Luchas y memoria popular
El SOCORRO ROJO INTERNACIONAL en ASTURIAS
(Durante y después de la insurrección de octubre de 1934)
-Iª parte-
En España, el Socorro Rojo fue en sus comienzos, desde 1923, un organismo clandestino con fines sobre todo de propaganda política en el adverso clima de la dictadura militar de Primo de Rivera. La metamorfosis en la principal organización volcada en la ayuda y socorro de los detenidos políticos y de sus familias se verificó tras el detonante de octubre de 1934. Finalmente, fue durante la Guerra Civil cuando acabó constituyéndose en la verdadera base del sistema sanitario militar republicano y cuando se empezó a conocer más extensamente la acción que desarrollaba.
Si la movilización política organizada contra detenciones masivas y las penas de muerte y a favor de la causa de la amnistía no lograron desvanecer del todo las razones privativas de las diferencias partidistas, el móvil de la solidaridad logró provocar, a su pesar, la aparición de formas de movilización más incisivas y quizá inesperadas. La solidaridad fue –como suele serlo- el elemento originario y necesario para la movilización social y, al mismo tiempo, un elemento de potenciación de la misma. En Asturias no sólo se había dado vida a una insurrección, sino también a una revolución social con vistas a una nueva sociedad igualitaria. En este entramado pudo insertarse el movimiento solidario después de octubre de 1934.
Dejando de lado ahora las consecuencias políticas de octubre –o la falta de consecuencias que tuvo en los proyectos políticos de los partidos- y tomando en consideración “las actitudes y prácticas de las masas populares”, pasemos a examinar la relación que se estableció entre la población y el Socorro Rojo. A pesar de que este fue un proyecto político preestablecido, cabría reconocer que contribuyó a un proceso de movilización muy amplio, tomando parte en él no exclusivamente a través de la dirección kominterniana, sino también por medio de amplias acciones que fueron el fruto de actuaciones individuales y colectivas.
Después de 1934, el Socorro Rojo, además de transformarse en una organización que ejercía sobre todo una acción política indirecta, pasó a ser un movimiento social cada vez más amplio y diversificado política y socialmente. Su compromiso con la población era algo que la organización hasta entonces nunca había experimentado y que volvió a vivir después de pocos años, durante la Guerra Civil, cuando adquirió definitivamente el carácter de una organización de masas y ser convirtió en el principal organismo en el ámbito de la asistencia militar sanitaria nacional, deficitaria por aquel entonces.
El Socorro Rojo participó en la constitución de un movimiento solidario con muchos agentes y factores diversos. Entiendo y empleo “movimiento solidario de octubre” como término incluyente de todo el proceso de movilización que se desencadenó al día siguiente de los hechos revolucionarios de Asturias en el ámbito de la solidaridad nacional e internacional. Si la movilización se puede definir como “el proceso mediante el cual un grupo se asegura el control sobre los recursos necesarios para la acción colectiva”, el Socorro Rojo puso en marcha este proceso, proveyendo unos recursos determinados y siendo en sí mismo un medio de esta movilización. Había constituido “redes sociales de comunicación” y, a través de ellas, los intereses particulares y colectivos confluyeron.
Sin lugar a dudas, lo que emergió de la insurrección de octubre fue un movimiento social que se activó con fuerza para la amnistía de los presos políticos durante buena parte de 1935 hasta el 21 de febrero de 1936 y para la asistencia a los detenidos y a sus familias. Fue un movimiento que se constituyó principalmente a través de las redes solidarias creadas alrededor de los comités locales del Socorro Rojo y gracias a todos los que contribuyeron directa o indirectamente de forma voluntaria.
El Socorro Rojo empleó una serie de recursos que, a pesar de sus fines instrumentales, tuvieron una respuesta y una aplicación muy amplia. Se valió de los elementos persuasivos intrínsecos en el discurso político de la solidaridad y, por tanto, de la posibilidad de mover a conmoción , dirigiéndose a las que Álvarez Junco definiría como “vías inconscientes y recursos sensibles”. La organización se apoyó en recursos que tuvieron un carácter a menudo muy simbólico y que fueron de amplia aplicación y de gran éxito movilizador. Entre estos últimos, sin duda alguna los más eficaces fueron los visuales: la edición de carteles, sellos, postales, viñetas, tarjetas ilustradas y carteles murales. Todos estos materiales ilustrativos, gracias a su valor icónico, tuvieron no sólo una función propagandista, sino también y sobre todo la de apelar, con más efectividad que las palabras, a las emociones colectivas.
Entre estos soportes simbólico-visuales, el cartel político tenía la posibilidad de aunar los grandes mitos iconográficos y verbales. Era además un momento en el que el cartelismo político, prácticamente inexistente hasta 1931, empezó a experimentar su difusión. De hecho, durante la década de 1930, los carteles del Socorro Rojo lograron un divulgación considerable, si bien no alcanzaron la difusión y variedad que tuvieron durante la Guerra Civil. La mayoría se dedicaron a los sectores de la retaguardia y se referían, por lo tanto, sobre todo a mujeres y niños. Durante los años 1934 y 1935, muchos de estos carteles fueron editados también por el Comité Pro-Infancia que, como ya se ha mencionado, estaba estrechamente vinculado política y económicamente con el Socorro Rojo. Estas imágenes se referían principalmente a los sellos nacionales que estaban a la venta en favor de la ayuda a la infancia. La prioridad de todos los carteles es el componente emocional y su finalidad muy explícita es la propaganda del Comité-Pro-Infancia y de su labor.
Entre los que se podrían denominar “recursos movilizadores” del Socorro Rojo, corresponde un lugar privilegiado a la primera de las Campañas de Navidad e Invierno por el amplio respaldo social que logró desde finales de 1934. La actividad que se desarrolló a su alrededor estuvo precedida por una serie de acciones preliminares cuyo objetivo era conseguir la participación de amplias capas sociales. Para esta campaña se realizaron trabajos previos de recaudación (listas Pro-Presos, petición de ayuda a todas las organizaciones obreras), de propaganda (publicaciones de folletos y de tarjetas ilustradas, “cartas-saludo” a todos los presos de España) y de divulgación de los hechos de octubre a través de folletos que recogían “episodios de la represión”. Muchas actividades iban más allá de la mera ayuda económica, como por ejemplo, la confección del singular “aguinaldo del preso”, que consistía en un “paquete víveres, dulces, fruta, café y tabaco”, y de otro con “víveres, dulce y postre para las familias”.
Según iba avanzando el año 1935, el Socorro Rojo respondió con más y más acciones frente a la represión gubernamental. Ya desde finales de 1934 el Socorro Rojo hacía gala de sus méritos con un balance positivo de la actividad de ayuda prestada a las víctimas de Asturias: “Nuestra organización ha librado y está librando de la muerte y de condenas monstruosas, a cientos de revolucionarios” […] hemos ayudado económicamente a sus familias”. El despliegue de la actividad de propaganda y socorro se acompañó de una amplia acción de denuncia. La publicación y difusión de los datos que se referían a los detenidos, los heridos y los muertos fue un instrumento que empleó constantemente y que empezó a difundir desde el primer momento de la represión como argumento para reaccionar con fuerza. La denuncia de la represión de la insurrección de octubre se expresó de forma continua en las cifras presentadas en los manifiestos, octavillas, folletos y boletines de la organización. Estas cifras presentaban a menudo números dispares y difícilmente comparables con otras informaciones que provenían de la misma organización. Asimismo, elaboró un fichero donde se recogían por lo menos cinco mil casos de tortura, represión o apaleamiento que, aunque desapareció, constituyó la base para el “gran documento sobre la represión de octubre”, del cual quedan tres investigaciones de los diputados Fernando de los Ríos, Marco Miranda y Gordón Ordás”.
Durante todo el año 1935 aumentaron de forma exponencial las actividades de ayuda a los detenidos y a las familias, y el apoyo social se hizo más evidente. La convocatoria cíclica de movilizaciones y huelgas relacionadas con un acontecimiento específico los convirtieron en verdaderos rituales. Uno de estos sucesos fue, por ejemplo, el aniversario de la insurrección asturiana, celebrado en octubre de 1935 con numerosísimos manifiestos y folletos. En esta ocasión, para facilitar la comunicación y la circulación de material de interés concerniente a la solidaridad, el Socorro Rojo instauró un servicio de prensa al efecto. Por ejemplo, a través de la publicación de octavillas, se incitó al paro el día 7 de octubre. También se pidió a los presos políticos y sociales, así como a sus mujeres e hijos, que participaran “en la demostración popular y antifascista […] guardando un momento de silencio a las once de la mañana”. Al mismo tiempo, se exhortó a que este mes de octubre se convirtiese en el mes Pro-Amnistía por excelencia.
Asimismo, se llevaron a cabo manifestaciones destinadas a atraer a la masas con formas de participación más o menos directa. El Comité Local de Madrid convocó pequeñas concentraciones pacíficas en las cuales se pedía que llevasen simbólicamente un lazo negro atado a los participantes, que fueron “varios millares de personas de todas las tendencias”. En diferentes localidades se organizaron festivales recaudatorios donde se preveía la afluencia de un público amplio y diversificado. En este tipo de actos se prefiguraba el carácter de las futuras manifestaciones y actividades del Socorro Rojo a partir de la Guerra Civil por la participación y la contribución de los intelectuales y artistas y por la amplitud del acontecimiento. Se hablaba de “un festival monstruoso” porque contaba con la cooperación de “artistas de primera fila” tales como Margarita Xirgu, “la actriz lorquiana”, el tenor Hipólito Lázaro, la bailarina Encarnación López Júlvez, conocida como La Argentinita, o el poeta Federico García Lorca.
Del libro de Laura Branciforte “El Socorro Rojo Internacional (1923-1939) Relatos de la solidaridad antifascista”.
Han seguido editando partes de esta apasionante historia del SRI. Tienes el contacto a la página del Comité d’Asturies pola Amnistía al final de nuestra web. Y también las páginas del CSSP Galiza y del Moviment proamnistia de Catalunya.
Mi abuelo Segundo Alvarez Alvarez natural y residente en Las Regueras , Asturias ,fué detenido después de acabar la Guerra Civil cuando salía del trabajo en la Fabrica de Armas de Trubia ,fue llevado a La Vidriera ,Carcel de Avilés de donde se tienen las ultimas noticias .Posteriormente nos comentaron que los presos ejecutados y algunos incluso moribundos ,eran llevados a una fosa común situada en una sierra que separa los concejos de Las Regueras y Candamo ,una trinchera Republicana para defenderse de la columna gallega que por alli entró .Mi abuelo perteneciá a Socorro Rojo ,era secretario general en la comarca de Las Regueras ,y durante la guerra estuvo refugiado con su familia en la zona de Mieres ,Asturias . Me dirijo a vosotros ,haber si existe la posibilidad de que aparezca en algun archivo ,,,,,,,gracias adelantadas por vuestro trabajo AMADO JAVIER ALVAREZ SUAREZ