Cartas desde prisión:
Santiago Rodríguez Muñoz
Jaén, 6 diciembre 2020
Hola: Aquí estoy, lento pero seguro.
Por lo demás, aquí todavía no nos hemos contagiado con el virus de moda (tendré que empezar a creer en los milagros), pero en nuestra condición de secuestrados poco podemos hacer por evitarlo. Como te avanzaba en mi carta de mayo y atendiendo a sus características, era fácil prever que la maquinaria carcelaria española no iba a cumplir ninguna de las recomendaciones de los organismos internacionales sobre la mejor forma de combatir la pandemia.
En el marco de las prisiones, centradas en la excarcelación y la adopción de medidas alternativas a la privación de libertad para todos aquellos presos que en realidad y al margen de la crisis sanitaria, ya debían disfrutar de ellas: los que rebasan los tres cuartos de condenan, personas de edad avanzada, enfermas, etc.
Como también era previsible, los partidos del sistema político firmantes del manifiesto dirigido al gobierno reclamando que procediese al cumplimiento de tales propuestas (Unidas Podemos, ERC, EH Bildu, Compromis…) solo buscaban posar de cara a la galería y son los mismos que acaban de apoyar los presupuestos generales. E incluso, al decir de un cretino notorio, han sido elevados a la “Dirección del Estado”. Para morirse de risa… sino fuese por lo trágico. Y no es que toda esa pandilla de cómplices del monarca-fascismo no haga méritos para lograr la aprobación de los amos, que los hacen y mucho, sucede simplemente que los supuestos dirigentes no pasan de meras marionetas manejadas, en último término, por el mismo Estado fascista al que ilusoriamente pretenden conducir.
Proscritas las soluciones de fondo, bajo la consigna de conservar los rehenes a cualquier precio, todo se reduce a la consabida gesticulación en aras de cubrir las apariencias. Y muchas veces ni tan siquiera eso, sobran los ejemplos que reclaman la intervención del juzgado de guardia. Mónica y yo estamos esperando la restitución de los vis a vis intermodulares (en el seno de la prisión, sin contacto con el exterior) que nos han impedido realizar, a pesar de que por diversas razones nunca debimos perder. No vamos a renunciar a las tres únicas horas mensuales (de las 740 que permanecemos entre rejas cada mes, a escasos metros de distancia) que podemos disfrutar juntos, en nuestra condición de núcleo familiar permanente.
Con estas cuitas acabamos el año, esperemos que el próximo año sea más propicio. Sea como sea, nunca conviene arriar la bandera de la resistencia. Os deseamos lo mejor a ti y a los tuyos en el año entrante.
Santi.