Alientos de lucha
Agenda
La séptima cruz
Anna Seghers
(Alemania 1900 – 1983)
“Fahrenberg, el comandante del campo de concentración, había ordenado esta noche -al igual que todas las otras- que se le despertara tan pronto como llegase alguna noticia sobre el fugitivo. Era una orden inútil, pues Fahrenberg no podía dormir. Escuchaba, atentamente, de nuevo, cualquier sonido que pudiese tener alguna relación con el asunto que le obsesionaba. Si en las noches últimas era el silencio sepulcral que reinaba en el campo y en torno a él lo que le atormentaba, hoy le hacía sufrir los frecuentes bocinazos de los coches, el ladrido de los perros y los gritos de los campesinos borrachos.
Todo quedó, por fin, callado. El campo se hundió en ese silencio característico que se produce entre la medianoche y amanecer. Sin dejar de escuchar tensamente, Fahrenberg intentó trazarse su propia pintura de la región: las aldeas, las carreteras y caminos, que las unían entre sí y con las grandes ciudades; una red triangular en la cual aquel tipo hubiera sido ya atrapado si no se tratase del diablo mismo. ¡Pero, después de todo, un hombre no se desvanece en el aire! Las huellas de sus pisadas habrán quedado marcadas en la tierra húmeda del otoño; alguien debe haberle proporcionado zapatos; alguien debe haberle dado de comer y de beber; en alguna casa ha debido hallar refugio. La posibilidad de que Heisler tuviera éxito en su fuga cruzó por primera vez la mente de Fahrenberg. Posibilidad absurda, en todo caso. ¿No se decía que sus amigos renegaban de él, que su mujer tenía un amante desde hacía tiempo, que su propio hermano participaba en la búsqueda? Fahrenberg respiró con cierto alivio. Lo más probable era que Heisler estuviese muerto ya, que se hubiese arrojado al Rhin o al Main; su cuerpo lo encontrarían mañana. De improviso, Fahrenberg vio vívidamente ante sí al Heisler del último interrogatorio, con su boca desgarrada y su mirada insolente.
Comprendió entonces la inutilidad de sus esperanzas: en río alguno aparecería el cadáver de este hombre, pues vivía y seguiría viviendo. Fue la primera vez, desde el día de la fuga, que Fahrenberg experimentó la sensación de que estaba persiguiendo no a un individuo cuyos rasgos conocía y cuyas energías se agotarían en cualquier momento, sino a una fuerza tan inmaterial como inagotable. Para el comandante del campo de concentración de Westhofen, tal idea era simplemente insoportable.”
Sobre la autora:
Escritora, militante comunista desde 1928. Escribió más de 30 libros, entre poemas, cuentos y otros géneros. Uno de sus primeros relatos fue La revuelta de los pescadores de Santa Bárbara. Su novela La séptima cruz, está considerada “un clásico de la literatura antifascista” al exponer las atrocidades del Tercer Reich, sobre todo porque ella misma vivió la persecución nazi por dos causas: ser judía y ser comunista. Vivió exiliada hasta 1947, año en el que se instaló en la RDA, siendo nombrada Presidenta de la Asociación de Escritores.