Luchas, derrotas, victorias… Antifascistas
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La lucha partisana en la retaguardia enemiga
Cuando Alemania invadió la Unión Soviética en junio de 1941, comenzó la Gran Guerra Patria y la movilización de los pueblos de todas las repúblicas que componían la URSS. El pueblo soviético no solo combatió en el Ejército Rojo sino que organizó una extensísima guerra de guerrillas en la retaguardia de los nazi-fascistas.
Un mes más tarde de comenzar la invasión, el Comité Central del PCUS, en una resolución especial fechada en julio de 1941, instaba a promover la lucha clandestina y la formación de guerrillas, a «ayudar a formar por todos los medios disponibles destacamentos de guerrilleros de infantería y caballería; grupos subversivos y de exterminio»; y a desplegar «una red clandestina de nuestras organizaciones bolcheviques en el territorio ocupado para liderar todas las actividades contra los ocupantes fascistas».
La primera guerrilla se formó en el mismo mes de junio de 1941, en Bielorrusia. El destacamento estaba encabezado por Vasili Korzh, un militar y guerrillero experimentado que había participado en la guerra civil revolucionaria de España y que se hizo famoso durante la Gran Guerra Patria, al formar el destacamento de unos 15 mil efectivos. En el territorio que controlaba, instaló un aeródromo e incluso una imprenta.
En un primer momento esta pequeña célula se dedicó a “molestar” a las fuerzas de ocupación mediante incursiones en la retaguardia, pronto se le unieron otras como consecuencia del brutal trato dispensado por las tropas alemanas a la población civil y en especial a los prisioneros de guerra. Así fue como en Bielorrusia se llegaron a formar 437 destacamentos partisanos con 91.000 efectivos; lo mismo que en Ucrania surgieron otras 37 partidas con 10.000 hombres al mando del oficial Sidor Kovpak; siendo la mayoría de sus integrantes soldados desmovilizados del Ejército Rojo, y obreros, campesinos y estudiantes que se unieron a la guerrilla.
En total fueron más de 800.000 los hombres y mujeres que participaron en la lucha partisana, causando importantes daños al ejército nazi e impidiéndoles avanzar y consolidar posiciones en los territorios ocupados. Las acciones de sabotaje dirigidas por Sidor Kovpak fueron decisivas en la lucha contra los ejércitos fascistas, como fue el incendio de un yacimiento petrolífero de los Cárpatos; o durante la “Operación Concerto” en la Batalla del Río Dniéper, durante la que los partisanos hicieron descarrilar a 1.061 trenes, boicotearon 90.000 raíles, echaron abajo 72 puentes, neutralizaron 58 guarniciones enemigas y causaron 53.000 bajas entre las filas del ejército alemán y del rumano. Al año siguiente, durante la gran ofensiva de 1944, en Bielorrusia, conocida como la “Operación Bragation”, más de 300.000 partisanos se erigieron como una fuerza decisiva a la hora de coordinarse con el Ejército Rojo y dejar embolsadas a 17 divisiones alemanas que posteriormente fueron destruidas, lo que significó la mayor derrota cosechada por el Tercer Reich hasta la fecha.
Tras la expulsión de las fuerzas del Eje de la Unión Soviética en el verano de 1944, el movimiento partisano fue oficialmente disuelto. Hasta ese momento habían muerto 300.000 guerrilleros, pero habían provocado a las tropas de ocupación y los colaboracionistas un total de medio millón de bajas entre muertos, heridos y prisioneros, lo que sin duda convirtió a los partisanos de la URSS en uno de los mejores combatientes irregulares de la II Guerra Mundial.