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La lucha por la amnistía; Parte fundamental en la construcción de la Unidad Popular.
Somos el Comité Solidario de Gasteiz, nacido con el propósito de desarrollar un trabajo antirrepresivo de manera colectiva a nivel local.
Esta vez os contactamos con el objetivo de presentarnos compartiendo un artículo del primer número de ‘Altxa!’, el órgano de expresión del Comité en forma de revista. El primer ejemplar de Altxa! fue publicado en febrero de este año como herramienta de presentación. Desde sus páginas pretendemos hacer llegar parte de nuestro trabajo, así como reflexiones sobre la situación social y, sobre todo, dar voz a los presos políticos revolucionarios que pueblan las mazmorras de los Estados español y francés.
La adquisición de la revista conlleva un aporte solidario de 5€. Absolutamente todos los beneficios de este primer número irán destinados a Fito y Valentina y en los próximos números publicaremos los resultados de la recaudación.
La revista se puede conseguir en bares de Gasteiz.
Sin más dilación, os dejamos con la lectura con la esperanza de que sirva para fomentar la reflexión, el debate y la crítica.
ALTXA!tu, antolatu eta borrokatu!
¡ÁLZATE, organízate y lucha!
¡AMNISTÍA TOTAL!
Revista Altxa!, n.º 1. 44 páginas formato folio. A todo color.
*La lucha por la amnistía; Parte fundamental en la construcción de la Unidad Popular.
Pasito a pasito, como las hormigas, las masas vuelven a hacer suya una de las reivindicaciones con más importancia histórica para el movimiento popular, no solo en Euskal Herria, sino en el conjunto del Estado. Nos estamos refiriendo a la lucha por la amnistía, la cual tiende paulatinamente a llenar las calles como un torrente, y es que la represión del estado fascista no es para menos: Palos, palos y más palos.
El reformismo y el social-fascismo no pueden poner más diques a este río. Desde los tiempos de la farsa-transición llevan intentando borrar esta palabra de nuestra vista. ‘¡Ya se consiguió la amnistía, en el Estado español ya no existen presos políticos!’ nos dicen, mientras hacen malabares para intentar justificar sus tácticas electoreras subyugadas al juego que se impuso con el cambio de fachada del régimen. Pero sus mentiras cada vez tienen las patas mas cortas. Lo hemos visto en Catalunya, donde el ciclo de luchas bajo el paraguas del procés ha puesto de manifiesto la total ausencia de libertades políticas y democráticas, además del encarcelamiento de otros tantos presos políticos. Lo hemos visto en Madrid con las movilizaciones anuales exigiendo la amnistía total. Lo vemos en Andalucía, Asturies o Galiza en las incalculables campañas por la libertad de los presos políticos del PCE(r) y los GRAPO o por la libertad y absolución de Pablo Hasel o Daniel Gallardo. Y sobre todo lo vemos en Euskal Herria donde los traidores tampoco han conseguido apagar la llama de la lucha por la amnistía legada históricamente por los grandes revolucionarios vascos. No nos vamos a conformar con peticiones de acercamiento a cambio de arrepentimiento. Los queremos a todos en la calle, con la cabeza alta y sin la posibilidad de volver a dar con sus huesos en la cárcel por su actividad política. Conquistaremos su libertad cueste lo que cueste, arrasando con el régimen putrefacto de 1939.
Revolucionarios como el gasteiztarra Oier Gómez, ejemplo de luchador consecuente que defendió esta reivindicación democrática hasta el fin de sus días. Revolucionarias dignas como Arantza Díaz, también gasteiztarra, que si no murió en las mazmorras del enemigo fue por la importante campaña de solidaridad que se dio en todo el Estado exigiendo su libertad. O revolucionarios como Patxi Ruíz, que demostrando gran coraje, emprendió una lucha, prácticamente suicida, para defender su dignidad como persona y como revolucionario, y la del resto de presos, en la cárcel de Murcia. Estos son nuestros ejemplos, los defenderemos con uñas y dientes y mantendremos la bandera de la amnistía en alto sin ceder ni un milímetro en nuestras justas demandas, así como ellos nunca se rindieron ante el enemigo de clase.
La maquinaria del Estado fascista sigue golpeándonos a todos. No entiende de diferencias ideológicas entre nacionalistas, comunistas o anarquistas. Esta situación se está viendo agudizada con la definitiva vuelta a los orígenes que emprendió el régimen hace ya unos cuantos años, reforzada ahora con la situación derivada de la Covid-19. Solo durante los meses de Marzo y Abril se pusieron 740.000 multas relacionadas con la Ley Mordaza, se han practicado más de 9000 detenciones por ‘burlar el estado de alarma’, tenemos al ejercito en la calle ‘para frenar una pandemia’ (¿De eso no se encargaban los médicos?), seguimos con centenares de presos políticos en las cárceles, decenas de raperos con pie y medio en prisión y todo esto sin contar con la que se nos viene encima: Agudización de la crisis capitalista, suspensión de los ERTE, despidos masivos y miles de desahucios que harán que la clase obrera luche por sus derechos más elementales y se encuentren frente a la represión más dura del Estado. Ante este panorama no podemos resignarnos y dejar que el miedo nos atenace. Es de vital importancia tejer lazos de solidaridad y organizar la lucha contra la represión del Estado terrorista. Solo así podremos hacer frente a la barbarie.
Esta no es una lucha defensiva, como algunos afirman, pues no se trata de una mera lucha económica, solidaria o circunstancial, sino que se trata de no volver a ser condenados por nuestra postura combativa. La amnistía, así como las libertades políticas, no va a llovernos del cielo, no va a ser el enemigo el que nos la regale. La amnistía es una reivindicación que hemos de arrancar al Estado, con lo cual conlleva una lucha encarnizada contra este y por un cambio de régimen que garantice, no solo estas, sino otras reivindicaciones democráticas como el derecho de autodeterminación de las naciones oprimidas, en nuestro caso Euskal Herria, la salida de los organismos imperialistas como la OTAN o la Unión Europea o el derecho a un trabajo y un techo digno y a una sanidad y educación totalmente gratuitas. Por lo tanto, la entendemos como una lucha radicalmente ofensiva encuadrada en un programa de mínimos que busque la unidad popular entre las fuerzas que enfrentan al fascismo. Con un poco de perspectiva histórica podemos comprender como la lucha por la amnistía cumplió un papel fundamental en 1936, cuando el primer punto del programa del Frente Popular reflejaba la exigencia de libertad para todos los presos políticos encarcelados tras el levantamiento de Asturies en 1934. Este programa aunó a comunistas, independentistas, republicanos e incluso anarquistas ante la afrenta fascista en ciernes y trajo consigo la victoria del Frente Popular en las elecciones de Febrero. Posteriormente, a finales de los 70, la reivindicación de la amnistía volvió a poner en jaque al régimen y de nuevo aunó a los sectores populares de diverso signo, lo cual condujo a la puesta en libertad de muchos presos políticos, aunque no de todos, pues el régimen mantuvo en prisión a los que seguían denunciando la maniobra de la transición.
La experiencia y el contexto concreto nos muestran que organizar la lucha por la amnistía y por las libertades políticas plenas es una de las prioridades que hemos de abordar si verdaderamente queremos enfrentarnos al Estado fascista. Hemos de impulsar espacios al respecto, por encima de siglas, egos y trincheritas oportunistas. Si no, estamos perdidos. La propia realidad histórica nos demuestra que solos no podemos. Ni en los momentos más encarnizados de las luchas obreras, ni en los años más duros en la guerra por la liberación nacional en Euskal Herria, ni en los últimos años donde el procés ha provocado la mayor crisis política del régimen desde 1975, se ha conseguido echar abajo los cimientos del Estado.
En 1935, la Internacional Comunista en su VII congreso aprobaba la conocida como táctica de los frentes populares antifascistas. En 2020 la seguimos considerando a todas luces justa, atendiendo a la realidad concreta del Estado español. Un Estado de capitalismo monopolista, con un régimen de dominación de tipo fascista, basado en el terror y altamente cualificado en cuanto a la represión. Un Estado donde no se garantizan los derechos y libertades democráticos mas elementales (Ni siquiera los democrático-burgueses) y que ha sido puesto en tela de juicio constantemente, incluso, por los organismos burgueses internacionales. Un Estado que no duda en aplastar todo atisbo de disidencia política, con todos los medios a su alcance, incluyendo la tortura, el asesinato o la desaparición. ¿Hasta cuándo vamos a estar mareando la perdiz?
Es la hora de dar un paso al frente y organizarnos verdaderamente para la batalla. Esto implica, en primer lugar, no cejar en nuestro empeño de trabajar por la unidad popular de todas las verdaderas fuerzas políticas antifascistas, detener la ofensiva terrorista del gran capital y enviarles al basurero de la historia de una vez por todas y, en segundo lugar, poner en el sitio que corresponde la reivindicación de la amnistía, como una de las puntas de lanza de la lucha unitaria contra el régimen. Si golpeamos separados estamos condenados al fracaso.
Para finalizar, queremos rescatar una cita de G. Dimitrov extraída de El frente único de la clase obrera contra el fascismo, que creemos de plena actualidad. Data de 1935, donde el fascismo era un peligro acechante en países como España y una realidad en Italia o Alemania. Aún así, las enseñanzas que podemos extraer de los documentos de Dimitrov y de la Internacional Comunista en referencia a la táctica de la lucha antifascista, siguen regalándonos multitud de enseñanzas a tener en cuenta en un país de fascismo consolidado:
“Debemos conseguir que se establezca el frente único más amplio por medio de acciones conjuntas de las organizaciones obreras de las distintas tendencias para defender los intereses vitales de las masas trabajadoras.
Esto significa, en primer lugar, la lucha conjunta por descargar de un modo efectivo las consecuencias de la crisis sobre las espaldas de las clases dominantes, sobre las espaldas de los capitalistas, de los terratenientes, en una palabra, sobre las espaldas de los ricos.
Significa, en segundo lugar, la lucha conjunta contra todas las formas de la ofensiva fascista, por la defensa de las conquistas y derechos de los trabajadores, contra la liquidación de las libertades democrático-burguesas.
Significa, en tercer lugar, la lucha conjunta contra el peligro cada vez más inminente de la guerra imperialista, lucha que dificultaría la preparación de esta guerra”.
¡Organicemos la lucha por la amnistía total!
¡Abajo el estado fascista!