Internacional
Bulgaria
-El Caso de Jock Palfreeman demuestra que en Europa el fascismo y el racismo campan a sus anchas
En
2009 los tribunales de Bulgaria condenaron a 20 años de prisión a
Jock Palfreeman, un joven australiano por el asesinato de un
fascista. Es un caso emblemático de lo que en la Unión Europea
llaman “justicia”.
Su caso ha vuelto a salir a la luz
al ponerse en huelga de hambre en la cárcel.
Palfreeman
es un héroe: salió en defensa de dos gitanos que estaban siendo
agredidos en pleno centro de Sofia por un grupo de matones
descerebrados, hinchas del Levski, uno de los equipos de fútol de la
capital búlgara.
Los hechos ocurrieron el 28 de diciembre
de 2007. Palfreeman, que entonces tenía 23 años, vivía en Bulgaria
y aquella noche fue testigo del asalto a dos gitanos por unos 15
fascistas cerca de la estación de Serdika.
Mientras
apaleaban a los gitanos, los fascistas gritaban las conocidas
consignas racistas de los seguidores del club de fútbol del
Levski.
Con un cuchillo en la mano, Palfreeman corrió a
interponerse entre los matones y uno de los dos gitanos que yacía
inconsciente en el suelo. Asustados por una reacción a la que no
estaban acostumbrados, los fascistas se retiraron unos metros y luego
contraatacaron con piedras y adoquines de hormigón.
Cuando
llegó la policía, Palfreeman estaba semi-inconsciente por la paliza
recibida. Uno de los atacantes, Anton Zahariev, de 19 años, había
quedado herido y había un cuerpo sin vida tendido sobre el asfalto:
el de Andrei Monov, un estudiante de 20 años.
Mientras
tanto, los gitanos habían desaparecido porque no querían escapar de
las garras de los fascistas para caer en las de la policía, cuyo
racismo no tiene nada que envidiar al de los otros.
La
postura de los medios de comunicación búlgaros fue la conocida:
iniciaron un linchamiento del joven “de origen extranjero” que
había “asesinado” a un joven búlgaro, hijo de un psicólogo
Hristo Monov, Viceministro de Salud.
Es el mismo tríptico
de siempre: fascistas, policías y medios, a cada cual más racista,
porque lo importante del asunto era que los búlgaros eran las
víctimas (tanto de los gitanos como del australiano).
Tras
los fascistas, los policías y los medios llegaron los tribunales.
Durante el juicio, el ataque a los dos gitanos lo sacaron del
escenario. La mayoría de los testigos ni siquiera fueron llamados a
declarar, ni durante la investigación ni durante el juicio.
El
aparato policial-judicial le dio una vuelta de 180 grados a la
cuestión. Los agresores eran las víctimas y las víctimas
agresores. La típica magia que sólo aparece en una farsa. Por
ejemplo, el fascista herido pasó de ser testigo a ser denunciante,
pero nunca agresor.
Los testigos fueron los propios
fascistas, colegas del fallecido, el portero de un hotel cercano y
los policías que llegaron al lugar y realizaron las primeras
entrevistas. Las versiones cambiaron radicalmente entre la
investigación y el juicio, dando finalmente un testimonio confuso,
truncado e inutilizable para la defensa, incluso negando la presencia
de los gitanos.
Una cámara de videovigilancia había
grabado la escena en su totallidad, tanto la agresión a los gitanos
como el contraataque de Palfreeman. Pero, ¡qué casualidad! La mala
suerte se cebó con Palfreeman: cuando un policía fue a ver la cinta
al día siguiente, un cortocircuito destruyó la grabación.
¿Quién
fue dicho policía? No se sabe… “No importa”, dijo la fiscal
Parvoleta Nikova. De todos modos “no habríamos visto nada en la
película”.
En la Unión Europea los antifascistas son
los malos de la película. Durante el juicio, la fiscal describió a
Palfreeman como un “vándalo peligroso” que había provocado una
pelea con quienes no comparten su punto de vista.
Los
gitanos y los extranjeros van a Bulgaria a moletar, a robar y a
matar. “Bulgaria para los búlgaros” y nada de gitanos ni judíos
ni emigrantes.
En una Europa racista no hay que defender a
los gitanos porque, de lo contrario, te metes en problemas. Hay que
dejarlos que los maltraten, los insulten y los escupan. Eso es lo que
Europa promueve ahora lo mismo que antes de 1945.
Podemos
seguir hablando de Bulgaria o de cualquier otro país de la Unión
Europea. Es lo mismo. A los lectores, el Caso Palfreeman les sonará
muy conocido. Su huelga de hambre también resulta familiar. Casi
parece España. Otros empezarán a hablar de fascismo, un término
que cada vez se escucha más asiduamente (por fortuna).
Hasta
ya sólo queda que se enteren de una vez de que en Europa hay presos
políticos, como Palfreeman, de lo que es el fascismo y de que con
este tipo de batallas no se juega. Para eso ya está la Play Station.
Jock
Palfreeman
Sofia Central Prison – 21 Gen. N. Stoletov Bul.
Sofia
1309 – Bulgaria
http://jockpalfreemancase.com
En: Movimiento Político de Resistencia