Recuperando materiales históricos
Periódico “AYUDA”, nª 76. 9 Octubre 1937.
Ilya ERHENBURG
¡AL MÁSTIL!
Todo el mundo sabe cómo envenenan con gases asfixiantes a los niños abisinios; cómo saquean Málaga; cómo arrojaron bombas sobre las poblaciones de pescadores de Cataluña.
Bandidos, envenenadores, asesinos, pensaban en añadirse un nombre nuevo. Amantes de la terminología –y también de los provechos fáciles-, deseaban hacerse piratas. En invierno aprendían a navegar sin bandera y a pintar de nuevo los buques, como un ladrón de caballos los tiñe para que no sean conocidos. Este era el curso preparatorio del bandidaje.
*El comandante del batallón “Leond” escribía: “Sin ruido, los piratas del ideal abandonan la patria para la más bella, la más santa de las aventuras. El barco “Calabria”, sin bandera y sin nombre, se aleja lentamente de las costas patrias. De día hay alarmas a causa de los buques que, pasando a nuestro lado, preguntan quiénes somos. La marcha corriente del “Calabria” es de siete nudos por hora, y nosotros –con celeridad de nuevo- vamos corriendo. Nos escolta “Montekukkoli”. Nos protege como el propio padre. La alarma se prolonga, pues nuestro buque es pirata”.
*El suboficial del batallón “Garocha” escribía: “Salimos de Gcetta en un vapor enmascarado que anteriormente se llamaba “Lombardía”. Se nos ha dicho que nos van a acompañar veinte submarinos. Nos acompañan cruceros, torpederos y submarinos. Por encima de nosotros revolotea un hidroplano. Dicen que es italiano enmascarado. También dicen que nosotros ya no tenemos nombres sino solamente números, y que navegamos como piratas.”
*Un “camisa negra” del batallón “Garocha” escribía: “El ‘Lombardía’ está diestramente enmascarado. No tiene nombre. En las chimeneas, todas pintadas de negro, no hay colores de la Compañía de navegación. ¡Un buque completamente pirata! Hemos encontrado un barco noruego que nos saludó según las reglas; pero el ‘Lombardía’ no contestó. ¿Qué habrán pensado los noruegos? ‘Montekukkoli’ se acercó más a nosotros. A las dos aparece en el Sur el torpedero italiano ‘Aquilona’.”
Los autores de estas declaraciones han muerto en la huida heroica del invencible ejército italiano en Guadalajara. Sus retratos fueron publicados en la prensa italiana con adjetivos lisonjeros. (si los antiguos romanos creían que los héroes mueren heridos en el pecho, los nuevos se dan por satisfechos con una bala en el trasero).
De todas las maneras, los testimonios se han conservado. Para mayor suerte, cayeron en las manos de un escritor soviético, y ahora se encuentran sobre mi mesa. Y así, señores, no os sonrojéis como unas muchachitas cuando se os llame “piratas”. Vosotros mismo os dais ese nombre.
En invierno transportaban a España a los bandidos de tierra adentro. En verano han emprendido la piratería.
El ingenuo “camisa negra” se preguntaba qué habrán pensado los noruegos en alta mar con un buque pirata.
Cuando los italianos no contestaban a los saludos era aún el Siglo de Oro. Ahora, a los saludos los pacíficos barcos mercantes contestan con torpedos.
Yo tampoco sé lo que habrán pensado los honrados noruegos al encontrarse en el mar Mediterráneo con el “Lombardía” pintado de nuevo. Pero sí sé lo que piensan algunos sabios hombres de Estado cuando los italianos hunden un buque tras otro. Estos diplomáticos, de ningún modo menores de edad, de repente se hacen niños. Se encuentran ante el enigma del fenómeno. Dicen: “Un submarino desconocido hundió el buque tal y a tal.”
Esto es hermoso y hasta original en nuestro siglo, tan pobre en misterios. Existe en el mundo una península desconocida. En esta península hay una ciudad desconocida, en la ciudad desconocida, un hombre desconocido, con una gran mandíbula. El hombre desconocido ordena a los submarinos desconocidos hundir los barcos de vapor completamente conocidos.
Así se juega ahora en los salones de Europa. Y entretanto muere el marino soviético Stepenko. Los piratas tienen en reserva una bandera roja y gualda, de los fascistas españoles. Estos señores, cuando asesinan, se hacen pasar por servidores de ellos.
Los descendientes de los antiguos romanos desean muchas cosas. Por ejemplo, conquistar España. Como gentes civilizadas, trabajan, no solamente con las bombas, sino también con la pluma. En uno de los últimos números del “Popolo dilsalla” un “signore” aclara que Zaragoza (como toda España, desde luego) era en un tiempo una colonia romana. ¿Por qué razón decir Zaragoza? Esta era sencillamente “Cesaraugusta”. De todas maneras, en “Cesaraugusta” se está ahora bastante incómodamente, y los valientes legionarios romanos prefieren actuar en el Norte, donde tienen frente a ellos a un puñado de luchadores, incomunicados del Ejército republicano. Ellos tienen miedo de una lucha abierta. Hace poco derribaron un avión postal francés. Hunden buques de comercio. Casi no son piratas, son “piratitas”.
Una cosa sí tienen hasta donde pueden desear: fanfarronería. El periódico “li Resto del Carlino” escribe el 5 de septiembre: “Los periódicos soviéticos anuncian que no quieren sufrir más provocaciones. Nosotros aguardamos. El mar Mediterráneo verá una nueva Chushima. ¡Eh, cónsules y centuriones, veríamos qué vaca mugía! Nosotros sabemos muy bien lo que era Chushima. También conocemos la despreocupación criminal de los almirantes del Zar y el heroísmo de los marinos rusos. Nosotros sabemos que tras nosotros no solamente hay Chushima. Rusia se creaba con victorias y se sostenía con victorias. A la Chushima, el pueblo ruso contestó con el año 1905, a los fracasos del ejército ruso en 1916-17, con la revolución de febrero. Nuestro pueblo, en octubre de 1917, levantó la victoriosa bandera de la gran Revolución socialista. Hemos creado un país nuevo y un Ejército nuevo. Y vuestros oficiales batidos en Caporetto todavía mandan orgullosamente los regimientos. ¿Quién no los ha derrotado? Los etíopes descalzos en 1896 en Adua y los mal armados pastores castellanos en Brihuega. ¡Basta ya de hacer resonar las armas! Podéis asustar un poco a los liberales europeos, pero no a los pueblos de la Unión. Hablemos mejor sobre la cosa. En nuestra Enciclopedia se ha dicho: “Los piratas se encuentran fuera de la ley. Muchas veces a los piratas se les ahorcaba en los mástiles de los buques.” ¡Quizá miréis en la Enciclopedia. Vosotros decís: ¡Os rogamos que vengáis! Os espera una nueva Chushima. Nosotros no jugamos en la guerra. Pacíficamente os contestamos: ¡Al mástil!.