Cartas desde prisión.
Manuel Pérez Martínez
Aranjuez 24-1-2022
Hace varios días me enteré del fallecimiento de Elipe. Este ha sido un golpe muy duro que yo no esperaba. Aún me encuentro “noqueado”. El día 10 de diciembre Elipe me escribió una nota en la que me decía: “otra vez me tienes aquí, espero que con esta acabemos el 2021 y si el bicho me deja y hay algo de suerte, pueda acercarme a verte un rato y empecemos el 2022 bien”. Bueno, pues no hace falta decir que no hemos tenido ese “poco de suerte”.
La verdad es que yo también tenía la esperanza de que el enfermo lograría recuperarse, y así se lo hice saber en todas las cartas que le escribí últimamente. Por eso cuando Isabel me comunicó por teléfono que había muerto, tuvo que repetírmelo tres veces. Me costaba creerlo.
El fallecimiento del camarada Elipe ha sido una enorme pérdida para el Partido, y estoy seguro que aquella persona que haya mantenido alguna relación con él habrá sentido un hondo pesar por su muerte pues Elipe era un hombre bondadoso y sencillo, un incansable trabajador, afable (nunca le vi enfadado), leal y firme en sus convicciones revolucionarias; en pocas palabras, fue un verdadero militante comunista.
Para mí, personalmente, Elipe era más que un camarada: fue un buen amigo –un “kolego”, como a él le gustaba llamarme-. Nos sentíamos hermanados por las mismas ideas y los mismos sentimientos de clase. Y es que fueron muchos años compartiendo las mismas aspiraciones y fatigas. Más tarde, después de las detenciones del año 2000 en París, nos volvimos a encontrar en la prisión de Fleury cuatro años más tarde.
Quiero destacar que fue gracias al “don de gentes” de Elipe, a su labor de “proselitismo” llevada a cabo entre los docentes de esa cárcel en la que nos reunificaron tras varios años de aislamiento, como logramos instalar en la escuela del centro penitenciario, un “taller” del que salieron a la calle importantes recopilaciones de textos y documentos históricos del Partido.
Quizás os interese también saber, que desde tiempo atrás Elipe y yo teníamos un plan “secreto” para cuando ya no fuéramos “imprescindibles” en el Partido, el cual consistía en retirarnos al monte para construir unas cuantas cabañas en lugares apartados, donde las chavalas y los chavales pudieran ir a descubrir los valores de la naturaleza, de la camaradería y esas cosas…
En fin, antes apunté que yo tenía esperanza en que Elipe podría recuperarse de su grave enfermedad, pero también es cierto que él se sentía muy mal y no me lo ocultaba. No obstante, aún en este lamentable estado de salud no quiso dejar de hacer su trabajo partidista, hasta el punto que tuvimos que ponernos serios con él y pedirle que se tomara un descanso.
El día 7 de enero de este año me escribió su última carta, que yo he recibido varios días después de su muerte:
“Ese kolego:
Aquí estamos nada más empezar el 2022, que esperemos que sea un poco mejor que el pasado 21, aunque lo dudo, las cosas están como están y solo el salto de los currelas de Cádiz nos dio un poco de alegría momentánea.
Yo ando un poco mejor, menos cansado y con algo más de hambre, osease que la cosa va progresando adecuadamente. Yo sé de ti por Isa que de vez en cuando viene a verme.
A ver qué te parece esto que he encontrado por el Internet ese».
Así era Elipe, y así lo recordaré siempre: como un ejemplo de entrega a seguir –hasta el último momento- en la lucha revolucionaria.
Va un fuerte abrazo,
Manuel