Un repaso a la historia universal
Eduardo Galeano. De su libro “Espejos”
Un papá que jamás ríe
Los judíos, los cristianos y los musulmanes veneran a la misma divinidad. Es el dios de la Biblia, que responde a tres nombres, Yahvé, Dios a secas y Alá, según quien lo llame. Los judíos, los cristianos y los musulmanes se matan entre sí diciendo que obedecen sus órdenes.
En otras religiones, los dioses son o han sido muchos. Numerosos Olimpos hubo o hay en Grecia, en la India, en México, en Perú, en Japón, en China. Y sin embargo, el Dios de la Biblia es celoso. ¿Celoso de quién? ¿Por qué le preocupa tanto la competencia, si Él es el único y el verdadero?
No te postrarás ante ningún otro dios, pues Yahvé se llama Celoso, es un Dios celoso. (Éxodo)
¿Por qué castiga en los hijos, y por varias generaciones, la infidelidad de los padres?
Yo, Yahvé, tu Dios, castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian. (Éxodo)
¿Por qué está siempre tan inseguro? ¿Por qué desconfía tanto de sus devotos? ¿Por qué necesita amenazarlos para que lo obedezcan? Hablando en vivo y en directo, o por boca de los profetas, advierte:
Si no obedeces a la voz de Yahvé, tu Dios, él te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación, de gangrena, de aridez. Desposarás una mujer y otro hombre la hará suya. Polvo y arena serán la lluvia de tu tierra. Echarás en tus campos mucha semilla, pero la asolará la langosta. Plantarás viñas pero no beberás vino, porque el gusano las devorará. Os ofreceréis en venta a vuestros enemigos como esclavos y esclavas, pero no habrá comprador. (Deuteronomio)
Durante seis días se trabajará, pero el día séptimo será sagrado para vosotros, día de descanso completo en honor de Yahvé. Cualquiera que trabaje en ese día, morirá. (Éxodo) Quien blasfeme el nombre de Yahvé, será muerto. Toda la comunidad le lapidará. (Levítico)
Más eficaces son los castigos que las recompensas. La Biblia es un catálogo de espantosos castigos contra los incrédulos:
Soltaré contra vosotros las fieras salvajes. Os azotaré siete veces más por vuestros pecados. Comeréis la carne de vuestros hijos, comeréis la carne de vuestras hijas. Desenvainaré la espada contra vosotros. Vuestra tierra será un yermo y vuestras ciudades una ruina. (Levítico)
Este Dios siempre enojado domina el mundo de nuestro tiempo por medio de sus tres religiones. No es un Dios muy amable, que digamos:
¡Dios celoso y vengador, Yahvé, rico en ira! Se venga de sus adversarios, guarda rencor a sus enemigos. (Nahum)
Sus diez mandamientos no prohíben la guerra. En cambio, Él manda hacerla. Y es la suya una guerra sin piedad por nadie, ni siquiera por los bebés:
No tengas compasión del pueblo de Amalec. Matarás hombres y mujeres, niños y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y asnos… (Samuel)
Hija de Babel, devastadora: ¡Feliz quien agarre a tus pequeños y los estrelle contra la roca! (Salmos)
Y que hay de malo en que Dios sea así de monstruoso