Memoria histórica imprescindible:
-Del expolio y la matanza
«(…) -Ahora vamos a follarnos a tu mujer hasta que nos digas donde está el resto de la célula- dijo el sargento Corrales, cuando trajeron a Rosa Guerra casi desnuda y con las manos encadenadas. Miguel Santana Hernández se quedó helado al verla, pensó que se había marchado a La Gomera a casa de su hermana, que allí nadie sospecharía quien era, que jamás la podrían detener. Pero a pocos metros estaba Rosi con la cara ensangrentada, el cuerpo repleto de magulladuras de tenerla varios días en los alpendres del Conde en Juan Grande, por su aspecto se veía que ya le habían hecho de todo. Ella solo lo miraba a los ojos con media sonrisa, como si no le importara todo lo que estaba pasando. La desnudaron rompiéndole el escaso vestido, la pusieron sobre una vieja cama que usaban para torturar a los reos, y le ataron las piernas a cada lado del colchón de paja. Rosa le gritó: -No digas nada Miguel, yo ya estoy muerta- Entonces comenzaron a pasar la cola de falangistas y guardias civiles por ella, muchos iban borrachos, la pequeña estancia olía a ron y eructos de mojo cochino: -Tú cierra los ojos, ya me llevan violando desde hace tres días- En ese instante uno de los encargados del Conde conocido por Lopez Santana, la golpeó en el pecho con una barra de hierro, dejándola casi inconsciente. Miguel no habló no delató a los compañeros, era un tempano de hielo, ni se quejaba por los brutales golpes, violaron a su esposa hasta la muerte, luego le pegaron tan fuerte en la cabeza con las porras de madera que se desangró con la nuca abierta. Lo vimos todo desde las jaulas donde nos tenían para ser los siguientes en la tortura, yo era un chiquillo, tenía quince años, tal vez por eso no me hicieron tanto daño, pero las secuelas de todo lo que viví esos días me han seguido para siempre…»
Testimonio de Andrés Castellano Morillo, aparcero en Cercados de Espino en los años 30.
-Mujer luchadora, hembra consciente
«(…) Tenían la mala costumbre de perseguir a las mujeres aparceras cuando caminaban de madrugada hacia los tomateros, se sentían impunes, sobre todo si las mujeres eran viudas o hijas de asesinados por los franquistas, eran como buitres ante la carne muerta, consideraban que tenían derecho sexual sobre toda mujer que necesitara vivir de ese trabajo explotado para beneficio de aquella basura caciquil, los grandes de España, los terratenientes agrícolas ingleses que respaldaron el genocidio, empresarios que confundían sus haciendas con granjas de esclavos negros en la Florida, eramos la escoria, nos daban cuatro perras por trabajar de sol a sol, por sacarles la producción que luego exportaban en sus camiones y barcos, que tanto utilizaban para transportar hombres libres detenidos, como para llevar las cajas de tomates o de plátanos, criminales de lesa humanidad es lo que eran. Las mujeres los temían porque los encargados eran auténticos depredadores sexuales, violadores violentos sin escrúpulos, con permiso de sus amos para violar y matar. Se trataba de hacernos la vida imposible, sobre todo a las hijas y esposas de los asesinados. Los veías aparecer como tiburones cuando todavía no había amanecido, por eso nos cuidábamos y casi siempre nos acompañan las compañeras, porque si llegamos a estar solas nos violaban en medio de un cercado. Muchas amigas tuvieron que entrar por el aro, abandonarse al terror de aquellos cerdos con cachorro canario y trajes de dril, poderosos por tener carta blanca de aquella oligarquía asesina, tuvieron por sus hijitos que dejarse violentar sus cuerpos, entrar en el juego sexual de aquellos psicópatas. Por eso desde que pude me marché para Venezuela, nunca estuve dispuesta que por haber acribillado a balazos a mi padre tener que entregarme a los perros de los amos, nunca lo consentí, consideraba que valía demasiado para pasar por el aro de aquellos guarros que apestaban a rancio acumulado durante meses, no dejé que mi cuerpo pasara por esa hediondez, me quedó siempre la dignidad de mujer luchadora, de hembra consciente, comprometida en la ardua tarea de construir un mundo mejor…»
Testimonio de Lidia Cabrera Santana, maestra de escuela en Caracas hasta 1998, aparcera en 1936, tras el asesinato de su padre en las tierras del Condado de la Vega Grande en el sur de Gran Canaria.
Entrevista realizada por Francisco González Tejera, el 8 de mayo de 1999, en Barquisimeto (Venezuela).
–https://viajandoentrelatormenta.com/del-expolio-y-la-matanza/
-La represión franquista en Madrid
Descarga documento de 100 páginas:
–http://www.memoria-antifranquista.com/webvella/biblio/MAF20-cast.pdf
-El franquismo levantó una granja de cerdos sobre una fosa común de víctimas de la represión
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica comenzó la prospección de una fosa en Grado (Asturias), donde encontraron tres cuerpos y 19 proyectiles de bala. Una jueza acudió de oficio a la zona de enterramiento y ha ordenado la paralización de los trabajos hasta que decida si abre diligencias o las archiva.
–https://www.publico.es/politica/fosa-victimas-franquismo-instalo-granja-cerdos-investiga-jueza.html