Alientos de lucha
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Campos roturados
Mijail A. Shólojov
(Rusia 1905 -1984)
“Contemplando a su buey, Maidannikov sintió de pronto que se le hacía un nudo en la garganta y que los ojos empezaban a picarle. Lloró y se creyó consolado al salir del establo. El resto de la noche lo pasó fumando.
¿Qué iba a ocurrir en el koljós? ¿Comprenderían todos como comprendía él que ésta era la única solución, que no había otra? Por penoso que fuera llevar y poner en manos de la comunidad los animales que han crecido con los chiquillos en la isba, no se podía hacer otra cosa. ¡Ah este maldito cariño que tiene uno a su propiedad, había que aplastarlo, impedir que llegase al corazón!…
Así pensaba Maidannikov acostado al lado su mujer que roncaba. Con los ojos abiertos, cegados por las tinieblas, contemplaba los negros huecos de la oscuridad. Y seguía pensando: “¿Adónde llevaremos los corderos, los cabritos? Los pobres necesitan una casa caliente… Hay que cuidarles y atenderles… ¿Cómo distinguir a estos condenados animales que tanto se parecen? Los confundirán las madres y la gente. ¿Y las vacas? ¿Cómo recoger el forraje? ¡Cuánto se desperdigará! ¿Y si la gente, asustada por las dificultades, se dispersa al cabo de una semana? Entonces no tendré ya ninguna razón para vivir aquí. Me marcharé de Gremiachi y me iré a la mina para siempre”.
Amanecía cuando Maidannikov se durmió, pero hasta en sueños se sentía abrumado. La decisión de ir al koljós le costó lo suyo. Gimiendo y sangrando, rompía el cordón umbilical que le unía a su propiedad, a sus bueyes, a su parcela de tierra natal…
Por la mañana, después de haber almorzado redactó trabajosamente su instancia, con la frente fruncida, lustrosa de sudor.
“Al camarada Makar Nagulnov, célula del P.C. de Gremiachi:
DECLARACIÓN El abajo firmante, Kondrat Kristoforovich Maidannikov, campesino medio, solicita ser recibido en el koljós, con mi mujer, mis hijos, mi propiedad y mis animales: Pido ser admitido en la nueva vida, por estar de acuerdo con todo. Maidannikov”
—¿Ingresas? —le preguntó su mujer.
—Ingreso.
—¿Y llevarás a los animales?
—Naturalmente… ¿Pero por qué gritas, tonta del bote? ¿No he gastado ya bastante saliva para convencerte? ¿Ya empiezas otra vez? ¿No decías que estabas de acuerdo?
—Kondrat, no es más que por la vaca… Tengo el corazón encogido por causa de ella… Estoy de acuerdo… Pero, qué quieres, me da mucha pena -decía ella sonriendo y enjugándose las lágrimas con el delantal-. (…)
Maidannikov sacó del establo la vaca y los bueyes, montó a horcajadas en su caballo, y se dirigió hacia el río. Los bueyes después de haber saciado su sed, querían volverse a la casa; pero Maidannikov, invadido por una sorda irritación, les cerró el camino y les hizo marchar al soviet. (…)
Maidannikov sentía un gran malestar. Pero desde un recodo de la carretera, vio cerca del soviet una multitud de bueyes, de caballos, de carneros amontonados como en una feria.”
Sobre el autor:
Novelista, ganador del premio Nobel de Literatura en 1965 y una de las figuras más destacadas de la literatura soviética. Nacido en la región del Don, Shólojov no era de origen cosaco, aunque supo describir magistralmente las condiciones de vida y la reacción de las gentes del sur ante la lucha revolucionaria, la guerra civil y la colectivización.
Todo ello se puede apreciar en su colección de relatos Cuentos del Don y en sus magistrales novelas: Campos roturados y El Don apacible.
*Descarga de “Campos roturados”: