Alientos de lucha
Agenda
Pan duro y negro
Elisaveta Drabkina
(Rusia 1901 – 1974)
“Después de la reunión, los comunistas, acompañados de los restantes obreros, portando banderas rojas y entonando canciones revolucionarias, se encaminaban al Soviet de Moscú. A menudo los miembros del Partido, los veteranos y los nuevos, manifestaban en la reunión su deseo de incorporarse inmediatamente al frente y se dirigían a la oficina de reclutamiento militar. Al día siguiente desfilaban ya por las calles de Moscú camino de las estaciones, con el fusil al hombro, y una libra de pan y dos gobios secos, en el macuto.
Se veía a hombres barbudos de edad madura al lado de chiquillos barbilampiños, a mujeres formando al lado de los hombres, a obreros de la “Manufactura de las Tres Montañas”, en camisas manchadas del tinte del percal, hombro a hombro con los torneros de la“Bromley”, ennegrecidos por el polvo del metal. Todos iban vestidos con su ropa, calzados muchos de ellos con botas o zapatos de confección casera, con suela de madera o de cuerda.
Estos combatientes tenían las mejillas hundidas del hambre, no sabían guardar la formación ni marcar el paso, apenas si acertaban a disparar. Pero la expresión de sus rostros denotaba tanta decisión, tanta fe en su causa, tal disposición a vencer o morir, que se hacía evidente que aquellas personas lucharían hasta exhalar el último aliento, antes que retroceder o dejar al enemigo el camino abierto a Moscú.
En octubre de 1919, cuando Denikin se encontraba en los accesos de Tula, y Yudénich, en las inmediaciones de Petrogrado, ingresaron en el Partido cerca de 200.000 hijos e hijas del pueblo soviético.
Por aquellos días, Vladímir Ilich escribió:
“… Esto es un milagro: los obreros, que han soportado los inauditos tormentos del hambre, del frío, de la desorganización, de la ruina, no solo conservan su entereza de ánimo, su fidelidad al Poder soviético, toda la energía para el sacrificio y el heroísmo, sino que, a pesar de toda su falta de preparación e inexperiencia, cargan sobre sí el peso del gobierno de la nave del Estado. Y esto, en el momento en que son más terribles los vaivenes de la tempestad…”
Efectivamente, aquello era un milagro, una de esas maravillas que tanto abundan en la historia de nuestra gran revolución proletaria.”
Sobre la autora:
Hija de los militantes bolcheviques Feodosia Drabkin y Iakov Drabkin, quien luego sería Presidente del Comité Militar Revolucionario del Soviet de Petrogrado. En su infancia acompañaba a su madre en viajes a Helsinki para comprar pertrechos para los bolcheviques. Cuando tenía cinco años la represión que siguió a la Revolución de 1905 obligó a sus padres a pasar a la clandestinidad. Ella no volvería a verlos hasta la Revolución de Octubre, en 1917. En su adolescencia se incorporó a los Guardias Rojos y participó en la toma del Palacio de Invierno. Sus obras hablan de los eventos y las figuras que definieron su vida, principalmente su experiencia revolucionaria.
En Pan duro y negro Elisaveta describe su vida previa a la Revolución, la militancia clandestina de sus padres y la suya propia.
*Descarga de la novela “Pan duro y negro”: