Conocer la lucha anti-imperialista en China. La Larga Marcha de 1934-35 y sus consecuencias.

Cuadro. La Larga Marcha.

Luchas, derrotas, victorias… Antifascistas

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Una historia olvidada: La lucha antiimperialista en China

La lucha antiimperialista en China se inicia cuando los representantes chinos se negaron a firmar el Tratado de Versalles (1919) por el que todas las posesiones coloniales alemanas en China pasaron a ser posesiones japonesas en vez de reconocer la soberanía china sobre ellas. La decepción causada por este hecho desembocó en una explosión popular a escala nacional, que desde entonces se conocería con el nombre de “Movimiento del 4 de mayo”. Un movimiento en el que participaron todas las clases sociales y en el que el proletariado chino empezó a estar presente en el escenario político del país.

En 1921 se fundó el Partido Comunista de China. Este hecho tendría una profunda influencia en el desarrollo del movimiento obrero y en el proceso revolucionario que culminaría con la proclamación en 1949 de la República Popular China.

A lo largo de 1927 tuvieron lugar huelgas y levantamientos en las ciudades más industriales, en la línea de los procesos insurreccionales europeos, que fueron reprimidas por el Kuomitang, representante de la burguesía china y anterior aliado del PCCh en la lucha contra el imperialismo y el feudalismo. Este proceso insurreccional se saldó con la eliminación física de casi todos los militantes comunistas. Esa experiencia demostró que la clase obrera en las ciudades no podría organizarse frente a la reacción y menos derrotarla sin que se dieran las condiciones: el apoyo del campesinado y un ejército propio.

Sería esta línea, propuesta por Mao, la que se impuso tras reagrupar las escasas fuerzas del PCCH en el campo.

En 1931 Japón invadió Manchuria, lo que constituía una flagrante violación del Tratado de las Nueve Potencias. En enero de 1932 Japón ya se había apoderado de toda la región, estableciendo allí el denominado Estado independiente de Manchukuo. Las denominadas “democracias occidentales”, con la Sociedad de Naciones a la cabeza, miraron para otro lado, mientras se consumaba la masacre del pueblo chino. Confiaban que Japón, tras Manchuria, seguiría avanzando hacia el norte y comenzaría la guerra contra la URSS, a la par que exterminaban al Ejercito Popular chino.

El PCCh y el Ejército Popular Chino tendrían, a partir de ese momento, que luchar en dos frentes: contra el imperialismo japonés y contra las tropas del Kuomitang que emprendían sobre ellos una compaña tras otra de cerco y aniquilamiento. A finales de 1933 los comunistas, cercados por un millón de efectivos del ejército del Kuomitang, vieron que no podían mantener las zonas liberadas de Jiangxi; en octubre de 1934 comenzó la gesta de lo que se conocerá como “la Larga Marcha”.

Cerca de 90.000 personas aprovecharon la noche para, casi sin víveres ni municiones, marchar hacia el norte; llegarían a recorrer más de diez mil kilómetros y durante la cual los enfrentamientos bélicos, las muertes por frío o hambre serían constantes. La marcha duró un año hasta llegar a Shanxi, zona liberada por el Ejército Popular en el norte de China; el número de supervivientes no sobrepasaba los 15.000.

Esta experiencia se ganó el apoyo del campesinado, así como reforzó las posiciones de Mao: la creación de un Ejército Popular, buscar el apoyo del campesinado que era mayoría en China, y la estrategia de guerra popular prolongada; estrategia que condujo al PCCh a la victoria sobre los japoneses y posteriormente a la victoria sobre los ejércitos proimperialistas del Kuomitang.

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