Tiempo de reflexión, tiempo de levantar bandera:
-La bandera
Levántate conmigo.
Nadie quisiera
como yo quedarse
sobre la almohada en que tus párpados
quieren cerrar el mundo para mí.
Allí también quisiera
dejar dormir mi sangre
rodeando tu dulzura.
Pero levántate,
tú, levántate,
pero conmigo levántate
y salgamos reunidos
a luchar cuerpo a cuerpo
contra las telarañas del malvado,
contra el sistema que reparte el hambre,
contra la organización de la miseria.
Vamos,
y tú, mi estrella, junto a mí,
recién nacida de mi propia arcilla,
ya habrás hallado el manantial que ocultas
y en medio del fuego estarás
junto a mí,
con tus ojos bravíos,
alzando mi bandera.
Pablo Neruda
-Canción de la buena gente
A la buena gente se la conoce
en que resulta mejor
cuando se la conoce. La buena gente
invita a mejorarla, porque
¿qué es lo que a uno le hace sensato? Escuchar
y que le digan algo. (…)
Cuando se acude a ellos, siempre se les encuentra.
Se acuerdan de la cara que tenían
cuando les vimos por última vez.
Por mucho que hayan cambiado
-pues ellos son los que más cambian aún resultan más reconocibles. (…)
Saben explicar el porqué de sus regalos,
y si después los ven arrinconados, se ríen.
Y responden hasta en esto: en que,
si nos abandonamos,
les abandonamos.
Cometen errores y reímos,
pues si ponen una piedra en lugar equivocado,
vemos, al mirarla,
el lugar verdadero.
Nuestro interés se ganan cada día, lo mismo
que se ganan su pan de cada día.
Se interesan por algo
que está fuera de ellos.
La buena gente nos preocupa.
Parece que no pueden realizar nada solos,
proponen soluciones que exigen aún tareas.
En momentos difíciles de barcos naufragando
de pronto descubrimos fija en nosotros su mirada inmensa.
Aunque tal como somos no les gustamos,
están de acuerdo, sin embargo, con nosotros.
Bertolt Brecht
-Pan y Rosas
Al avanzar juntas, bajo la bella luz del día,
mil oscuras cocinas, mil lúgubres fábricas
se alumbran con el esplendor de un rayo de luz,
porque la gente nos oye cantar: Pan y Rosas, Pan y Rosas.
Al avanzar juntas, luchamos también por los hombres,
porque son hijos de mujeres, y nosotras somos de nuevo sus madres.
Nuestras vidas no serán sudor desde el primer día hasta la muerte.
Los corazones pasan hambre al igual que los cuerpos:
dadnos pan, pero también rosas.
Al avanzar juntas, miles de mujeres muertas
piden llorando a través de nuestro cántico su vieja súplica de pan.
Poco arte, belleza o amor conocieron sus espíritus rendidos.
Luchamos porque queremos pan, pero también rosas.
Al avanzar juntas, traemos nuevos días gloriosos,
el alzamiento de las mujeres es el alzamiento de la raza,
no más fatiga y trabajo de diez mientras uno reposa.
Compartamos las glorias de la vida: Pan y Rosas, Pan y Rosas.
James Oppenheimer
(Poema inspirado en las pancartas exhibidas por jóvenes obreras de Lawrence, Massachusetts, en 1912, durante la huelga de las obreras de la industria textil y que conmemora el 8 de Marzo, «Día Internacional de la Mujer Trabajadora»).
-Oligarquía
Oh
ligarquía
ma
drasta
con marido asesino
vestida de piqué
como una buitra
acechante en las ramas
del enredo en la Historia
ridícula como todo lo malo
hay que acabar contigo gorda
asna con garras, tigra de palo
chucha insepulta y emperifollada.
Gran Arquitecta de las cárceles
vieja matona de alma intestinal
una tacita de oro y de café y una pistola
un crucifijo de conchanácar y un garrote
oligarquía
bacinilla de plata del obispo y jefa del obispo
puñal de oro y veneno del Presidente
y mantenedora del Presidente.
Rufiana de la patria
oligarquía hoy más que todo.
OLIGARQUIA
Roque Dalton
-Himno de los que beben el sol
¡Este es un himno!
¡El himno de los que beben el sol
en cuencos de barro!
Esto es una trenza:
una trenza de fuego
se retuerce.
¡Arde como una antorcha sangrienta y roja
en las frentes morenas
de los héroes
con desnudos pies de cobre! (…)
Nacimos de la tierra, del fuego, del agua y del hierro.
Nuestra mujer amamanta con sol a nuestros hijos.
Huelen a tierra nuestras barbas cobrizas.
Nuestra alegría es cálida,
tan cálida como la sangre,
!tan cálida
como el «instante» aquel
que arde en los sueños de los muchachos! (…)
Los que murieron murieron peleando.
Los enterraron en el sol.
No nos da tiempo de guardarles luto. (…)
La tierra es cobre.
El cielo es cobre.
Clama el himno de los que beben el sol.
¡Cla – ma!
¡Cla – me – mos!
Nazin Hikmet
-A quién contar
Pero también nosotros, que no cultivamos ya el arte
de la tolerancia,
que cultivamos más bien el arte de la intolerancia,
nosotros,
que con consejos de índole terrena incitamos al hombre
a liberarse de sus verdugos humanos,
a quienes viendo acercarse las escuadrillas de bombarderos
del capitalismo siguen preguntándonos
cómo concebimos esto, cómo nos imaginamos aquello,
y que será de su hucha y de su pantalón de los domingos
después de la revolución,
a ésos, poco creemos tener que decirles.
Bertolt Brecht