Cartas desde prisión:
Pablo Rivadulla Duró
C.P. Ponent, junio 2021
LOS DIARIOS DE PRISIÓN DE DZERZHINSKY
Uno de los libros que más me han marcado, tanto en la calle como en prisión, son los diarios que el destacado bolchevique polaco Felix Dzerzhinsky escribió durante sus etapas encarcelado. Felix creció en una familia de la nobleza pero desde muy joven rompió con esa comodidad segura y se involucró activamente en el trabajo revolucionario realizando tareas de agitación y organización. Por ello años después fue condenado al exilio en Siberia del que se escapó volviéndose a incorporar a la organización comunista. Los siguientes años de intensas luchas que llevaron al intento de revolución fracasado en 1905, Felix encadenó varias entradas y salidas de prisión hasta ser liberado definitivamente por la revolución de febrero de 1917. Una de estas salidas fue posible por la Amnistía que en 1905 se arrancó al zarismo. Todas sus condenas fueron inferiores a las que actualmente el Estado español impone a comunistas del PCE(r). Por la suma de todas pasó 11 años de cárcel y exilio en distintos periodos. Ya liberado participó en la revolución de Octubre como miembro del Comité Militar Revolucionario y posteriormente dirigió La Cheka encargada de reprimir a los contrarrevolucionarios que saboteaban la construcción del Socialismo.
A parte de los textos donde relata su rutina en prisión, el libro reúne numerosas cartas principalmente a su compañera y reflexiones sobre la lucha. Al final también se añaden unos pocos escritos de los años posteriores a la revolución. En todos ellos Felix muestra una gran sensibilidad, la que lo llevó a combatir la tragedia de tantas injusticias evitables. Lejos de reflejar una falsa dureza de piedra demostró ser más duro desnudando sus emociones, cosa que en aquella época aún tenía más valor. Igual que enaltece el orgullo y la fuerza del camino revolucionario, no oculta los momentos más difíciles, los “tormentos en soledad”, su nostalgia, sus lágrimas y sus preocupaciones. Sin dejar de “celebrar que los camaradas están luchando fuera”.
Una de las cuestiones en las que insiste es en la necesidad de contagiar la fe en la victoria para que las masas se involucren en la lucha. Por eso da importancia a todos los terrenos desde donde se pueden difundir la agitación y la propaganda, también al del arte comprometido. Muchos de sus fragmentos poseen una elevada carga poética como cuando imagina lo que haría con su familia fuera de la cárcel, describe la naturaleza que añora o la futura felicidad del pueblo sin miserias ni represión. Le preocupaban especialmente las condiciones de los niños, por eso una vez ganada la revolución también se ocupó del bienestar de la infancia que venía de situaciones duras. Además de asegurarse desde La Cheka que los enemigos del Socialismo no pudieran volver a condenarlos a un régimen que les impidiera desarrollarse con dignidad.
Precisamente por esa firmeza fue el terror de la burguesía que lanzó y lanza peores calumnias contra él pintándolo como un monstruo. Lo odian por haber sido una de las piezas clave para arrebatarles el poder e impedir por los medios necesarios que lo recuperaran. Los verdaderos monstruos no olvidan que con muchos como Felix no podrían seguir viviendo a todo lujo a costa del sufrimiento de la mayoría. Fue bautizado como “Felix de hierro” porque precisamente por su enorme humanidad fue contundente con los carentes de esta y por servir con constancia y entrega a la causa hasta el fin de sus días. Desgraciadamente estos acabaron demasiado pronto por las nefastas consecuencias para su salud que le acarrearon sus estancias en prisión.
El tesoro que suponen sus bastantes desconocidos diarios cuya edición física solo he encontrado completa en inglés, también desmontan las falaces campañas de los capitalistas y sus esbirros que siempre insisten en dejar a los bolcheviques como oscuros, fríos y sectarios sin democracia interna. Felix, como tantos otros y como es lógico, tuvo en más de una ocasión diferencias con Lenin (1) y eso no hizo que se frenara el debate, ni que fuera marginado ni que tuviera una responsabilidad menor por ello, todo lo contrario. En 1917 formó parte del Comité Central del partido y más tarde a parte de dirigir La Cheka impulsó el Comisariado de Asuntos Internos del Pueblo y dirigió el Consejo Supremo de la Economía Nacional. Nada que ver con los embustes que señalan que a la mínima discrepancia estaba garantizada la expulsión e incluso la ejecución. Sus diarios son la mejor descripción de lo que es un comunista y hacen entender por qué fue tan adecuado para dirigir La Cheka: sabía muy bien todo lo que costó poder vencer y todo lo que se perdería si el enemigo organizaba su victoria. Ojalá este potente testimonio sea traducido y editado en castellano por la gran utilidad que puede tener.
Felix sintió la causa en lo más profundo y obró en consecuencia. Literalmente hasta su último aliento muriendo de un infarto tras un apasionado discurso contra los contrarrevolucionarios trotskistas. “Nunca he dudado de que nuestra causa es correcta. Ahora cuando quizás durante largos años nuestras esperanzas son enterradas en ríos de sangre, cuando miles de luchadores son encarcelados o deportados a Siberia, estoy orgulloso. Veo como las amplias masas vienen hacia la acción para destruir el viejo sistema, masas con fuerzas preparadas para la nueva lucha. Me siento orgulloso de formar parte de estas. Aquí en prisión a veces es terrible pero si tuviera la opción de volver a empezar haría lo mismo, no como una obligación porque para mí es una necesidad orgánica» F. Dzerzhinsky (1908)
Pablo Hasel.
UN DÍA MÁS
En la cárcel, otro negocio inhumano,
un revolucionario solo se puede reafirmar
en la urgente necesidad de acabar con su sistema
con el añadido de tener más tiempo para mejorar
y reflexionar sobre cómo acelerar ese proceso.
¿creían que ver más crueldad me llevaría a acatarla?
Hoy con más fuerza que nunca
puedo escupirles una voluntad pulida.
El recuento de los carceleros jamás
podrá contar mi derrota
mientras yo cuento otro día de resistencia.
Cuando ni el poder de todo un Estado
es capaz de arrebatarnos la conciencia
y la eleva más con sus golpes bajos
recordamos porqué venceremos
donde el orgullo gana al dolor que nos causan.
¿creían que las cuatro capas de barrotes
iban a impedirme ver
lo que desde aquí se puede aportar?
Acaba el día y comprueban que estemos en la celda
pero una vez más la lucha se ha fugado
y transita las calles sin que puedan detenerla.
Pablo Hasel.
¿Vivir no es acaso alimentar una fe inquebrantable en la victoria? (F. Dzerzhinsky – Diario de un prisionero, 3 junio 1909)