La solidaridad, arma imprescindible entre los pueblos
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La República Popular
El triunfo del Frente Popular cambió esencialmente el carácter de la República, que a partir de entonces se va a transformar en “… una República Democrática y Parlamentaria de nuevo tipo y de un profundo contenido social”. Una República Popular sin igual en la Europa de entonces.
Las razones de este cambio residían en que el nuevo Estado estaba asentado en el pueblo trabajador, en organizaciones democráticas y populares, con un programa revolucionario que atacaba directamente las bases económicas y sociales del dominio de la oligarquía. La sublevación fascista del 18 de julio vino a reforzar este carácter popular, pues fueron las masas, el pueblo en armas, las únicas fuerzas capaces de respaldar el nuevo poder.
Al día siguiente del triunfo del Frente Popular, el 17 de febrero, todos los presos políticos fueron liberados por masivas manifestaciones, dirigidas en muchos casos por los diputados electos. La Ley de Amnistía se promulgó el día 21. El Parlament Català, reunido nuevamente tras su disolución en octubre de 1934, reeligió a Companys y a sus Consellers, recién salidos todos ellos de prisión, para formar el Gobierno Autónomo de la Generalitat. Poco después, se aprobaron los Estatutos de Euskadi y Galicia. Los proletarios agrícolas y los campesinos pobres, nada más conocer el triunfo del Frente Popular,se lanzaron a ocupar tierras en los latifundios y fincas de caciques y terratenientes, ocupaciones que luego fueron legitimadas por el gobierno.
Las medidas más revolucionarias se tomaron una vez que se había producido el levantamiento militar fascista, a pesar de las grandes dificultades impuestas por la guerra y de las divergencias existentes en el seno del Frente Popular. Se incautaron todas las empresas abandonadas por sus dueños, así como los ferrocarriles y los bancos; se mejoró el nivel de vida de los trabajadores; se depuró el aparato administrativo; se disolvió la Guardia Civil y se crearon Tribunales Populares de Justicia.
En el terreno cultural se desplegó una amplia actividad que, más tarde, se extendería hasta los frentes de batalla. Se crearon escuelas, Milicias de la Cultura, bibliotecas populares y numerosas publicaciones periódicas. La gran mayoría de los intelectuales se puso al servicio de la causa popular.