La «bañera», la «barra» o el «quirófano»: las torturas en comisaría durante la ‘Transición’ / Siguen criminalizando a Edurne LH / Las calles hablan / 12 años sin José Ortín Martínez.

Dibujo. Tortura «La barra».

Muro de solidaridad y denuncias:

Tortura:

-La «bañera», la «barra» o el «quirófano»: las torturas en comisaría durante la ‘Transición’ en Asturias

Está bien documentado que durante el franquismo se produjeron torturas en comisarías y cárceles. Es quizá menos conocido para los más jóvenes que desde la muerte de Franco y hasta los años 80, «incluso con el PSOE en la Moncloa», en España y también en Asturias se siguió propinando terribles palizas y aplicando las mismas violentas técnicas: la rueda, que consistía en rodear entre varios a un preso y golpearle desde todos los ángulos; la bañera, meter la cabeza de la víctima en un recipiente lleno de agua con excrementos hasta casi ahogarle una y otra vez; la barra, por la que se esposaba al detenido las muñecas por delante de los tobillos y se le colgaba de una barra por las articulaciones de las rodillas para golpearle sin posibilidad de protección; o el quirófano, tumbar sobre una mesa al detenido e inmovilizarle de pies y manos mientras se le golpeaba en el pecho impidiéndole la respiración.

Son algunas de las torturas que menciona el investigador de la Universidad de Oviedo Eduardo Abad en su artículo La Transición (in)controlada: una cartografía de la violencia política en la Asturias posfranquista, publicado como parte del libro El antifranquismo asturiano en (la) Transición, una compilación de estudios de varios autores coordinados por el mismo Abad, García Carmen García y Francisco Erice (Ed. Trea, 2021).

Abad explica que «Los equipos encargados de la lucha antiterrorista continuaban aplicando con idéntica crueldad métodos de tortura como la rueda, la bañera, la barra o el quirófano. Unas ‘herramientas policiales’ que buscaban destruir la moral y quebrar la resistencia de las personas interrogadas a cualquier coste. La total indefensión de los detenidos y la saña con que la Brigada de Información empleaba la tortura en estos casos no tenía nada que envidiar a los peores años de la dictadura».

El trabajo del investigador se centró en demostrar que la violencia fue una constante durante los años a menudo «idealizados» de la Transición. «Fue en estos primeros años del reinado de Juan Carlos I (1975-1982) cuando la violencia política adquirió en España unas cifras dramáticas (…) y Asturias no fue una excepción», incluso tras la primera victoria socialista de Felipe González.

Policías antidisturbios esperan a manifestantes en una calle de Madrid, a finales de los años 70, durante la Transición

Eran, en opinión de Eduardo Abad, los «últimos coletazos» del franquismo. Tras el inicio del reinado de Juan Carlos I, afirma, «el aparato represivo continuó utilizando exactamente las mismas prácticas para garantizar la continuidad del régimen. Ya no se trataba de aniquilar físicamente (…) Ahora, el objetivo principal debía ser controlar las calles, contener las movilizaciones y atacar a los elementos más radicales bajo el amparo de la lucha contra el terrorismo».

Foto. Antidisturbios. Finales de los 70.

Los torturadores, premiados

Abad ha documentado numerosos casos de agresiones e incluso varias muertes en Asturias. Y pone nombres y apellidos: «La terrible Brigada Político-Social, en manos del siniestro Claudio Ramos, continuó en la línea de lo que anteriormente ya había demostrado con las formas más sádicas de violación de los derechos humanos». Otros autores como José Ramón Gómez Fouz (Clandestinos, 1999) ya contaron la historia del tristemente famoso Ramos, que había demostrado su cruel eficacia ya años antes en la lucha contra la guerrilla asturiana. Pero también fue bien conocido de las comisarías su discípulo Pascual Honrado de la Fuente, Pascualón, el «Billy el niño asturiano». En los años 60 fue condecorado dos veces, medallas que conservó pese a las denuncias posteriores de haber sido uno de los peores torturadores de la época; denuncias que nunca prosperaron en los tribunales. Y hubo muchos más.

Oviedo era el centro más importante de represión, pero no el único. «Especialmente brutales fueron las palizas ejercidas en la Comisaría de Policía de Avilés contra varias mujeres vinculadas al Movimientu Comunista d’Asturies (MCA), a una de las cuales existe constancia de que llegaron a violarla con un vergajo», explica en su artículo Eduardo Abad. Citando al abogado Antonio Masip, que años más tarde sería alcalde de Oviedo, «el año de la muerte del dictador se contabilizaron hasta 27 casos de torturas en toda Asturias».

Las cárceles olvidadas

Especialmente penosa fue la condición de los presos en Asturias, puesto que lo que ocurría en las cárceles era aún menos difundido. «El sistema penitenciario de la Transición ejerció una violencia constante y en muchos casos arbitraria sobre el conjunto de los reclusos», dice el investigador asturiano. Tanto es así que «hubo varias huelgas y motines, la más grave acabó con un muerto en la cárcel Modelo de Oviedo. Me asombré al estudiar esto, porque muchos de estos sucesos eran desconocidos; salieron en prensa en su momento, pero en el imaginario popular de la Transición nadie recuerda este tipo de cosas. Incluso al entrevistar a gente de la época, te dicen: «No, no recuerdo que pasara nada en la cárcel…, bueno, a Masip le quemaron el coche, pero fue un hecho aislado», cuenta Abad.

El motín más grave de toda la Transición en Asturias ocurrió a finales de 1980. Aquel año, 109 reclusos habían enviado un escrito al gobernador civil denunciando las penurias que sufrían de la penitenciaría ovetense: sin higiene adecuada, con una comida deficiente y unas instalaciones deterioradas… «Tras no obtener soluciones, el 11 de diciembre de 1980 se rebelaron e iniciaron un motín donde murió el preso preventivo José Ramón Vázquez Abuli, de 19 años, supuestamente asfixiado por el humo en su celda». En El Coto de Gijón las condiciones no eran mejores.

Los «espontáneos»

Durante casi una década, entre la muerte del dictador y la llegada al poder del PSOE, «la extrema derecha asturiana desarrolló una estrategia de presión y desgaste contra lo que percibía como amenaza directa: la reorganización de las fuerzas antifascistas en un contexto de agotamiento del modelo tradicional del régimen y su transformación en una monarquía parlamentaria».

Para Eduardo Abad, «el terrorismo perpetrado por estos grupos se encuentra ligado a los proyectos políticos ultraderechistas de finales del franquismo» y su repertorio de acciones violentas «abarcaba desde palizas y pintadas amenazantes hasta la colocación de artefactos explosivos en farmacias o librerías, pasando por los secuestros e intentos de asesinato de militantes antifranquistas». Casi siempre, si no siempre, salieron impunes. Las denuncias eran archivadas o, simplemente, ignoradas.

«A partir de primeros de junio de 1975 aparecieron en la vida pública asturiana los llamados Guerrilleros de Cristo Rey. Escondidos bajo ese u otros nombres, varios grupos de neofascistas amenazaron y atentaron contra distintos sectores del antifranquismo asturiano», como los que volaron con explosivos el coche de Masip.

Tras el golpe de Estado del 23-F en 1981 y la disolución de la Fuerza Nueva de Blas Piñar en 1982, «la extrema derecha asturiana entró en una dinámica residual que culminó con varias detenciones por el tráfico de armas en torno a un campo de tiro de Lugones». No actuaba, pero seguía existiendo.

https://www.lavozdeasturias.es/noticia/asturias/2021/03/12/banera-barra-quirofano-torturas-comisaria-durante-transicion-asturias/00031615540714942374674.htm?fbclid=IwAR2vTrTpK7A86LN9HHWMZYZ4PIFo515HbkfO3N82B2q0wi2VOerNw0_fals

Foto. Multa a periodista Edurne LH.

Criminalización:

-Sigue la represión contra Edurne LH.

Hace unos meses recibí 2 multas (900€) por cubrir una concentración en apoyo al preso político Patxi Ruiz. Hice alegaciones,indicando q fui allí como periodista, e indique que mi nombre actual es Edurne,y no el q ponían en la denuncia, pidiendo que se dirigieran a mí como Edurne.

Pues bien, me han respondido y ratifican la multa. En la carta no se cortan en reconocer q me vigilan y vigilan mis redes sociales. Además se niegan a llamarme por mi nombre alegando q «en los documentos oficiales» figura mi antiguo nombre, pese a q tengo el DNI cambiado hace meses.

Esto viene a demostrar una vez más la persecución y acoso de los cuerpos policiales hacia mi debido a mi trabajo periodístico. Y además denota una intolerable transfobia institucional, donde utilizan mi nombre antiguo pese a tener toda la documentación ya cambiada. Solo por joder.

Que admitan sin ponerse colorados que están vigilando mis redes sociales es una prueba de q estoy en su lista negra, por el «grave delito» de participar en @LaHaincontrainfo , de cubrir informativamente movilizaciones y de escribir sobre luchas y movimientos sociales. Spanish GESTAPO.

No consiguieron condenarme y encarcelarme por el montaje policial del #JaqueaLaMonarquia y además ahora me he querellado contra uno de los agentes montajista, lo cual me pone en su punto de mira y me hace objetivo de sus abusos, en este caso de su burorepresión.

Las calles hablan:

Foto. Mural a Pepe Rei. Texto y retrato de Pepe.

-Mural homenaje a Pepe Rei

De Roc Black Block 21

“Seguimos seguiremos Pepe Rei. Jaione Aranburu Taldea”.

Pegatina. Cara con boca tachada.

-Pegatinas: “Libertad contra la represión y la censura. No ley mordaza”.

Foto. José Ortín. Muerto en prisión hace 12 años.

-Militante comunista muerto en prisión

José Ortín Martínez, 21 marzo 2009

José Ortín Martínez nació en septiembre de 1945 en el madrileño barrio de Ventas, en el seno de una numerosa familia. A los 14 años comenzó a trabajar de electricista -profesión de su padre- en la empresa ARIJA. Posteriormente trabajó durante varios años en la fábrica de componentes eléctricos DEMAG.

Los años 68-69 serán decisivos para José Ortín. Son los años en que su conciencia de clase -y su fino olfato político, habría que añadir- le llevan a apartarse de las luchas sindicales promovidas por los traidores carrillistas y a buscar otro camino en el que poder iniciar lo que sería su larga andadura de militante comunista. Hacia 1970 se incorpora a la OMLE (Organización Marxista-Leninista de España) y participa activamente en las tareas de reconstrucción del partido. Una vez celebrado el congreso que daría nacimiento al PCE(r), Ortín se ocupó siempre de tareas de organización, primero desde el Comité Local de Madrid y posteriormente desde el Comité Central.

Detenido y torturado salvajemente en 1978, pasó por las cárceles de Carabanchel, Zamora, Puerto de Santa María, Herrera de la Mancha, donde se sumó a la larga huelga de hambre en la que perdió la vida el militante del PCE(r) Crespo Galende y tras la que todos los militantes del PCE(r) y de los GRAPO fueron trasladados a la cárcel de Soria, de donde saldría en libertad en 1989, justo en el momento en que todos ellos llevaban a cabo otra larga huelga de hambre contra la dispersión.

Una vez en la calle, Ortín se incorpora inmediatamente al trabajo activo, a las tareas de organización del partido. Al principio lo hace de una forma más o menos abierta, hasta que, acosado día y noche por los esbirros de la policía y la guardia civil, se ve obligado a pasar a la clandestinidad. En junio de 1994 participa como miembro del Comité Central del PCE(r) en el III Congreso del partido. Su enorme compromiso con la causa obrera y popular le llevaría meses después a incorporarse a los GRAPO.

Detenido nuevamente a finales de 1995, fue encarcelado primero en Meco, luego en Valdemoro y finalmente en Foncalent, donde falleció el 21 de marzo de 2009, a los 63 años de edad y por un infarto mientras desarrollaba un vis a vis con su familia.

La biografía de un militante comunista que como Ortín ha pasado toda su vida en la cárcel o en la clandestinidad, se puede resumir en unas pocas líneas. A esas pocas líneas se podrían añadir muchas más en las que se relataran esos miles y un «detalles» que dan fe de una vida entregada por completo a la causa del proletariado. Se podría hablar de la febril actividad que José desplegó durante los últimos años del franquismo, cuando, madrugada tras madrugada, regaba literalmente las puertas de las grandes fábricas de Madrid con octavillas en las que se denunciaba el régimen fascista. Se podría contar que en 1977 al ser detenido el Comité Central del PCE(r) mientras celebraba una reunión plenaria, Ortín fue de los primeros en dar un paso adelante para ocupar uno de los puestos vacíos de mayor responsabilidad. Tampoco habrá nunca espacio suficiente para recoger los testimonios de todos los que le conocieron, de todos los que recordarán siempre la fuerza con la que defendía sus convicciones, su seguridad en el triunfo de la revolución socialista, la firmeza con la que encajaba los golpes, la sonrisa que no perdía ni en los momentos más difíciles.

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