Luchas, derrotas, victorias… antifascistas. 1917-1949
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La revolución proletaria recorre Europa
La Revolución de Octubre marcó un hito en la lucha de la clase obrera, tras su triunfo nada volvió a ser igual. Demostró que la lucha por el socialismo era posible y eso dio un empuje y una esperanza a la clase obrera de todos los países. No hubo país donde no se produjeran revueltas y manifestaciones de apoyo. En Hungría, Alemania, Austria y Finlandia la clase obrera, siguiendo el ejemplo de los bolcheviques, logró tomar el poder aunque solo pudo retenerlo durante varios meses.
A partir de ese momento, el proletariado sacaría conclusiones de las derrotas sufridas; comenzó una época que caracterizada por la organización de la clase obrera y la creación de Partidos Comunistas en casi todos los países capitalistas e incluso en otros dependientes o colonizados por el imperialismo. Mientras tanto, la burguesía, embarcada en la guerra imperialista, no encontró dificultades para ponerse de acuerdo y tomar todas las medidas necesarias para terminar con la Revolución de Octubre y con las luchas y el movimiento organizado dentro de sus propios países.
Dentro de esta fase que duró hasta la Segunda Guerra Mundial, se perfilan netamente tres periodos.
1.-De 1917 a 1923. Periodo caracterizado por el empuje revolucionario durante el cual se combate los pilares del capitalismo. Por su fuerza y amplitud, el auge revolucionario registrado en los países de Europa Occidental y Asia superó aquellos años todos los movimientos masivos del proletariado conocidos hasta entonces. La burguesía logró derrotar a los trabajadores, pero las acciones revolucionarias deterioraron seriamente las bases de su dominio en varios países capitalistas.
2.- El periodo de 1924 a 1929. Son los años de la denominada estabilización parcial del capitalismo. Su particularidad más relevante fue el reflujo transitorio de la oleada revolucionaria y cierto fortalecimiento del régimen económico y político de los países capitalistas.
3.- De 1929 a 1939. Es el periodo de crisis de la estabilización parcial del capitalismo, de preparación y desencadenamiento de una nueva guerra mundial; de una crisis económica mundial sin parangón por sus dimensiones que estalló en 1929 y no remitió hasta 1933, lo que agravó al máximo los antagonismos imperialistas y aceleró la explosión. Fue entonces cuando comenzó el ascenso del fascismo. Serían la Alemania nazi, el Japón militarista y la Italia fascista quienes desencadenaron las guerras imperialistas en Europa, Asia y África. Lo que estaba en juego era un nuevo reparto del mundo entre las potencias imperialistas. Con el propósito de sustraerse al peligro que representaban Alemania y sus aliados y encauzar la agresión de estos países contra el Estado Soviético, Inglaterra, Francia y los EEUU siguieron una política de “apaciguamiento”, de connivencia con los agresores fascistas.