen comienzo.