Internacional:
Industria de la guerra
-Dinero del Santander manchado de sangre humana
La campaña Banca Armada denuncia las millonarias inversiones de Banco Santander en la industria de la guerra y en el armamento nuclear.
Invierte en al menos 15 empresas del negocio de la muerte.
MAXAM holding y el binomio INDRA-NAVANTIA son algunas de las empresas en las que el banco invierte o concede créditos, con una suma total de casi 3.000 millones de euros.
OMS
-La OMS ocultó que sus expertos en gripe A cobraron de farmacéuticas
El organismo no informó a los Gobiernos cuando les instó a reservar antivirales que luego se tuvieron que tirar.
La OMS decreta las pandemias por encargo de las multinacionales farmacéuticas, que sobornan a los expertos en toda clase de gripes y enfermedades calificadas como “contagiosas”, según denunciaron las revistas médicas en 2009.
Noticia de ¡2010!:
–https://elpais.com/diario/2010/06/05/sociedad/1275688803_850215.amp.html
Virus Mafia
-Esto no les importa a los censores
Desde comienzos de año se han registrado en internet 16.000 nuevos nombres de dominio vinculados al coronavirus que pretenden aprovechar con fines comerciales. Los buitres tratan de aprovecharse de la carroña.
EE.UU.
-A 35.000 euros el tratamiento contra el Covid-19
27 millones de estadounidenses que no tienen seguro médico quedarán arruinados si dan positivo en una prueba de coronavirus.
-Google ya es el Gran Controlador, encargado de vigilar la cuarentena en todo el mundo.
Colombia
«Las avispas.
En las marchas guerrilleras y en general de cuerpos de tropa no hay nada más caótico que un encuentro inesperado con las avispas. Todo el mundo corre y corre en desbandada para salir del área de la emboscada lo más pronto posible.
Pican y zumban por todas partes, en la cabeza, en las orejas, en la cara, en las costillas… No hay ningún valiente que resista impertérrito ese ataque de aguijones enardecidos y venenosos.
Pero en estas experiencias no deja de ocurrir que los que van adelante al ser atacados sin cuartel, luego de la carrera y a salvo unos metros más adelante, doliéndose de las múltiples picaduras y palpándose las hinchazones, se quedan calladitos a la espera de que los rezagados caigan en la celada para burlarse de los incautos y distraídos.
El asunto se convierte en tema de obligada recocha al final de la jornada.
El loco Roldán, un mozalbete de veinte años que borbota energía como el sol, por todas partes, en el descanso de una marcha en medio de la selva, sorpresivamente nos retó a que le permitiéramos tomar entre sus manos un nido de avispas comprometiéndose a que con su audaz acción ninguna nos atacaría, agregándole la garantía de que, si alguna nos picaba, podíamos agarrarlo a patadas.
Con nuestro asentimiento tomó entre sus manos el nido con la tranquilidad pasmosa del que sabe lo que hace y vimos cómo las avispas cubrían sus manos sin picarlo para en un instante salir volando.
«¿Si ven?», dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Entonces tiró al suelo el nido y se alejó feliz.
La clave (explicó más tarde Roldán) está en el sudor. Uno se frota las manos con su propio sudor antes de tomar el nido de la rama donde está colgado.
Las avispas se posan en las manos pintándolas de amarillo fuego o de negro, según el color de la clase de avispa.
Uno se queda quietecito y pasados unos segundos ellas despliegan sus alas y se pierden monte adentro con rumbo desconocido. «¡No atacan a nadie!», dice abriendo los brazos.
Otros las conjuran y las adormecen con el siguiente rezo: «Guarey, guarey enterceptey de guarizapa»… Y ellas al escuchar esto se quedan quietas, serenitas.
Pero si a alguien se le ocurre en ese momento lanzar un madrazo, entonces se pierde el embrujo y atacan con todo.
El padre de Roldán era amigo de las serpientes venenosas; no lo mordían. Interrelacionaba con ellas. Era la versión campesina y montaraz del encantador de serpientes.
Un día Roldán (que no conoce el miedo) siendo niño se animó a seguir los pasos de su padre en el raro arte de domar serpientes y entonces le extendió su mano a una culebra.
Esta reptó mansamente por su mano y se le enrolló como a su padre en el brazo. Entonces Roldán en un movimiento lento se inclinó hacia el suelo y la serpiente descendió a la tierra deslizándose, pero una vez dejó la mano se volvió velozmente como un rayo y lo mordió.
Mostrándonos la cicatriz que le dejó en uno de sus dedos Roldán nos comentó que desde entonces no volvió a tratar con víboras».
¿Te ha gustado? Pues sumérgete en la lectura del libro: «Segunda Marquetalia, la lucha sigue», del que hemos sacado este trocito.