Recomendando lecturas:
“Vámonos patria a caminar, yo te acompaño”
De Otto René Castillo
INTELECTUALES APOLITICOS
Un día,
los intelectuales
apolíticos
de mi país
serán interrogados
por el hombre
sencillo
de nuestro pueblo.
Se les preguntará
sobre lo que hicieron
cuando
la patria se apagaba
lentamente,
como una hoguera dulce,
pequeña y sola.
No serán interrogados
sobre sus trajes,
ni sobre sus largas
siestas
después de la merienda,
tampoco sobre sus estériles
combates con la nada,
ni sobre su ontológica
manera
de llegar a las monedas.
No se les interrogará
sobre la mitología griega,
ni sobre el asco
que sintieron de sí,
cuando alguien, en su fondo,
se disponía a morir cobardemente.
Nada se les preguntará
sobre sus justificaciones
absurdas,
crecidas a la sombra
de una mentira rotunda.
Ese día vendrán
los hombres sencillos.
Los que nunca cupieron
en los libros y versos
de los intelectuales apolíticos,
pero que llegaban todos los días
a dejarles la leche y el pan,
los huevos y las tortillas,
los que les cosían la ropa,
los que le manejaban los carros,
les cuidaban sus perros y jardines,
y trabajaban para ellos,
y preguntarán,
«¿Qué hicisteis cuando los pobres
sufrían, y se quemaba en ellos,
gravemente, la ternura y la vida?»
Intelectuales apolíticos
de mi dulce país,
no podréis responder nada.
Os devorará un buitre de silencio
las entrañas.
Os roerá el alma
vuestra propia miseria.
Y callaréis,
avergonzados de vosotros.
Este gran poeta y guerrillero guatemalteco nació en Quetzaltenango en 1936. Desde muy joven comenzó a militar en el Partido Comunista de su país, el Partido Guatemalteco del Trabajo y en 1953 fue nombrado presidente de la Asociación de Estudiantes de Postprimaria.
Ya al año siguiente tuvo que exiliarse a El Salvador por su oposición al golpe de estado contra Jacobo Arbenz perpetrado por la CIA y tropas mercenarias. Allí continuó la lucha revolucionaria dentro del Partido Comunista salvadoreño y trabajó en los más variados oficios para sobrevivir.
Estuvo exiliado en el país vecino durante tres años, aunque cruzaba clandestinamente la frontera para impulsar la lucha revolucionaria. En El Salvador desempeñó un incansable trabajo de organización entre los intelectuales progresistas, aprovechando el gran éxito literario que obtuvo. Fue un íntimo amigo del también poeta y guerrillero Roque Dalton, que a su muerte escribió una encendida y vibrante semblanza política y literaria de su camarada.
Regresó a Guatemala en 1958 para ingresar en la Universidad de San Carlos donde comienza a estudiar Derecho y Ciencias Sociales. Ese mismo año obtuvo una beca para cursar estudios en la República Democrática de Alemania y en 1959 inició sus estudios de Letras en Leipzig, abandonándolos 3 años después para ingresar a la Brigada Joris Ivens, un grupo de cineastas, que trataba de filmar cortometrajes sobre la lucha armada de liberación de los pueblos latinoamericanos.
Regresó a Guatemala en 1964, compartiendo la lucha armada revolucionaria con las actividades culturales, en particular la dirección del Teatro de la Municipalidad de Guatemala.
Cuando fue detenido en 1965, estaba a punto de subir a la montaña para hacer un reportaje cinematográfico de las Fuerzas Armadas Rebeldes a los destacamentos guerrilleros. El régimen militar lo envía de nuevo al exilio, pero las organizaciones revolucionarias lo nombran representante de Guatemala en el Comité Organizador del Festival Mundial de la Juventud en Argelia. Así, recorre Alemania, Austria, Hungría, Chipre, Argelia y Cuba, donde permanece algunos meses.
En 1966 regresa clandestinamente a su país para incorporarse a la organización guerrillera Fuerzas Armadas Rebeldes comandadas por César Montes, donde ocupa la responsabilidad de propaganda y educación del Frente Edgar Ibarra. En marzo de 1967 fue herido en un combate y detenido nuevamente por las tropas mercenarias del gobierno de Méndez Montenegro, junto con su compañera Nora Páiz, también guerrillera, en la Sierra de las Minas. De aquel combate según se cuenta sólo salvó la vida el legendario Pablo Monsanto. El poeta fue trasladado a la base militar de Zacapa donde se le torturó y mutiló brutalmente, hasta que le quemaron vivo entre el 19 al 23 del mismo mes. Roque Dalton describió así los últimos momentos de su camarada:
«Sus propios verdugos han testimoniado su entereza y su coraje ante el enemigo, el tormento y la muerte: murió como un indoblegable luchador revolucionario, sin ceder un ápice en el interrogatorio, reafirmando sus principios basados en el marxismo-leninismo, en su ferviente patriotismo guatemalteco e internacional, en su convencimiento de estar siguiendo -por sobre todos los riesgos y derrotas temporales- el único camino verdaderamente liberador para nuestros pueblos, el camino de la lucha armada popular».
Sólo contaba con 31 años de edad: indudablemente nos lo arrebataron antes de llevar su poesía a la más alta depuración estilística. Generosamente dio a su pueblo su canto y su vida. ¿Qué más puede dar un poeta?
Otto René dejó tras de sí una excelente obra poética reconocida en su país y en el extranjero. Entre los premios de poesía que obtuvo podemos mencionar el del Torneo Estudiantil Centroamericano de poesía en 1955, con su poema «Llama viva», un canto a San Salvador que le acogía en su destierro. Al año siguiente volvió a ganar el Torneo Estudiantil Centroamericano con un trabajo conjunto con su camarada y amigo Roque Dalton, por el poema «Dos puños por la tierra». Aquel mismo año fue galardonado con el premio Autónomo en 1956, patrocinado por la AEU, por su poema «Pequeño canto a la patria». En 1957 logró el premio Internacional de Poesía en Budapest otorgado por la Federación Mundial de Juventudes Democráticas por su poema «Distante de tu rostro». En 1958 ganó premio «Filadelfio Salazar», de la Universidad de San Carlos de Guatemala. En 1964 había publicado en Guatemala Tecún Umán y la obra poética de sus últimos años de vida fue recogida en el poemario «Vámonos Patria a caminar», cuyos originales había corregido el autor en la cárcel en 1965, reeditado póstumamente en 1968, en México, con un prólogo de César Montes.
Posteriormente un familiar del poeta en Alemania hizo llegar a Roque Dalton una extensa colección de su obra inédita, en la que aún trabajaba hasta poco antes de su muerte. En la confección de la Antología de su obra que publicó Casa de las Américas en La Habana bajo el título de «Poemas», se han utilizado principalmente materiales incluidos en «Vámonos Patria a Caminar» y en las colecciones inéditas. Sus poemas abordan tanto la temática amorosa como la político-ideológica. En el primer caso, dice Roque Dalton, es evidente que el amor en la poesía de Otto René Castillo es algo más que la simple exaltación de la relación hombre-mujer: es la reafirmación constante del sentimiento de la vida contrapuesto en todo momento a la injusticia, a la tristeza y a la muerte. En el segundo caso, la expresión poética toda pasa a ser un instrumento de la convocatoria a la lucha revolucionaria, para la cual se usa tanto la incitación directa nerudiana como algunos conscientes distanciamientos de corte brechtiano.
Como escribió Dalton, la obra de Otto Réné Castillo «quedará como un espléndido testimonio de pasión, confeccionado en el lenguaje necesario para conmover a los hombres de este tiempo en que él, como los precursores y los adelantados de siempre, pasó como una ráfaga de fuerza y de autenticidad».
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Otto René Castillo. “Vámonos patria a caminar, yo te acompaño”
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