Muro de denuncias:
-El Tribunal Europeo de Derechos Humanos condena a España por violencia policial en una protesta antirecortes
El tribunal sentencia que se vulneró el derecho de manifestación de la demandante en una protesta el 2 de febrero de 2014 en Valladolid, en la que la Policía hizo un «uso injustificado de la fuerza» en un acto que «discurría pacíficamente».
-Opinar es delito: Un juzgado condena a la Universidad de Barcelona por un manifiesto contra la sentencia del 1-O
La Universidad de Barcelona ha sido condenada por el manifiesto que publicó al conocer la sentencia de los presos políticos del 1-O, en que se denunciaba «la deriva autoritaria» de los poderes del Estado, revindicaba la autodeterminación de Catalunya y exigía la inmediata puesta en libertad de los presos. La jueza considera que esa declaración «vulnera el derecho a la educación, a la libertad de expresión y de libertad ideológica», por lo que ha declarado nula esta resolución y ha condenado al campus a publicar la sentencia en su web y a pagar las costas.
-Indignación contra el juez Enrique de la Hoz por no ver delito en que detectives espíen la vida privada de la joven de los sanfermines después de ser violada
Las investigadoras privadas vigilaron a la joven los días después de la agresión sexual múltiple para concluir que “fuma, sale de marcha y toma café con los amigos”.
-Iñaki Etxabe, el primer asesinato de la guerra sucia
Octubre de 1975, a pesar de que Franco estaba en las últimas, no había tenido reparos para dar el “enterado” a las ejecuciones de los militantes de ETA Juan Paredes Txiki, Angel Otaegi, y los del FRAP, Ramón García Sanz, Humberto Baena, y José Luis Sánchez Bravo. Las enormes movilizaciones y presiones internacionales no habían conseguido amilanar al moribundo dictador, que había decidido morir como mejor sabía, matando. Sin embargo, estos no iban a ser los últimos asesinatos del régimen en vida del dictador.
La guerra sucia
La guerra sucia fue impulsada por el SECED, creado por Carrero Blanco en 1972, y dirigido por el teniente coronel José Ignacio San Martín. Si bien sería en 1975, a la par de la proclamación del Estado de Excepción, cuando desplegaría todo su arsenal en ambos lados de la frontera. Como afirma el historiador José Ignacio Etxaniz:
Fue propiciado desde instancias y organismos del propio Estado franquista como el Servicio Central de Documentación de Presidencia de Gobierno (SECED) o el Grupo de Operaciones del Servicio Secreto de Información de la Guardia Civil (GOSSI), perpetrando acciones violentas, hechos denunciados y nunca investigados. Sus componentes fueron elementos pertenecientes a “las fuerzas de orden público”, fundamentalmente. Sus acciones se dirigieron sistemáticamente contra adversarios políticos y sectores de la población. Su final no era el asesinato, pero tampoco fue excluido.
Etxaniz ha investigado la guerra sucia en la zona de Busturialdea, cuyo epicentro era el cuartel de la Guardia Civil de Gernika, dirigido por el capitán Manuel Hidalgo, al que califica como “un peligroso psicópata con licencia infinita y con innumerables medios humanos y materiales concedidos por la Comandancia de la Salve a cuyo frente se hallaba el Coronel Julio César Evangelio Ramos”. En la zona además de numerosas detenciones, se multiplicaron los atentados contra establecimientos y domicilios de opositores. En uno de ellos, más concretamente en la quema del caserío del artista Agustín Ibarrola, una vecina reconoció la participación de Manuel Pérez Quintas, enlace del SECED en el cuartel de Gernika, quien se encargaría de marcar los objetivos.
A pesar de la multiplicación de ataques no se había producido ningún asesinato hasta octubre de 1975, si bien es cierto que en mayo un mercenario había fallecido cuando colocaba una bomba bajo el coche de Josu Urrutikoetxea en Biarritz.
La venganza
El 5 de octubre se cruzaría la línea. En una ambiente de máxima tensión, con Gipuzkoa y Bizkaia bajo Estado de Excepción, el 5 de octubre ETA (m.) realizó el primer atentado tras las ejecuciones. Hizo estallar una bomba colocada en la carretera de Arantzazu, acabando con la vida de los guardias civiles Esteban Maldonado, Jesús Pascual Martin Lozano y Juan Moreno Chamorro, que habían acudido a retirar una ikurriña. Parece que este hecho fue el detonante para que se diese un nuevo paso en la guerra sucia, el asesinato.
Esa misma noche tres hombres acudieron al restaurante Etxabe–Enea, situado en el alto de Kanpazar, entre Arrasate y Elorrio, y propiedad de los hermanos del refugiado y antiguo miembro de ETA, Juan José Etxabe Haundixe. Su hermano Iñaki resultaría asesinado y todo parece indicar que se trataba de una venganza por el atentado de la mañana.
Luis Etxabe, hermano de Iñaki, recordaba, en una entrevista en Berria, que él estaba en la barra cuando tres encapuchados entraron en el bar lanzando spray a la media docena de clientes que se encontraban allí, mientras gritaban “Venimos a por vosotros”. Luis consiguió encerrarse en el almacén, pero su hermano Iñaki, que se encontraba en la cocina, salió alertado por el ruido, y le descerrajaron 18 tiros. Luis también recuerda que la zona estaba plagada de controles tras el atentado de la mañana, por lo que ve difícil que los asesinos no atravesaran uno.
Al día siguiente se celebró el funeral, al que a pesar de que acudió el Diputado General de Gipuzkoa, José Antonio Araluce, a la familia no se le permitió publicar esquelas. Tras el funeral, se vivieron momentos de tensión, mientras trasladaban el cuerpo al cementerio fueron apuntados por agentes de la Guardia Civil, lo fue les fue recriminado por el padre del fallecido, que les espetó: “Ya está bien! No os parece bastante lo que habéis hecho?”.
Según el testimonio del entonces concejal y posteriormente alcalde de Arrasate, José Antonio Altuna, que acudió al establecimiento tras el atentado, los guardias civiles del cuartel de Elorrio comentaron “Se nos han adelantado”. Esto hace pensar a Olatz, la hija de Iñaki, que “…ellos tenían conocimiento del plan e intentaron que no le mataran a mi padre. No eran amigos, pero aita conocía gente muy diferente, de todas las ideologías; era una persona muy abierta, y que podrían hablar con él. Tal vez los guardias civiles de Elorrio pensaron que era una salvajada matar a Iñaki”. (ZABALZA, Joseba, Nombres para recordar, Euskal Memoeia, Andoain, 2017, p.45)
Según el dictamen que la Comisión de Evaluación de víctimas de motivación política creada por el Gobierno vasco en 2012: “Es inequívoco que los que dispararon eran de grupos de extrema derecha o denominados incontrolados, que se dedicaban a combatir a los movimientos antifranquistas que iban surgiendo en aquella época y siempre han existido sospechas de que contaban con la connivencia, aquiescencia y en algunos casos con la participación directa de agentes del Estado”.
Algunas fuentes conectan este asesinato con el cuartel de la Guardia Civil de Gernika. Varias personas que ese día estaban detenidas habrían oído como llegaban varios agentes exultantes celebrando el crimen que acababan de cometer. Además según José Antonio Altuna el propio Hidalgo habría estado esa noche en Kanpazar. Esto lo reafirmaba en una entrevista Juan José Etxabe, que afirmaba que comentó “Pero si no era este el que había que matar”, por lo que creía que el objetivo sería su otro hermano, Gregorio, que era concejal en Arrasate. A la vez que afirmaba que el general de la Guardia Civil, Juan Atares, cuando bajaban los cuerpos de los guardias civiles asesinados esa mañana afirmó “Hoy Mondragón se va a acordar de nosotros” (VVAA, Euskal Herria y la libertad, Txalaparta, Tafalla, 1993, tomo 2, p. 204).
45 años sin justicia, ni verdad
Lo cierto es que la familia Etxabe fue una de las más castigadas por la guerra sucia, unos meses antes del asesinato de Iñaki, el restaurante Udalaitz de Jokin Etxabe había sido atacado en Baiona y el mismo Etxabe-Enea había sido atacado en dos ocasiones, el 11 de mayo y el 27 de julio de ese año. El día anterior al asesinato de su hermano, a Juan José le quemaron el coche en Donibane Lohitzune. En 1978 otro atentado acabó con la vida su compañera Agurtzane Arregi y dejó a este gravemente herido. Años después, sufrirían más atentados los restaurantes de Jokin y Juan José. Los ataques no respetaron ni siquiera la lápida de Iñaki Etxabe, que fue destruida pocos días después de su asesinato.
De la investigación judicial no se supo nada, tras 10 días el Juzgado de Durango pasó el caso al Tribunal de Orden Público, pero ni siquiera se llamó a declarar a Luis Etxabe. 45 años después la familia sigue sin conocer la verdad, no han podido consultar el expediente del caso que se encuentra en el Archivo militar de Ferrol. Tampoco conocen el resultado de la autopsia, aunque en su día les llegó la factura de esta.
Por otro lado, a pesar de que la prensa de la época aseguraba el carácter político del asesinato, y de que este caso paso al TOP, el Gobierno primero y la Audiencia Nacional después han negado a Iñaki Etxabe la condición de víctima del terrorismo.
–https://vientosur.info/inaki-etxabe-el-primer-asesinato-de-la-guerra-sucia/