La solidaridad, arma imprescindible entre los pueblos
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Legalización del régimen del 39 -y II-
/… populares de Galicia, Euskal Herria y Catalunya. En cambio en esta ocasión, en Euskal Herria el Estatuto fue rechazado por la mayoría del pueblo, que se abstuvo de votar; en Catalunya, los resultados fueron similares y en Galicia sólo participó un 20,8%, lo cual no impidió que se dieran por buenos todos los resultados.
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Observará el lector que, a medida que van transcurriendo los años desde que comenzara la farsa de la Transición, ha ido decreciendo la solidaridad entre los pueblos integrados en el Estado español, a la vez que disminuía también la solidaridad entre la clase obrera. Durante la década de los ochenta, cientos de miles de trabajadores se manifestaron en apoyo de los obreros que luchaban por conservar sus puestos de trabajo, víctimas del desmantelamiento industrial que emprendió el PSOE. Tras esos años de lucha y solidaridad, llegó la impotencia, el desencanto, la división y la desorganización. La represión no basta para explicarlo, ha sido sobre todo la labor de zapa de los carrillistas y de las mafias sindicales la que ha paralizado y ha hecho olvidar la larga tradición solidaria con que cuentan los trabajadores.
Últimamente hemos comenzado a ver algunos destellos que apuntan hacia una recuperación de esa tradición solidaria: la hubo con los vecinos del barrio burgalés de Gamonal; en muchas ciudades del Estado ha habido manifestaciones de apoyo al pueblo catalán y la hay respecto a quienes han sido represaliados por ejercer la libertad de expresión. Cierto que ese movimiento solidario es todavía muy minoritario. De nosotros depende que vaya tomando carta de naturaleza, que de nuevo la unidad de todos los trabajadores y todos los pueblos haga retroceder al monarco-fascismo, ese criminal régimen que nos explota y oprime a todos.