Recuperando materiales históricos:
Documento finales de los años 70
Experiencias de teatro de guerrillas
En nuestra contribución a la lucha. Por la liberación de los presos políticos.
Siguiendo la línea trazada de llevar a la práctica la teoría que vamos elaborando y difundiendo en nuestra revista, para comprobar ante las masas populares si es válida o no; el equipo de teatro hemos elaborado recientemente una obra en base a la liberación de todos los presos antifascistas y representado ante distintos sectores populares, cosechando una riquísima experiencia y –lo que es más importante- confirmar nuestra línea.
La obra consta de tres cuadros escénicos, cuya duración global no excede de los quince minutos. Y esto es así porque los límites a nuestro trabajo que hoy existen impuestos por el fascismo, no nos permiten representarla de manera más extensa. Es por tanto, nuestro trabajo fundamentalmente clandestino, aunque tratemos de aprovechar cuantos circuitos legales se puedan. La estructura de dicha obra está confeccionada para “atacar” al público en cualquier sitio y en cualquier momento, teatro que nosotros denominamos “de guerrillas”. Teatro claro, sencillo y directo. Teatro de denuncia, de información y agitación.
Otra de las peculiaridades más interesantes de esta forma teatral, es la de poder en un corto espacio de tiempo, sin emplear muchas horas en los ensayos, montar obras con temas plenamente actuales, y llegar al público donde éste se encuentre: plazas, calles, centros culturales…, sin intermediarios ni acuerdos y trámites previos, hecho que dificulta enormemente el control policial y esquivar su represión. También de esta forma podemos acercarnos, a lugares imposibles de otro modo, por ejemplo a la salida de una fábrica, aunque, hasta el momento y pese a varios intentos, este objetivo no lo hemos logrado todavía, debido principalmente a la estrecha vigilancia policial a que están sometidas, máxime con estas medidas ultra-represoras que los firmantes del pacto de la Moncloa a instancia del gran capital nos han impuesto. Pero pensamos que, con una mínima ayuda que recibamos desde dentro indicándonos el lugar y la hora más apropiados, este problema lo podremos superar.
Hasta el momento de escribir esta crónica, hemos representado la obra ante tres sectores populares diferentes: un barrio obrero (dos veces), la universidad y un centro cultural juvenil, y, si bien sus impresiones –en cuanto a gustos formales se refiere- podrían variar, en cuanto al contenido han estado plenamente de acuerdo, acogiendo favorablemente nuestra alternativa. Esto es por ejemplo que, en el barrio obrero la parte primera no era entendida ni seguida como por los universitarios ni por los jóvenes; pero en cambio la segunda y tercera eran mucho más sentidas, causándoles grata sorpresa e identificación la realidad de las escenas –según sus propias exclamaciones: “pero si eso mismo es lo que discutimos en nuestra fábrica” “cuanta razón tienen, coño”, etc.- En el sector universitario las dobles intenciones de la primera parte eran cogidas al vuelo, produciéndoles gran hilaridad (tenemos que resaltar la importante colaboración que nos hizo O.D.E.A. resultando nuestra intervención eficaz).
Aparece patente en estas observaciones sobre el tipo de público, cómo en el medio estudiantil, por la influencia intelectual burguesa a que están sometidos, les aproxima mucho más al estilo fresco. Al contrario que en el sector obrero mucho más identificado con las formas realistas, hecho que corrobora nuestros principios artísticos de que el realismo consigue una mayor expresividad y comunicación con todos los sectores populares.
Como hemos dicho anteriormente en todos los sitios al final hemos recibido un caluroso y sentido aplauso, clara muestra de su aprobación especialmente subrayada en el transcurso de la obra en lo concerniente al Pacto, la figura de Franco, etc… Otra muestra de su interés, ha sido la gran acogida que han tenido las octavillas que llevamos para repartirlas al final de la actuación (unas con una poesía, otras con un comunicado realizado por nuestro grupo conjuntamente con otras organizaciones antifascistas en la reunión de Enlace, y ambas con un dibujo en una de sus caras), llegando en algunos sitios a quitárnoslas de las manos, y las aportaciones económicas que han hecho a favor de los presos y sus familias.
En resumen, la experiencia que hasta ahora hemos obtenido nos ha dado una gran moral y fuerza, al comprobar en la práctica que nuestra obra es acogida favorablemente por la mayoría. Hecho que va cimentándose en una base sólida, lo que nos ayudará a desarrollar una línea teatral firme y segura.
Liberemos a los presos antifascistas.
CUADRO PRIMERO: “Siguen mandando los mismos”
(Alrededor de una mesa están sentados un militar, un capitalista y la oposición)
- CAPITALISTA.- (Levantándose). Bueno señores, brindemos por nuestro feliz entendimiento, para que todos unidos hagamos frente a las dificultades que conlleva la consolidación de la democracia. (Dirigiéndose a la oposición) Mi querida Oposición, espero que nuestras divergencias sean muy pronto superadas.
- OPOSICIÓN.- Eso espero D. Capitoste, para el bien de nuestro pueblo, y que de una vez por todas se acaben los favoritismos.
- CAPITALISTA.- Así será, así será. Francamente creo que caminamos hacia un futuro esperanzador, aunque lo único que lo entorpece, de momento, son las grandes dificultades por las que estamos atravesando ¿Vd., ya me entiende?
- MILITAR.- ¡Esto lo soluciono yo en un abrir y cerrar de ojos! Mano dura y menos contemplaciones con esos muertos de hambre.
- OPOSICIÓN.- Por ese camino lo único que conseguirán es perjudicarse más.
- MILITAR.- (Dirigiéndose al capitalista) ¡Papá! No sé si te das cuenta de las graves ofensas que está cometiendo a la Patria esta señora, al despreciar el servicio de las Gloriosas Fuerzas Armadas, columna vertebral de nuestra sociedad. (Aparte y haciendo un ademán violento). Si me dejaras…
- CAPITALISTA.- (Aparte) Hijo… hay que tener paciencia. Ahora tenemos que salir de esta crisis y para eso hay que lograr el consenso de todos y más de éstos. Yo sé lo que hago. (Dirigiéndose de nuevo a todos). Quisiera recordarles lo importante que es para mí este día; lo importante que es olvidar viejas heridas; lo importante de estar todos unidos como… una piña.
- MILITAR.- Por supuesto, pero hay que dejar bien claro que, todos los piñones no son de la misma piña, ni del mismo pino.
- OPOSICIÓN.- No lo dirá por mí. Puesto que si estoy aquí, es por mi propio esfuerzo y sacrificio.
- MILITAR.- ¿Esfuerzo? Yo sí que tengo que hacerle para que podamos seguir adelante.
- CAPITALISTA.- ¡Vamos, vamos! Nos traen aquí otras miras… Medidas, quiero medidas concretas que nos permitan salir de esta inflación asfixiante.
- MILITAR.- Medidas que hagan cesar de una vez para siempre las acciones corrosivas de esos grupúsculos terroristas.
- CAPITALISTA.- Medidas que hagan desaparecer la intranquilidad social: Huelgas, manifestaciones…, y permitan aumentar la productividad.
- MILITAR.- Medidas que eviten la infiltración en las Gloriosas Fuerzas Armadas, de ciertas ideologías disgregadoras y malignas.
- CAPITALISTA.- Medidas que devuelvan la confianza a los inversores y empresarios. La confianza y los beneficios.
- OPOSICIÓN.- ¿Y qué se puede obtener a cambio, D. Capitoste?
- CAPITALISTA.- Mi querida Oposición, a cambio puede obtener el poder y mi apoyo económico…(Aclarándola) ¡La pasta!.
- OPOSICIÓN.- No cabe ninguna duda que es tentadora le oferta; pero debe tener en cuenta que me debo a mi pueblo y por lo tanto exijo la inmediata libertad de todos los presos políticos y un indulto general para los demás presos.
- MILITAR.- ¡Me niego a que salga ninguno más de esos politiquillos!… Pero lo que ya es el colmo, es pedir también que salgan esos delincuentes… criminales… ¡¿Qué pretende, que nadie pueda salir a la calle?!
- CAPITALISTA.- Anda hijo no te sulfures. (A la Oposición). Yo creo que no hay que exagerar. ¿Cuándo iba Vd. a pensar que compartiría los frutos de la democracia junto a nosotros? ¿Eh? Liberaremos a no más de cuatro políticos, incluidos Matute, Covisa, Anti-abogados de Atocha y artificieros del Papus; y a los que queden los denominaremos terroristas y serán tratados como tales ¿vale?. ¡Ah!… y de los quinquis no merece la pena ni hablar.
- OPOSICIÓN.- Bueno… acepto, para que con ello se consolide la naciente situación; pero eso no quiere decir que en un momento dado, la gracia pueda extenderse ¿No?.
- CAPITALISTA.- Desde luego, desde luego. Es cuestión de tiempo. Además todo es negociable. Por ejemplo: tenemos que reducir los puestos de trabajo, congelar los salarios, aumentar los precios de los productos, legalizar el despido libre, reforzar los cuerpos represivos, etc., etc., etc…
- OPOSICIÓN.- (Cínica). Me opongo con toda mi firmeza.
- CAPITALISTA.- Es necesario que ceda, sino… ¡nos quedamos en bragas!.
- OPOSICIÓN.- ¡Huy!… Me da igual, sencillamente me opongo.
- MILITAR.- ¿Le atizo padre, le atizo?
- CAPITALISTA.- No seas bruto (Extiende un cheque). Tome, tome y solo es el principio.
- OPOSICIÓN.- ¡Ah!… esto es otra cosa. Bueno… ¿qué hacemos entonces?
- CAPITALISTA.- ¡UN PACTO!… Un pacto social con el que mi dinero se beneficie y tú puedas salir todas las noches en TVE. ¿Qué te parece, accedes?.
- OPOSICIÓN.- No se hable más. Anda chato, dame una plumita que le eche un firmazo.
- MILITAR.- Oye papá…¿Y yo qué?.
- CAPITALISTA.- Tú no hace falta que lo firmes. Las Fuerzas Armadas deben permanecer al margen de toda política concreta… Además, nosotros ya tenemos nuestro pacto hace tiempo.
- MILITAR.- ¡No te preocupes Papá! Tendré mis tropas listas para cualquier momento. Estaré escondido detrás de vosotros, pero cuando sea necesario pasaré delante.
(TODOS CONTENTOS ENTRE RISAS SE DAN FUERTES ABRAZOS DE DESPEDIDA)
CUADRO SEGUNDO: “La detención”.
(Habitación de una casa obrera. El padre sentado en una mesa leyendo el periódico, y la madre está preparando la cena. Siguiendo una supuesta conversación).
- MADRE.-… Si, ¿pero se ha resuelto algo?
- PADRE.- Nada. La empresa sigue con su postura. Dice que nuestra lucha es ilegal, porque se pasa de los márgenes del Pacto de la Moncloa.
- MADRE.- ¡Pues eso era lo que tenían que hacer con los precios de las cosas! Pero está visto que para eso no sirve ese pacto. Pedro, no sé qué vamos a hacer.
- PADRE.- Cálmate mujer, ya verás como todo se soluciona… Mi sindicato nos ha prometido que está haciendo todos los trámites posibles, para que el Convenio salga favorable a los trabajadores.
- MADRE.- ¡Veremos si es verdad! Porque me parece a mí, que hablan mucho y no hacen nada.
- PADRE.- ¡No exageres, María!… Hacen lo que tienen que hacer. (ojeando el periódico) Estamos en una situación muy delicada.
- MADRE.- ¡Ya lo creo que lo estamos! (Mirando la cena)… y sobre todo nosotros, porque como no consigas que te suban el sueldo lo suficiente, Juan tendrá que dejar los estudios y ponerse a trabajar.
(ENTRA JUAN, UN CHICO JOVEN)
- HIJO.- ¡Hola!
- MADRE.- Hola hijo.
- HIJO.- (Dejando los libros sobre la mesa y quitándose el abrigo) ¿Qué tal papá, lo habéis conseguido?
- MADRE.- (Poniendo los platos sobre la mesa). Que va… está esperando que lo arregle su sindicato.
- PADRE.- ¡No empieces otra vez, María!
- HIJO.- (Mientras lleva los libros de la mesa a su habitación). Bueno, déjale… ya se irá dando cuenta con el tiempo, de lo que son esa gentuza.
- PADRE.- (Cerrando el periódico bruscamente) ¡No te consiento que digas esas idioteces!… ¿Cómo pensáis arreglar esto? ¿Como Tomás, que por ser un cabezón logró que le echaran de la fábrica y se vea ahora perseguido?
- HIJO.- (Sentándose a la mesa) Si Tomás se ve en esa situación, es por ser un hombre honrado que siempre ha luchado por su clase, y tú lo sabes.
- PADRE.- Pero, ¿quién te ha metido esas cosas en la cabeza?… ¡Mantienes relación con Tomás!
- HIJO.- ¿Y qué de malo tiene eso? Es mi hermano.
(La madre va sirviendo la cena)
- PADRE.- ¡Está con una gente que no ve otra forma de arreglar las cosas, si no es a tiro limpio!.
- HIJO.- ¡Y cómo van a verlo de otra forma, si estamos gobernados por un atajo de asesinos!
- PADRE.- ¡Son terroristas! Y lo único que conseguirán es que volvamos a la época franquista.
- HIJO.- (Con tono irónico). Época franquista. Si algo ha cambiado desde que murió ese verdugo, es para que nada cambie. Para que los mismos ricachones sigan manteniendo sus privilegios y los mismos trabajadores sigamos explotados y oprimidos.
- PADRE.- ¿Qué sabrás tú de explotación?
- HIJO.- ¡Yo también estoy explotado! ¡Todo el pueblo está explotado!… Y si para ti, todo el que no esté de acuerdo con este engendro de “democracia”, la desenmascare o tenga el valor de luchar con las armas en la mano contra esos asesinos, es un terrorista, yo también lo soy.
- MADRE.- Venga comer que se os va a enfriar la sopa… Pedro, parece mentira que hables mal de tu hijo. ¿Cuándo Tomás ha hecho algo malo?.
- PADRE.- Lo que yo digo, es que le han lavado el cerebro.
- HIJO.- ¡A ti sí que te lo han lavado! Tú estás pagando una cuota todos los meses, para engordar a unos lidercillos corrompidos que ni mucho menos les importan tus problemas. Por qué sino, ¿A ver quiénes han firmado el Pacto de la Moncloa? ¿Quiénes dicen sí a todo lo que proponen los fascistas, eh?.
- MADRE.- Eso es verdad, el otro día vi en la televisión a Camacho diciendo que, dónde íbamos los trabajadores pidiendo tanto, si el país no tiene dinero.
- PADRE.- Pues no le falta razón. El cabrón de Franco nos ha dejado todo hecho una miseria.
- HIJO.- ¿Y qué quieres, que lo arreglemos ahora los que hemos padecido su tiranía y hemos estado machacados durante todo ese tiempo? ¡Que lo resuelvan los que han engordado junto a él, chupando todo lo que han querido! Pero, claro, de la noche a la mañana todo ha cambiado. Ahora el país es de todos y por eso debemos todos juntos: pobres y ricos, arreglarlo ¿no es eso lo que pregona tu sindicato?.
- PADRE.- ¡Calla, calla!… la verdad es que estoy hecho un lío.
- HIJO.- Eso es precisamente lo que quieren conseguir los fachas junto con los partidos y sindicatos que colaboran abiertamente con ellos. Pero todo cada día está más claro. El pueblo se ve cada vez más perjudicado con las medidas impuestas por el capital… y sobre todo vosotros, los obreros.
- PADRE.- Si, eso está claro… Pero, ¿cómo lo arreglarías?.
- HIJO.- Como siempre lo habéis hecho. Al margen de los sindicatos. Por un camino independiente. Eligiendo en las asambleas a los delegados que veáis más representativos y que sean éstos y nadie más, los portavoces ante la patronal de vuestras peticiones; formar piquetes que extiendan vuestras reivindicaciones a las demás fábricas y a todo el pueblo, pidiendo solidaridad; formar piquetes que zurren a chivatos y esquiroles…
- PADRE.- Pero eso es ilegal y nos pueden despedir.
- HIJO.- ¡Claro que lo harán!, si no estáis unidos y si os dejáis en manos de esa gentuza de sindicaleros, que lo único que hacen es dividiros.
- MADRE.- Juan, hijo, ten cuidado… con esas ideas vas a acabar como tu hermano.
- HIJO.- No puedo tener otras, madre, es la única salida que tenemos.
(Llaman a la puerta. Abre la madre apareciendo detrás de la puerta un joven vecino).
- MADRE.- Pablo, ¿Qué haces aquí a estas horas?
- PABLO.- Traigo malas noticias, señora María. Han detenido a Tomás.
- MADRE.- ¡No puede ser, Dios mío! ¿Por qué a mi hijo… no dicen que ya hay libertad?
- PABLO.- La hay para los que han traicionado a su clase.
- MADRE.- ¿Y ahora qué hacemos, Pedro?
- HIJO.- ¡Anda ve a tu sindicato, a ver si también te lo solucionan!.
- PADRE.- No. Lo que hayamos de hacer lo tenemos que hacer nosotros. ¡Venga! Vamos a movernos. Hay que avisar a la familia.