Cartas desde prisión
Victoria Gómez Méndez
Topas, 19 de marzo 2019
(…/…) Empiezo por el relato de toda la parafernalia que ha rodeado mi traslado, que por cierto la susodicha empezó ya en Cáceres. El martes 5 de marzo, por la mañana me notifica un jefe de servicios la “resolución de Madrid” por la que se me asigna nuevo centro de cumplimiento, Ávila, “atendiendo a las razones alegadas por la Junta de tratamiento de Cáceres”. La conducción sería al día siguiente. A media tarde, me avisan de que no, que se retrasa el traslado. Y al día siguiente, vuelta a desdecirse, en este caso en cuanto al destino: otra “resolución de Madrid” modificando la anterior y enviándome a Topas.
Por razones que sería largo de explicar, ya en el mismo viaje para aquí empecé a intuir que no me llevarían al módulo con la neska vasca que está en 1º grado como yo. Meiga que es una, o más bien, que me conozco de sobra como se las gastan los “estrategas de Madrid”. La verdad es que la realidad superó con creces a mi intuición. Llevo 18 años en la cárcel y no he visto nunca un tan minucioso cacheo de pertenencias como el que me hicieron aquí. Y eso que traía un único macuto. Tres largas horas en las que, sobre todo el “material escrito”, atraía la atención de los funcionarios. Y no precisamente porque en el mismo pudiera esconderse algún objeto que escapase a sus pesquisas, ya que, a tal fin, después acabaran pasándolo por el escáner. De mi pobre material solo se salvaron tres libros, la carpeta con documentación sobre el tema de la mujer –me costó una ardua “negociación”- … y poco más. De hecho tuve que “sacrificar” la carpeta con documentación jurídica (sentencias, Autos judiciales que pensé –equivocadamente- no iba a necesitar…) En fin que más de la mitad del contenido del macuto fue a parar a la “hoguera” del almacén de ingresos.
Aun así, los funcionarios de ingresos me hacían con destino al módulo de mujeres. Incluso cuando las “instancias superiores” dictaminaron que iba a aislamiento, uno de ellos comento “ésta –refiriéndose a mí- acaba la semana que viene en el módulo de mujeres”. Como era de esperar, no ha sido así.
El otro día vino a verme la jurista –más bien la enviaron- y por lo que me dijo, todo apunta a que no tienen pensado llevarme a módulo “normal”. “Si quiere, me decía, se puede conseguir que la saquen a actividades que hay en la otra galería de aislamiento –la “menos peor”, según las sociales, porque cuenta con una sala, por si llueve en el patio, y las famosísimas “actividades”-, para que no pase tanto tiempo en la celda. Decliné tan gentil ofrecimiento. Yo no tengo problema con “pasar tanto tiempo en la celda”. Más horas encerrada estuve en la cárcel de Fresnes durante 4 años. Claro que allí podía desarrollar una vida acorde con mi condición de presa política. No se “asustaban” con el abundante material escrito del que disponía para el estudio, la escritura, la correspondencia –aquí incluso querían quitarme el correo que aún tengo pendiente de contestar-. En fin, ya tú sabes la intensa vida social por escrito que desarrollábamos en las cárceles gabachas.
Suma y sigue. Como te dije el otro día, ahora, después de 12 años de llamadas intercentros con mi hijo, tengo que acreditar que Nacho lo es. Se han pasado por el forro, incluso la notificación de llamadas de marzo que me dieron en Cáceres –allí me dio tiempo a realizar la primera, pero la segunda estaba autorizada para el miércoles que viene-. También tengo que “acreditar” que (…/…) son allegados íntimos por Auto del Juzgado de Vigilancia… cuando existe un listado en el programa de comunicaciones que, en nuestro caso, está centralizado en “Madrid” y del que “tira” cada cárcel cuando vas trasladada (precisamente por ello los Autos correspondientes no los traía “a mano” sino en la carpeta de la que antes hablaba)
En “finitiva” que toda esta parafernalia tiene alevosía, premeditación y, me atrevo a decir “nocturnidad”, por el cambio, de un día para otro de “Ávila” a “Topas”. Que ese “cambio” no se debió a un error de ordenador, sino a que en Ávila iba a estar en el módulo donde estuvo (…/…) y eso de “estar mejor incluso que en Cáceres”, como que no lo podían permitir tan retorcidas mentes.
Como te decía el primer día que te llamé desde aquí, sin llegar a los extremos que llegaron con Manuel ‘Arenas’ cuando se lo llevaron a Castellón, conmigo han hecho algo parecido. En mi caso, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, o sea la falsa denuncia y el juicio que voy a tener el 6 de mayo. De la denuncia ya ha llovido. La “interfecta” la debió de cursar hace casi dos meses, a mi conocimiento, sin que en todo ese tiempo hubiese habido incidente alguno por mi parte. La seguí ignorando como he hecho ya no solo en su actual estancia en el módulo sino cuando estuvo cumpliendo una condena anterior. La “interfecta” es, por emplear la terminología de Jon Odriozola (su artículo “lumpen-burguesía” referido a los corruptos), una lumen-pequeñoburguesía. En terminología popular es una “toca pelotas” (emmerdeuse, que dicen los gabachos)… y se las toca a presaa, funcionarias, jefes de servicios. Por otra parte es una “profesional de las denuncias”, por obtener un beneficio económico de ello. La frase que continuamente la oyes decir es “te voy a denunciar”. Según me reconoció una funcionaria, textual, “es capaz de autolesionarse y decir que la agredió otra presa”. Vamos que en Cáceres la conocen de sobra… y aquí también. Pero que te voy a contar que tú no sepas de lo bien que le vienen estos personajes a las “altas instancias” para presentarnos a nosotros como los malotes de la película. Así que, aunque la “interfecta” sea la que siempre ha estado creando conflictos en el módulo, soy yo la que se ha ido… y eso que me decía la funcionaria que me entregó el Auto para el juicio “no se preocupe que esto no va a ninguna parte” si llega a ir “… me ‘afusilan”.
El día que hablé con Nacho en Cáceres y le comenté que venía a Topas y no a Ávila, torció el gesto (oralmente) y me dijo: Peor, porque en Topas están “asalvajados”. Razón llevaba. Esto parece la selva ventanera. El otro día empezaron ya de mañana (gritos, peleas, insultos) y hasta las 7 de la tarde no vinieron a poner orden los funcionarios, amenazándoles con llamar al jefe de servicios. Hasta “añoro” el aislamiento de Soto por el silencio y la tranquilidad que imperaban en aquel aislamiento.
En fin, como te dije por teléfono, tranquilidad y buenos alimentos, a cargarse de razones y luego, ya veré…
Vitoria