Intervención de Pepe Balmón en las Jornadas por la Amnistía
25 de Mayo. Madrid
“Queridos compañeros y compañeras:
Me toca hablar en nombre del SRI y hay que empezar por felicitar a todas y todos los que han hecho posible que estas Jornadas las convoque el Movimiento Antirrepresivo de Madrid. Esto significa un paso importante en la organización de la solidaridad y en la lucha por la Amnistía.
Como estamos en plena orgía democrática, aunque dicen que el voto es secreto, el mío es un secreto a voces: ¡No voy a votar! ¿Sorprendidos? Me lo temía.
Hay muchas razones para no votar, pero trataré de limitarme a repetir lo que se gritaba en las calles hace pocos años: “Lo llaman democracia y no lo es”, “No nos representan”, “Vosotros fascistas sois los terroristas”, “No estamos todos faltan los presos”…
Pues bien… No hay uno solo de todos los ‘demócratas’ o de la ‘izquierda’ que hable de presos políticos ni, por supuesto, de Amnistía. Por el contrario el mantra general es ¡Constitución, constitución, constitución!
Incluso en algunas de las manis en las que he participado las consignas son radicalmente opuestas: ¡Un bote, dos botes, tres botes, fascista el que no bote! o ¡Machista el que no bote!. Se ha añadido además que el boicot electoral favorece a la extrema derecha ¡Mentira cochina!
La extrema derecha es la que ha estado ahí desde 1939. El invento del actual Vox no es más que una maniobra del Estado para meter miedo y llevarnos a las urnas, Es una versión moderna del 23F-81 sin pistolas.
Efectivamente la Constitución que tanto defienden es el bunker, es el cerco de hierro que protege al régmen de explotación salvaje, es el Estado fascista posmoderno cuyo único argumento es la represión.
¡No! Con mi voto no voy a legitimarlos. ¡No voy a votar contra mí mismo, ni contra mi clase!
Por el contrario, el boicot, no colaborar en la trampa, es el primer paso para poder empezar a pensar de manera independiente como clase, a organizarnos como clase, a luchar por nuestros intereses de clase.
Y el boicot al régimen y sus instituciones me lleva directamente a buscar a mis compañeros, a resistir con ellos, a organizar la solidaridad, a la lucha por la Amnistía.
Como dice mi querido camarada Nacho Varela en su última carta desde prisión: “En la lucha de clases no hay atajos, o Constitución y claudicación, o Resistencia y Amnistía”.
Porque hablar de Amnistía, no es lo mismo que hablar de salida de los presos políticos. Los presos hasta pueden llegar a salir, pero por la puerta falsa, si se arrepienten, si piden perdón, si acatan y juran (aunque sea por imperativo legal) la Constitución… Si claudican o traicionan aquello que les llevó a prisión. Entonces, el Estado puede ser incluso “generoso” y concederles un “vis a vis”, un permiso, un tercer grado o un indulto. Cuando ya estén derrotados y reinsertados en la Constitución fascista.
Nosotros, hablamos de Amnistía cuando los presos políticos salen con la garantía de que no van a volver a entrar al día siguiente, cuando no tienen que arrepentirse ni claudicar, ni traicionar.
Así fue la Amnistía del Frente Popular en febrero de 1936, que liberó a 30.000 presos políticos que pudieron incorporarse a la lucha por las transformaciones democráticas.
La llamada “Amnistía del 77” fue un fraude, en la medida en que aquí no hubo ningún cambio esencial, ninguna ruptura con el régimen franquista, que se mantuvo intacto.
Tuvieron que liberar a parte de los presos políticos obligados por el movimiento popular, y lo hicieron en varias fases: en noviembre del 75, en plena “transición” hubo un primer indulto por el que sacaron a 225 de los 2.500 presos políticos que había: casi todos los indultados eran del PCE, derrotados y dispuestos a colaborar en la maniobra.
Pero había un movimiento muy fuerte por la Amnistía. Hubo numerosos muertos, detenciones, torturas, bombas y terrorismo de Estado para intentar contenerlo. Los GRAPO secuestraron a Oriol y Villaescusa, apoyando la lucha popular por la Amnistía.
En enero de 1977 tuvieron que hacer una ampliación de aquel indulto, que excluía a los que llamaron “delitos de sangre”…
Pero la lucha por la Amnistía total continuó y en octubre tuvieron que dar la última “Amnistía”, que excluía expresamente a los militantes de los GRAPO que habían llevado a cabo los secuestros de Oriol y Villaescusa.
Pues bien, antes de que salieran los últimos de esta “amnistía” ya estaban entrando nuevos presos políticos de la flamante “democracia”.
Por eso decimos que la Amnistía fue un fraude, puesto que no hubo ninguna ruptura con el régimen franquista. La “transición” solo fue una operación cosmética de cambios de nombres y de integración de aquella “izquierda” derrotada y domesticada.
En cambio sí que fue una ley de punto final, para genocidas, golpistas, torturadores, terroristas de Estado, etc, etc, que quedaron limpios y blindados por la “democracia” y así siguen siendo intocables, como Billy el Niño o Martín Villa, por ejemplo.
Luego vinieron los Pactos de la Moncloa, su Constitución, sus consensos y pasteleos, desataron la guerra sucia, el BVE, los GAL, las reconversiones, la OTAN, la Unión Europea, leyes cada vez más terroristas, la ley de partidos, las diversas leyes mordaza… y ya vamos por los contratos basura, la precariedad, los salarios de miseria, los desahucios, la cárcel por hacer una canción o poner un tuit. ¡Tomad Constitución! ¡Venid a votarnos! ¡Legitimad con vuestro voto las cadenas!
Por eso, la lucha por la Amnistía es mucho más que sacar a los presos políticos, tiene una trascendencia política fundamental. La Amnistía solo se puede entender y conseguir como parte de un Programa Democrático que ROMPA con el Estado monarco-fascista y su sagrada Constitución.
No hay atajos. No queremos pasteleos ni traiciones.
Frente al Estado fascista, su Constitución, su represión, sus farsas electorales, su demagogia, sus políticos corruptos y vendeobreros, la única alternativa de futuro para la clase obrera y el pueblo, es levantar un potente Movimiento de Solidaridad y Resistencia. La única alternativa es el Programa Democrático para la unidad Popular, que se condensa en estos puntos:
1. Proclamación de la República Popular.
2. Salida de la Unión Europea y la OTAN.
3. Nacionalización de la banca y las grandes empresas.
4. Amnistía para los presos políticos, junto a la derogación de todas las leyes especiales de represión, disolución de la Audiencia Nacional.
5. Libertades políticas y sindicales plenas.
6. Derecho de Autodeterminación. Erradicación de toda forma de discriminación racial, sexual y cultural. Educación y sanidad a cargo del Estado; viviendas sociales para todos los obreros.
Compañeros, compañeras:
¡Viva la República Popular! ¡No estamos todos, faltan los presos! ¡Amnistía total!”