Recuperando trabajos en prisión:
José Balmón Castell.
Preso políticos del PCE(r).
-NO HAY MILAGROS
Yo, ya no soy solo con mi herida,
sino parte de un puño de acero
que rompe las tinieblas…
Yo, soy hueso y tripas y pellejos,
pero soy el Partido.
Yo soy débil y torpe y…
pero tengo un camino trazado
que lo decide todo…
Y la revolución
ha comenzado en mis entrañas.
Tiemblo, caigo, tropiezo,
camino con mi herida y mi rastro de lágrimas.
Pero sigo, resisto, me levanto,
avanzo con los míos,
me sostiene el Partido…
Todos para uno y todos para el pueblo…
Y sigo resistiendo con mi herida…
con mis huesos partidos a porrazos,
con mis tripas resecas por las huelgas de hambre,
con mi piel requemada en la picana…
Tan pequeño y tan débil como un hombre.
Tan fuerte y tan inmenso como una bandera.
No hay milagro que valga:
sólo el Partido es vida y es victoria.
-CONSEJO A UN POETA VENCIDO
(Prisión de Daroca, 15-4-89)
¿Sabes?, tuve un amigo
que sabía vibrar como una flor
o llorar con el llanto de un niño mendigo;
en un tiempo
esa ternura fue amor a su clase
y se hizo guerrillero,
lo conocí en la cárcel
y aquí nació el poeta por obra del Partido,
porque un poema es también un arma
si enardece los puños contra los opresores…
Pero la lucha es dura,
y los muros son altos como torres,
y los días son lentos como siglos,
y el aislamiento oxida los latidos,
y el enemigo jura y asegura que durará mil años…
y para tener firme la sonrisa
no basta el fogonazo juvenil:
hacen falta raíces profundas en el proletariado,
hace falta la ciencia y la conciencia,
hace falta saber, a pies juntillas,
que en este mismo instante
con millones de puños y fusiles
el viejo topo hoza bajo los cimientos
de Wall Street y la Moncloa;
no, no basta con el sentimentalismo
en esta lucha a muerte por la vida,
Lástima,
hoy he sabido que ha sido derrotado,
que han partido su alma en mil pedazos,
que ha perdido su fe en los oprimidos,
que ya no ama sino su pellejo,
que escribe «testamentos» de amargura,
que ha roto la unidad con sus hermanos
y ha pedido refugio… al carcelero:
olvidó que hay dos clases y cual era la suya,
se me murió el amigo,
arrió su bandera el camarada,
se pudrió la palabra encendida del poeta…
Pero así son las cosas,
no todos los hombres luchan toda la vida
y el Partido
se fortalece depurándose y sigue adelante.
Dicen que aún hace amagos de levantar el puño;
tal vez sea un tic que le quedó arraigado
o simple disimulo frente a la soledad y la deshonra,
pero un poeta que ha sido combatiente
bien merece un consejo:
«Si no aceptas el riesgo y la gloria
de cantarle al amor desde las barricadas,
acepta la derrota honestamente
con un digno y respetuoso
silencio».
Si lo ves, díselo de mi parte.