Memoria histórica imprescindible:
-Sin salario ni asueto: mujeres rurales en la España de principios del siglo XX.
Si ha habido una actividad en que las mujeres hayan participado ininterrumpidamente desde la Historia, esa ha sido la agricultura…
-Doble castigo para los ‘rojos’ en Alicante, fusilados por Franco y enterrados junto a un monumento falangista.
En varios de los cuerpos desenterrados junto a la placa en homenaje a José Antonio Primo de Rivera en el cementerio de la ciudad se aprecian signos de violencia, como orificios de salida de bala en el cráneo.
-Una cuneta democrática para las víctimas del franquismo.
La discriminación que sufren las víctimas de la dictadura es una condecoración que el Estado del siglo XXI cuelga del pecho de la impunidad del franquismo.
Emilio Silva. Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
–https://www.elsaltodiario.com/memoria-historica/cuneta-democratica-victimas-franquismo
-Fallece Paula Azcárate a los 97 años, superviviente del bombardeo contra Durango que inspiró el libro ’31 VIDAS’.
Durango pierde una pieza histórica, humanamente inmensa. Se llama, se llamaba y se llamará siempre Paula Azcárate Vizcargüegana y ha fallecido a los 97 años de edad el 23 de diciembre.
El pasado julio, ella y su familia impulsaron de alguna forma el libro ‘31 Vidas, el bombardeo contra Durango’, de biografías. Ella, a pesar de una de las protagonistas, también inspiró de alguna forma la publicación ya que pidió al autor que retomara el proyecto que un ayuntamiento detuvo en su día.
-Causas judiciales abiertas en Guadalajara y su provincia por la autoridad judicial franquista contra diversos militantes antifascistas de los distintos puntos de Guadalajara capital y su provincia.
Hilo:
*Canjes de prisioneros (oct./nov. 1936)
*Antonio Cazorla Fernández (¿?- 1940?)
*Lino Muela Román (1905- ?).
*Antonio Jaraba Tejedor (1915- ?).
*Acciones armadas en el Alto Tajo en diciembre de 1937.
–https://csoctubre.wordpress.com/
-Los trabajos y los días: las mujeres españolas en el siglo XX.
Sus «pupilos» la llamaban simplemente Lola. ¡Era la patrona! Se levantaba al alba para preparar los desayunos de los huéspedes que alojaba en su casa. Al igual que ella en su día, estos habían llegado en el marco del éxodo rural propio de aquellos años. ¡Estábamos en los 60! Tiznados por el humo del carbón que expulsaba el tren y cargados con la maleta de cartón, sujetaban muy fuerte en la mano el papel en que estaba escrita la dirección de la patrona. Todos eran hombres y oriundos del mismo pueblo que Lola. Los conocía desde que eran niños y ella era aún una mocita de grandes ojos y largas trenzas oscuras. Ahora venían a la ciudad en busca de trabajo. Por las noches, sentados alrededor de un antiguo brasero de hierro, las conversaciones siempre giraban en torno al añorado terruño. ¡Cuando no se escuchaba la radio! Envuelta en su coloreada bata guateada y en su eterno delantal, y calzada con unas gastadas zapatillas de fieltro, Lola, la casera, servía en la mesa unas copitas de un orujo barato a aquellos hombres agotados que añoraban a sus padres, hermanos y amigos. Desarraigados en la gran ciudad, casi formaban parte de la propia familia de Lola. Ella se encargaba de hacerles la comida y las tareas de lavado y planchado de la ropa. Quizás el planchado era lo que le resultaba más agobiante. Sobre todo durante los meses cálidos, al tener que mantener encendida la cocina de leña durante la mayor parte del día; las planchas eran pesadas y había que recalentarlas con frecuencia sobre la cocina.[1] Lola nunca podía ahorrar lo suficiente para comprar una plancha eléctrica. Y qué decir de la tarea de zurcir los calcetines y coser parches en las sábanas. ¡Qué trabajo tan aburrido, pensaba Lola! La vivienda era sencilla; las habitaciones donde se amontonaban los inquilinos, estrechas; algunos colchones estaban en el suelo. Alu, una gata perezosa, dormía a los pies de Lola. Temprano, los que deseaban ir al único baño de la casa tenían que hacer cola. En sus pocas horas libres o robadas al sueño, la casera también se dedicaba a la costura. Trabajaba para un taller de modistería, a tanto la prenda. Estos trabajos le proporcionaban unos ingresos irrisorios, pero la ayudaban a completar el exiguo salario de su marido. Lola era increíble, e incluso sacaba tiempo para atender a su propia familia. ¿Alguien valoraba el esfuerzo de Lola?…