Alientos de lucha
Agenda
Así se templó el acero
Nikolai Ostrovski
(Ucrania 1904 – Moscú 1936)
“Habló el viejo bolchevique Sharabrin, secretario del Comité Comarcal de Shepetovka.
-¡Camaradas! Ha muerto el jefe del proletariado mundial, Lenin. El Partido ha sufrido una pérdida irreparable, ha muerto aquel que creó y educó al Partido bolchevique en el odio irreconciliable a los enemigos… La muerte del jefe del Partido y de la clase obrera llama a los mejores hijos del proletariado a nuestras filas… (…)
En la sala no había el ruido habitual ni rumor de conversaciones. Una gran pena ahogaba las voces; la gente hablaba en voz baja, y en centenares de ojos se advertía una dolorida alarma. Con igual silencio los miembros del buró ocuparon sus puestos tras la mesa presidencial. El fornido Sirotenko levantó con cuidado la campanilla, la agitó apenas y de nuevo la dejó sobre la mesa. Ello fue suficiente para que, poco a poco, un silencio angustioso se extendiera por el salón.
Inmediatamente después del informe, se levantó Sirotenko, secretario general del colectivo. Lo que dijo no sorprendió a nadie, aunque era extraordinario en una reunión fúnebre.
Sus palabras fueron éstas:
-Varios obreros piden a la reunión que examine una solicitud suya; la firman treinta y siete camaradas. Y leyó el documento.
“Al colectivo del Partido Comunista bolchevique de la estación de Shepetovka, ferrocarril del Suroeste. La muerte del Jefe nos ha llamado a las filas de los bolcheviques y rogamos que se examine nuestra solicitud en la reunión de hoy y se nos admita en el Partido de Lenin.”
Bajo estas breves palabras había dos columnas de firmas.
(…)
Cuando el primero que había estampado su firma se acercó a la mesa, en la sala se hizo un profundo silencio. El viejo Polientovski no podía contener su emoción, al relatar la historia de su vida.
-¿Qué más deciros, camaradas? Todos sabéis cuál era la vida del trabajador en los viejos tiempos. Vivía esclavo, y en la Vejez arrastraba una vida de mendigo. Reconozco que, cuando estalló la revolución, me consideré viejo. La familia pesaba sobre mis espaldas y no vi el camino al Partido. Y aunque en la lucha nunca ayudé al enemigo, rara vez entraba en combate. En el año 1905 formé parte del comité de huelga en los talleres de la estación de Varsovia y marchaba al paso de los bolcheviques. Entonces era joven y ardoroso. ¿Para qué recordar lo viejo? -La muerte de Ilích me ha herido en lo más profundo del corazón, hemos perdido para siempre el amigo y protector, ¡y no volveré a hablar más de mi vejez! Que alguien lo diga con palabras más bonitas, yo no soy maestro de la oratoria. Sólo afirmo que mi camino es el de los bolcheviques, y no otro.”
Sobre el autor:
Escritor soviético. Lejos de dejarse doblegar por su inmovilidad y su ceguera, logró escribir su primera novela Así se templó el acero, basada en su infancia y en la Revolución bolchevique. También redactaba artículos periodísticos. Su segunda novela, Engendrados por la tempestad, quedó inconclusa por su fallecimiento; trataba sobre sus experiencias en la guerra civil en Ucrania.
*Descarga “Así se templó el acero”
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*La subjetiva memoria histórica sobre Ucrania. Sobre “Así se templó el Acero”
-http://www.presos.org.es/index.php/2011/01/16/asi-se-templo-el-acero/