Muro de solidaridad y denuncias:
Nuevo cuadernillo:
-Los presos nos escriben y opinan:
La morralla borbónica -Sucesores de Franco-
Santiago Rodríguez Muñoz
24 páginas. Febrero de 2021. 3 €. Todos los domingos en Tirso de Molina. Pídelo a través del catálogo.
Desde la prisión de Jaén.
“Queridos: aquí está la carta prometida sobre el sucesor de Franco a título de rey, el sucesor del sucesor y demás morralla borbónica. Me serviré de extractos de cartas anteriores…”
Torturas:
-Audio de Intxaurrondo: Marlaska dice que ya se dio respuesta «contundente» a todo esto
El ministro de Interior reconoce que el Estado español ha sido condenado en varias ocasiones por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por no investigar suficientemente las torturas, pero argumenta que «han sido muchos más los casos donde no ha sido condenado».
De la policía ¿Quién te protege a ti?…
-Sevilla: un guardia civil es condenado a pagar 8.500 € por las lesiones que causó a un hombre.
-Condenado un agente de la Guardia Urbana de Barcelona por agredir en comisaría a un hombre de origen colombiano.
La Audiencia provincial le impone seis meses de prisión, dos de inhabilitación y 3.000 euros de indemnización. Los hechos fueron probados gracias a que el agredido lo grabó en audio con su móvil.
-El TEDH condena a España por injerencia «desproporcionada» en la libertad de expresión en un caso de críticas a un juez
Describe las críticas como «un comentario justo sobre un asunto de importancia pública».
-Asier Guridi Zaloña (refugiado vasco en Venezuela):
“Estoy en condición de apátrida y preocupado por mi hijo en situación irregular en mi pueblo de Oñati”
-Pepe Rei y ‘Un rey golpe a golpe’.
In memoriam por Rebeca Quintans.
Tuve el enorme privilegio de trabajar con Pepe Rei en lo que sin duda resultó ser lo mejor que he hecho en toda mi vida profesional: “Un rey golpe a golpe”. Cuando en 2016 salí del armario del pseudónimo con el que lo había publicado, quise recordar cómo se había fraguado el libro e incluí en la nueva versión, que saldría a la luz con mi nombre, estas páginas de profundo agradecimiento a Pepe, que hoy creo justo y necesario recordar:
Fragmento de la Introducción a la actualización de ‘Un rey golpe a golpe’, publicada en 2016 por la editorial Akal bajo el título ‘Juan Carlos I. La biografía sin silencios’:
Pasear con Pepe Rei siempre fue una aventura trepidante. Lo digo tanto en sentido figurado (en lo que se refiere a haber tenido el privilegio de vivir de cerca la historia de Ardi Beltza / Kalegorria), como en el más literal. Desde la caza de brujas contra “el entorno” de ETA de 1997, Pepe se había convertido en toda una figura mediática, con constantes apariciones en los telediarios en primetime: en la Audiencia Nacional, introducido en un furgón policial, saliendo de prisión… Y ciertas calles de Madrid no eran precisamente un hervidero de sus fans. A veces le saludaban muy poco afectuosamente y no era demasiado agradable, la verdad. Por eso, en sus visitas a “la capital del imperio”, Pepe insistía en movernos en coche, a veces incluso para desplazamientos ridículos si atendíamos a la distancia, por cortesía hacia nosotros, por mucho que le aseguráramos que no era necesario.
Recuerdo que, junto con mi compañero, el periodista Andrés Sánchez, circulábamos en coche en uno de esos recorridos absurdos por el centro de Madrid, cuando comenzó a contarnos sus planes para el lanzamiento de Ardi Beltza (oveja negra).
Fue después de su juicio en la Audiencia Nacional, en 1997; después del cierre de Egin, en 1998; después de ser detenido, encarcelado y puesto en libertad, en 1999… Todas actuaciones judiciales -una tras otra, sin tregua- que nunca iban a llegar a buen puerto, fallidas en el intento desde el principio; pero con un daño inmediato indiscutible, y encaminadas más a medio y largo plazo a minar la moral y la paciencia de los más resistentes. Era increíble que después de todo eso Pepe tuviese energías, no ya para continuar, sino para empezar de cero con un proyecto nuevo tan ambicioso y tan difícil. Pero así era Pepe.
Cuando le conocí, hacía poco tiempo que yo había terminado mi frustrante tesis doctoral e intentaba ganarme la vida como reportera free-lancer, con temas de sociedad que a duras penas conseguía que llegasen a las páginas de revistas como Interviu, Tiempo, Tribuna… Mi única válvula de escape, el semanario Artículo 20, estaba a punto de cerrar sus puertas definitivamente, tras una huelga (en la que yo no tomé una parte activa, porque era solo colaboradora) que acabó como el rosario de la aurora (según la empresa editora se llegaron a lanzar huevos al director, José Luis Balbín; y yo no voy a reconocer más…). En ese contexto el discurso de Pepe era una bocanada de aire fresco que me reconciliaba con mi pasión por el periodismo.
A medida que nos iba contando el proyecto, me contagiaba su entusiasmo. Parecía dar especial valor a temas que hubieran rechazado revistas convencionales por cuestiones políticas o de conflicto con las empresas que pagaban la publicidad de las publicaciones… De eso había mucho en los cajones de los periodistas free-lancers en Madrid; e incluso de los que no eran free-lancers, como Andrés, y que estarían dispuestos a pasarlos a Ardi Beltza para publicarlos bajo seudónimo. Hablamos de temas que yo ya tenía en aquel momento listos y por distintos motivos no había podido colocar. Casi todos le parecían interesantes. Pactamos en aquel momento una colaboración estable y comprometida por mi parte, que se iba a mantener todo el tiempo que duró la publicación; aunque siempre bajo seudónimo (sobre todo, para no poner en dificultades con mi firma la inestable estabilidad laboral de mi compañero, Andrés Sánchez, en Interviu: temíamos que sus jefes, que desde hacía tiempo acechaban un motivo procedente para despedirlo, lo fueran a encontrar no ya en su colaboración, que por supuesto también la hubo, sino en la mía, atribuyendo su autoría a los trabajos bajo mi firma).
En la misma sustanciosa conversación, nos contó Pepe cómo pensaba financiar la publicación (que nadie piense mal: tendría que ser sostenida por los propios lectores, distribuyéndose exclusivamente mediante suscripción: quién quisiera leerla tendría que pagar todo el año; en aquel momento estaban en plena campaña de captación de suscriptores, previa al lanzamiento). Y nos habló de la línea editorial que pensaba iniciar en paralelo, incluyendo en el paquete anual de suscripción cuatro libros que, evidentemente, todavía no existían. Todavía no existían y Pepe quería ideas… pero algunas ya las tenía bien pensadas.
Uno de los primeros libros (quizá el segundo o el tercero de la colección, calculaba) habría de ser sobre el rey. Un tema tabú donde los haya, quizá el más tabú de todos. Ese libro quería Pepe que fuera un bombazo y seña de identidad de la publicación. Se trataba de hacer una biografía no autorizada que recogiese lo más destacado sobre el monarca, de la multitud de informaciones que circulaban fragmentadas en un exclusivo boca a boca en los mentideros de la corte, o que dormían el sueño de la censura en los cajones de la conciencia (o de alguna publicación poco audaz). Pepe necesitaba un periodista serio, riguroso, con cabeza, que escribiera bien… Pero tampoco era necesario -nos explicaba- que realizase una gran labor de investigación: sería un trabajo sobre todo de documentación; y Pepe y otros colegas le iban a facilitar el contacto para entrevistas confidenciales a personajes relevantes, y el acceso a diversas fuentes extraoficiales e inéditas. Podría firmar bajo seudónimo y se garantizaba la confidencialidad.
Yo le escuchaba cada vez más inquieta en el asiento delantero del coche, girándome hacia atrás para mirarle y pasando por la mirada escorada de Andrés al volante… Mi compañero definía ciertos aspectos de mi carácter como una pertinaz querencia a saltar en los charcos sin calcular bien los riesgos, y creo que adivinaba lo que quería decir en aquel momento. Era una novata sin apenas experiencia en el mundo del periodismo; pero hacía poco tiempo, como ya dije, que había terminado una frustrante tesis doctoral, precisamente sobre el rey (sobre sus discursos y su repercusión en la prensa, para ser exactos).. Y digo “frustrante” porque la elección del tema se había hecho con toda la intención, pero el resultado de mi trabajo se quedó muy corto en cuanto a capacidad crítica sobre la institución monárquica (mucha lingüística pragmática y poca conclusión política).
Me había pasado varios años leyendo hasta entre líneas todo lo que caía en mis manos sobre la vida y milagros del monarca y la transición española, escudriñando en las hemerotecas las páginas de la prensa que hacían la más mínima referencia al rey, interpretando gestos y analizando campañas mediáticas… Y disponía de unos archivos bien ordenados con una documentación extensa a los que apenas había podido sacar provecho en la redacción de la tesis, con cuyo resultado nunca estuve satisfecha. ¡Yo quería hacer ese libro! Yo prometía ser “seria” y “rigurosa” y poner mis cinco sentidos en ello. Prometía ajustarme al pie de la letra a todos los objetivos del editor, cumplir todos los plazos, dejarme ayudar, aconsejar y criticar todo lo necesario… Yo quería escribir ese libro. De hecho, ya estaba empezando mentalmente a darle vueltas al caldo de ideas y a pensar en cómo deconstruirlo en capítulos, cómo organizar la información…
No sé a dónde nos dirigíamos en aquel coche aquel día, eso no lo recuerdo. Pero sí que, para mi gran alivio, Andrés no puso objeciones al menos en voz alta a mi osadía, planteada con la ansiedad e insistencia de una niña frente a un escaparate de caramelos; incluso apoyó con alguna frase que sí podía ser “seria” y “ rigurosa” y esas cosas… Y Pepe, aunque es cierto que hacía muy poco que nos conocíamos, se lanzó a la piscina de creer en mí, con ese atrevimiento con el que acometía casi todo lo que hacía.
Visto ahora, con la distancia de más de una década, no puedo menos que idealizar un poco aquella etapa, atroz en algunas cosas, apasionante siempre. Hicimos varios libros y un montón de reportajes, en una constante vorágine de actividad. Para coordinarnos, planificar proyectos y, sobre todo, reír juntos del éxito que suponían los ladridos impotentes del poder cuando cabalgábamos, Andrés y yo viajábamos a Euskadi, Pepe bajaba a Madrid, nos llamábamos varias veces al día por teléfono… No parábamos y, todo hay que decirlo, pese a la multitud de dificultades y contratiempos, lo pasábamos en grande. ¡Cuánto aprendí en aquellos paseos con Pepe, por la Concha o por la zona vieja de Compostela o por donde nos pillase! No solo de periodismo, sino sobre todo de actitudes ante la vida, en la lucha, inasequibles al desaliento.
Ardi Beltza vio la luz por primera vez en enero de 2000 y tuvo una intensa y corta vida de poco más de un año, en el que se convirtió en la segunda revista vasca de información general. Durante sus primeros meses se fue pergeñando el libro del rey, en un ritmo de trabajo casi relajado al principio. Recopilaba información nueva, hacía entrevistas…. y pensaba, en interminables conversaciones con Andrés, en la forma y estructura que había que darle. Cuando se acercaba el otoño, hubo que pegar un extraordinario y estresante acelerón para cumplir con el plazo que nos habíamos propuesto. Pero las ideas sobre lo que había que decir estaban ya tan claras que la redacción salía del tirón, casi sin esfuerzo, como si estuviera ya escrito de antemano. Sin tiempo ya ni para que Andrés pudiera leerlo, aunque su colaboración había sido extraordinaria en toda la fase previa, yo le iba entregando el texto capítulo a capítulo a Pepe por correo electrónico, y él lo revisaba y lo enviaba a imprenta, directamente, con plena confianza. Me llamaba cada noche para comentar algunos cambios y correcciones que había hecho, pero se le notaba satisfecho con el trabajo.
Lo último que envié fue el rebuscado seudónimo que enmascararía mi nombre, y la biografía para la solapa…
–https://baserrigorri.blogspot.com/2021/03/pepe-rei-y-un-rey-golpe-golpe-in.html?m=1