Repaso a la historia:
De Eduardo Galeano, Espejos
-Pasquines
La palabra pasquín, libelo, escrito injurioso, proviene de una estatua de Roma. En el pecho o en la espalda de ese personaje de mármol, llamado Pasquino, manos anónimas escribían sus homenajes a los Papas.
* Sobre Alejandro VI:
Alejandro vende los clavos y vende a Jesús crucificado. Tiene derecho: él los habla comprado.
* Sobre León X:
Ha muerto el décimo León, que siempre dio su afecto al canalla y al bufón. Tirano sucio, deshonesto, infecto.
* Sobre Paulo IV, el inquisidor:
Hijos, menos juicio y más fe, manda el Santo Oficio. Y de razones nada, desde luego, que contra la razón existe el fuego. Y guarden la lengua bien guardada, porque al papa Paulo le gusta asada.
* Y así habló la estatua de Pasquino al papa Pío V,que mandó a la hoguera a más de un sospechoso de escribir pasquines:
La horca, el fuego lento y todos tus tormentos no me asustan, buen Pío. Puedes mandarme quemar pero no me harás callar. De piedra soy. Me río y te desafío.
-Peligrosas esquinas del Caribe
Los piratas hacían la América. En las islas y en las costas del mar Caribe, ellos eran más temidos que los huracanes.
En su Diario del Descubrimiento, Colón había mencionado 51 veces a Dios y 139 veces al oro, aunque Dios estaba en todas partes y el oro no daba ni para emplomar una muela.
Pero el tiempo había pasado, y en las fértiles tierras americanas florecían el oro, la plata, el azúcar, el algodón y otros prodigios. Los piratas estaban especializados en la usurpación de esos frutos. Y por mérito de sus afanes, estos instrumentos de la acumulación de capitales se incorporaban a la nobleza británica.
La reina Isabel de Inglaterra fue socia del temible Francis Drake, que llegó a darle una ganancia del cuatro mil seiscientos por ciento sobre sus inversiones. Ella lo hizo sir. También hizo sir al tío de Drake, John Hawkins, y se asoció al negocio que Hawkins inauguró cuando compró trescientos esclavos en Sierra Leona, los vendió en Santo Domingo y sus tres naves volvieron a Londres cargadas de azúcar, pieles y jengibre.
A partir de entonces, el tráfico negrero pasó a ser el Cerro Rico de Potosí que Inglaterra no tenía.
-Fundación de la vacuna
A principios del siglo dieciocho, la viruela mataba medio millón de europeos por año.
Por entonces, lady Mary Montagu, la mujer del embajador inglés en Estambul, intentó difundir en Europa un viejo método preventivo, que se aplicaba en Turquía: un toquecito de pus variólica inmunizaba contra la peste asesina. Pero la gente se burló de esta mujer metida a científica, que traía supercherías de tierras paganas.
Setenta años después, un médico inglés, Edward Jenner, inoculó al hijo de su jardinero, un niño de ocho años, la llamada viruela de las vacas, que diezmaba los establos pero poco daño hacía a los humanos. Y después le aplicó la viruela mortífera. Al niño no le pasó nada.
Así nació la vacuna, que debe su existencia a un niño de la servidumbre, convertido en conejo de laboratorio, y debe su nombre a la palabra latina vacca.