Represión y criminalización de las pintadas, carteles, pancartas, pegatinas reivindicativas
Los ayuntamientos gastan millones para borrar pintadas políticas, quitar pancartas…
“Paredes mudas… buena dictadura…”
Cuentan que Mao Tse-tung recorría de incógnito decenas de veces las calles de Pekín y de otras poblaciones chinas para leer en sus paredes. Para apuntar ideas emanadas del pueblo; para tomar referencia del verdadero pulso de la Gran China. Esos apuntes, pintadas, manuscritos, quejas, escritos, exigencias… fueron lo que se vinieron en denominar dazibaos y que tanto ayudaron a construir la Revolución Cultural Proletaria.
Y ustedes pensarán, ¿pero qué tiene que ver este «cuento chino» con la página de pres.o.s.?
Pues todo. Atiendan y entenderán… Aunque la distancia entre España y Pekín sea de 8.000 kilómetros, la necesidad sempiterna de expresión de las personas es mimética entre amarillos y sureuropeos. ¿Van desliándose?. Y es que, nuestros amados alcaldes están desarrollando una continua campaña contra pintadas, grafitis políticos, carteles, pancartas, pegatinas y todo lo que rezume reivindicación gráfica, que más huele a la peor de las hoyas podridas que a un verdadero espíritu de limpieza en la ciudad. Y fíjense que pudiera haber puesto limpieza de la ciudad. Entonces habría dado directamente en el clavo. Limpieza de todo lo que duela, de todo lo que proteste; por injusto, por mal hecho o… por lo que sea. Limpieza aséptica -que significa preservado de gérmenes «infecciosos»- de todo lo que no sea «democráticamente» aceptable. Más la multa de la ley mordaza si te pillan haciéndola.
Y es que la gente necesita expresarse. ¿Cómo no lo va a necesitar?. El paro, la represión, la carencia de vivienda, la corrupción, la violencia sexual y patriarcal, la negación de la autodeterminación, las cárceles, las drogas en los barrios obreros, el arte aplastado a golpe de cheque con cinco ceros… ¿Sigo?.
Y no es que no se intente de mil formas, Notas, cartas, comunicados… a los periódicos y a las radios: ‘No coment’. Petición de locales o autorizaciones para los organismos populares, de barrio, deporte de base…: ‘No money’ (Para borrar pintadas, quitar carteles, sí que hay cientos de miles de euros). Manifestaciones y encarteladas: ‘Ostien’.
Y claro, mucha gente que tiene algo más en la cabeza que la programación de Tele-5 se mosquean, se van a la tienda de pinturas y acceden a ese maravilloso mundo de la libertad de expresión. ¿Apología de las pintadas?… tal vez. Yo solo narro lo que seguro ha pasado por la quijotera de todos los «marranos» activistas. Porque el día que la gente pueda expresar libremente todo lo que emana de las acomplejadas mentes, sin cortapisas necias y burocráticas, por medios que estén al alcance real del pueblo, -por ejemplo, sus periódicos, sus radios, sus teles… señores dirigentes- las pintadas habrán terminado. Y dos cosas pueden haber pasado:
1. O que realmente la verdadera democracia esté avanzando, y bajo este sistema lo dudo enormemente.
2. O, que como decía José Agustín Goytisolo, «todas estas cosas había una vez, cuando yo soñaba un mundo al revés»; que para el caso, es decir lo mismo que en el primer punto.
¿Cómo acababa el cuento chino?… Pues como en los de las perdices: En toda la larga historia china, llena de ideas rebosantes y conceptos exóticos, para el término libertad ni siquiera existía una palabra china equivalente. Cuantas más «explicaciones» escuchaba un chino anterior a 1949 sobre esta libertad, más se le escapaba el concepto. Y miren como son las cosas; solo la Revolución trajo, parió, esculpió esta palabra, y así cuando los chinitos protestones la pintaban en las paredes, la asemejaban a conceptos como «licencia completa» o «riqueza». Y que conste que esto de cuento chino, «na de na». Real como la vida misma.
Así que a seguir reivindicando en las paredes.
*Artículo rescatado tras esta nota: «Mucho que si primera necesidad, pero en mi localidad, aprovechando que el servicio de basuras trabaja, y que esa contrata hace el ‘servicio’ de borrar pintadas, lo están haciendo en estos días de ‘no salgas a la calle salvo necesidad’. Empresarios sinvergüenzas. Instituciones cómplices. Cuando el sol vuelva a salir, tendremos una ciudad limpia de pintadas… reivindicativas»