La solidaridad, arma imprescindible entre los pueblos
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El Estatuto de Autonomía de Galicia durante la II República
Al igual que en Catalunya, su gestación comenzó en mayo de 1931, cuando el Seminario de Estudios Galegos redactó un anteproyecto de Estatuto que consideraba a Galicia como un “Estado libre” dentro de la República española; el proyecto definitivo tomó cuerpo en 1932. En este último se rebajaron los contenidos, pasando a definir a Galicia como una región autónoma y asumiendo numerosas competencias. El texto se aprobó en diciembre de 1932, con el apoyo del 77% de los ayuntamientos que representaban al 84,7% de la población.
Su aprobación en las Cortes se retrasó hasta el triunfo del Frente Popular. El gobierno reaccionario de la CEDA, no solo suspendió el Estatuto de Autonomía de Catalunya y encarceló a todos los miembros de la Generalitat, sino que también paralizó la aprobación de los Estatutos de Galicia y del País Vasco, que estaban pendientes de aprobación.
El Estatuto de Autonomía de Galicia fue finalmente aprobado por todas las fuerzas que integraban el Frente Popular en 1936 y refrendado masivamente por el pueblo gallego el 28 de junio de 1936.
Fue aquella la mayor movilización popular de la historia política de Galicia, como lo demuestra la espectacular participación de votantes: 1.000.963 de 1.343.135 censados acudió a las urnas, aprobando el Estatuto con el 99% de votos favorables.
La aplicación del Estatuto duró apenas unos días, el 18 de julio se produjo el golpe militar fascista. Una vez más fue la clase obrera, el campesinado y otros sectores populares los que se pusieron al frente de la lucha contra el fascismo. Se concentraron en las ciudades y villas más importantes para ponerse al servicio de las autoridades legales y defender la República Popular con las armas en la mano. Fueron los campesinos movilizados por las Sociedades Agrarias quienes se concentraron en Pontevedra, Lugo, A Coruña, Santiago…; fueron las masas obreras de El Ferrol, Vilaodriz (Lugo), Vigo y los mineros de Lousame (Noia)…
El levantamiento militar-fascista triunfó al fin en Galicia; la resistencia, a pesar de los esfuerzos y la voluntad de numerosos antifascistas, no estaba organizada y los falangistas implantaron el terror. Galicia vivió una cruel guerra sin frentes, con los “señoritos” asolando el país.