Memoria histórica imprescindible:
-Las dramáticas fotografías de Cerro Muriano y un poema que da voz a su memoria.
Se cumplen 85 años de la batalla que tuvo lugar en la barriada cordobesa, con la derrota de las tropas republicanas, y originó una desesperada huida de mujeres, ancianos y niños, reflejada en las instantáneas de Hans Namuth y Robert Reisner.
Una mujer corría./ Jadeaba y corría./ Tropezaba y corría./ Con un miedo macizo debajo de las cejas/ y un niño entre los brazos./ Corría por la tierra que olía a recién muerto.» Corría por el aire con sabor a trilita./ Corría por los hombres erizados de encono./ Miraba a todos lados./ Quería detenerse./ Sentarse en un ribazo y con su hijo menudo./ Sentarse en un ribazo y amamantar en paz./ Pero no hallaba sitio./ No encontraba reposo./ No lograba la pausa sosegada y segura/ que las madres precisan./ Ese viento apacible que jamás se interpone/ entre el pecho y el labio./ Buscaba cerca y lejos./ Buscaba por las calles,/ por los jardines y bajo los tejados,/ en los atrios de las iglesias,/ por los caminos desnudos y carreteras arboladas./ Buscaba un rincón sin espantos, un lugar aseado para colocar una cuna./ Y corría y corría./ Dio la vuelta a la tierra./ Buscando./ Huyendo./ Y no encontraba sitio./ Y seguía corriendo./ Y el niño sollozaba débilmente./ Crecía débilmente/ colgado de su carne fatigada.
-Testimonios del horror franquista que ha escuchado la juez Servini: «Le clavaron varillas de paraguas en los oídos»
Es uno de los varios testimonios que obran en el expediente de la jueza argentina Servini, que investiga las torturas y asesinatos a los detenidos bajo el franquismo.
Sancho Álvarez Alonso nunca pudo recibir la manta que su hermana Teresa le llevó en 1940 a «El Chalet», la casa de indianos de Grado (Asturias) reconvertida en prisión de odio y de muerte: «A Sancho se lo han llevado de ‘paseo'», pudieron oír de labios de otros condenados. Todos sabían que de esos ‘paseos’ ya no se volvía: los ‘paseíllos’ falangistas acababan siempre frente a una tapia, y los ‘paseados’, en una fosa sin identificar en los caminos. Es otro de los horrorosos testimonios que la juez argentina María Servini ha escuchado de sus protagonistas, o de sus familiares.
A sus 93 años Teresa Álvarez Alonso mantiene la entereza y el recuerdo vivo del pasado más ominoso que se ha vivido en la historia de España: su abuelo paterno, su padre y dos hermanos mayores de Teresa fueron represaliados por el régimen franquista en la pequeña localidad asturiana de Bayo (Concejo de Grado). El abuelo, Evaristo Álvarez Iglesias, con 77 años, fue juzgado en consejo de guerra el 4 de noviembre de 1938 (inmediatamente tras la toma de Asturias por las tropas traidoras de Franco) y condenado a la isla de San Simón, en Redondela (Pontevedra), de donde nunca volvería. Algunos dijeron que murió famélico en prisión y que sus restos los tiraron al mar. Otros dicen que sí, que murió de hambre, pero que está enterrado de forma anónima en Vigo.
-Sobre Isaac Puente:
‘La paz social, la convivencia pacífica y espontánea a la que aspira el hombre, no puede lograrse más que haciendo lo más común posible el disfrute de la riqueza, del Poder y del Saber. Para que este disfrute sea común, es menester que nadie lo posea con quebranto o mengua de otro, sino que todos tengan acceso a la parte que precisen o gusten de aprovechar. La fraternidad humana sólo puede basarse sobre la comunidad de intereses y la común posesión de los bienes naturales, y el común soportar de la carga del trabajo’. Isaac Puente
‘El conocerle era amarle. Nadie que le conociera podía dejar de sentirse atraído por su bondad y simpatía. El anarquismo en él nacía por generación espontánea. Hombre modesto, honrado, solidario sin afectación y valiente con ostentación. Cuanto tenía lo daba, nunca a nadie pidió nada. Se creía de todos deudor y no comprendía que nadie pudiera deberle a él nada’. Daniel Orille
Hace 85 años asesinaban a Isaac Puente Amestoy, médico rural. Hijo de un ex militar carlista que acabó abriendo una farmacia en Vitoria, Isaac pertenecía a una familia numerosa y conservadora, con dos hermanas metidas a monja, otra que cursó Magisterio, otra aficionada a tocar el piano y a las artes en general y un hermano mayor que llevaba la farmacia con el padre. Isaac estudió un tiempo con los jesuitas y acabó sacándose la carrera de Medicina con 22 años.
Empieza ejerciendo de médico rural en Cirueña, Logroño, y poco después obtiene plaza de médico titular del partido de Maeztu. Es el único médico que presta servicio a 20 pueblos, que por otra parte disponen de una dotación de 30 sacerdotes. Sí, hay un país más de extremaunción que de prevención y salud.
Puente, que ha entrado en contacto con la CNT alavesa y publica en prensa anarquista, hace tiempo que tiene muy claro que no hay peores enfermedades que la miseria, el hambre y la desigualdad, provocadas por ese patógeno llamado capitalismo, tan capaz de mutar a fascismo para sobrevivir. En sus artículos habla de salud, higiene, justicia social, con espíritu divulgador, con una prosa de sobriedad transparente, en palabras de Josep Peirats. Trata con afecto a los pacientes y atiende gratis a quien no puede pagar, porque entiende que es su deber, sin darle mayor importancia. Cuentan que una vez cobró 300 pesetas a un mando de la Guardia Civil por curar a su hija de una fractura y que entregó la pasta, gansa en esa época, a la caja de resistencia de la huelga de los mineros de Korres.
Tras la caída de Primo de Rivera, y como vicepresidente de la Junta del Colegio Oficial de Médicos de Álava, Isaac Puente fue designado diputado foral tal como marcaba la ley. No le hizo mucha gracia y en ocas semanas confirmó sus sospechas de entrar en un engranaje de cambalache político alejado de la realidad que tan bien conocía como médico rural. Asistió a la primera reunión, vio el percal, y no tardó en presentar la dimisión.
Isaac Puente reniega de la política de despachos y se lanza a la acción política a pie de calle, multiplicando escritos en prensa, conferencias y campañas de apoyo a huelgas y presos. Son los años de la II República y no tardará en ir sumando meses de presidio. Anarquista, naturista, feminista, crítico con la medicina oficial y el negocio de las farmacias, íntegro a carta cabal, Isaac Puente resultaba incómodo a las autoridades de cualquier escarapela. ‘Nuestra revolución social necesita tener más amplio frente, haciendo de cada villorrio un baluarte. Se ha de hacer en la base; conmover los cimientos e interesar a todos. No nos hace falta el ejército, porque no vamos a conquistar el Poder, sino a destruirlo’.
Isaac Puente vio venir el golpe de Estado militar, pero decidió quedarse en su casa, en Maeztu, incapaz de abandonar a su padre, anciano y enfermo. Falangistas y requetés campaban a sus anchas y la población carcelaria se multiplicaba. El mismísimo Millán Astray se plantaba en Maeztu y se hacía llevar a hombros por civiles aterrorizados desde la estación a un balcón de la plaza para escupir una de sus habituales peroratas. Y se empieza a fusilar a destajo.
Puente no dejó de atender a sus pacientes hasta su detención la madrugada del 28 al 29 de julio por un grupo de falangistas y Guardia Civil al mando del sargento Vitorino Casado. Pasará un mes en la cárcel. La madrugada del 1 de septiembre de 1936, Isaac Puente, 40 años, casado y con dos hijas, es subido a un camión y ya nadie volverá a verle con vida. Lo fusilan en el desfiladero de Pancorbo junto al maestro Florentino Pérez Pichardo.
La casa y bienes personales de Isaac Puente fueron expoliados y cuatro años después de su asesinato y desaparición, el Tribunal de Responsabilidades Políticas de Burgos le condenó a pagar una multa de 200 pesetas por afiliación a la CNT.
‘Los que sembramos, sabemos que estamos en otoño, y que nos esperan muchas labores penosas y muchos riesgos por la inclemencia de los elementos. Ni siquiera tenemos la ilusión de recoger el fruto. Hay actividades que, como el ejercicio físico, llevan en sí mismas su satisfacción y su premio. La satisfacción de haber cumplido con el deber de ser útiles a nuestros hermanos’.
(Para saber mucho más sobre Isaac Puente Amestoy pasen por la Asociación Isaac Puente o por las páginas de Isaac Puente. Médico rural, divulgador científico, y revolucionario, Miguel Iñiguez y Juan Gómez, Papeles de Zabalanda; Isaac Puente Amestoy. Anarquista, Ignacio C. Soriano Jiménez, Asociación Isaac Puente, 2011; Isaac Puente: el médico anarquista, Francisco Fernández de Mendiola, Txalaparta, 2007. Y pillen por ahí su folleto ‘El comunismo libertario’)
–https://www.facebook.com/100003869931998/posts/2107444269394550/
Leí el «isaac Puente: el médico anarquista». Este revolucionario fue un adelantado para su época, empático, solidario. Se lo hicieron pagar con su vida. Dicen que hay que pasar página, pero resulta que son 114.000 páginas a «olvidar», y eso ya es toda la historia del Estado, de los mejores hombres y mujeres que fueron asesinados por defender una República legítima, transformadora, esperanzadora. Ni olvido, ni perdón.