Artículo en «El Otro País», de Juan García Martín, preso político del PCE(r). «La huelga del metal de Cádiz: enseñanzas y desmentidos». Los métodos de lucha, los métodos de organización.

Foto. Asamblea lucha del Metal en Cádiz.

Artículos desde prisión.

Juan García Martín. Preso político del PCE(r). Puerto III.

Publicado en “El Otro País” n.º 101, de febrero-marzo 2022.

-La huelga del metal de Cádiz: enseñanzas y desmentidos.

La huelga del metal del pasado noviembre en Cádiz ha resultado, ser una fuente inestimable de enseñanzas acerca de cómo llevar adelante un conflicto sindical. Pero también ha venido a desmentir determinados prejuicios que sobre los obreros industriales se venían arrastrando en las últimas décadas.

En primer lugar, quienes venían justificando su desinterés y hasta desprecio con la causa del proletariado en beneficio de otras causas hipotéticamente más “rentables” (nacionalismo, ecologismo, feminismo..), escondiéndolos tras un supuesto “aburguesamiento” de la clase obrera y tratando al conjunto de los obreros de las grandes empresas como «aristocracia obrera”, se han quedado con el culo al aire.

Los obreros de Cádiz no sólo se han mostrado firmes y decididos en la defensa de sus reivindicaciones y han dado muestras de gran combatividad frente a la patronal y sus perros de presa, sino que esas movilizaciones las han protagonizado, entre otros, los obreros de grandes empresas como Astilleros, Airbús, Acenor, Petronor o Dragados y sus empresas auxiliares.

En segundo lugar, la dureza y radicalidad de los enfrentamientos con la policía han venido a desmentir a aquellos escépticos que pensaban que las nuevas generaciones de obreros no eran capaces de emular las “hazañas” de sus padres y abuelos en las luchas obreras del tardofranquismo contra las reconversiones ochenteras del PSOE.

Ante la necesidad de plantar cara aseo a la cerrilidad de la patronal y amenazados por un panorama de fuerte pérdida de poder adquisitivo, los obreros gaditanos han echado mano, precisamente, de los métodos de lucha que emplearon en los”80 y que, es verdad, o llevaban décadas en desuso o no se usaban todos en un mismo conflicto: sacar la lucha a la calle, tirachinas, lanzacohetes, piquetes activos, barricadas de fuego, cortes de tráfico, etc. Todo ello con un añadido importante: desde el primer día, y frente a los lloriqueos de los portavoces de CC.OO, y UGT, los obreros pidieron y obtuvieron el apoyo activo de la población y los barrios obreros de Cádiz, San Fernando, La Línea, Puerto Real, etc., repitiéndose las escenas ochenteras de acosar, tirándoles objetos desde las ventanas, a los policías, sirviendo los vecinos de escudos humanos frente a los uniformados y denunciando en los medios sus desmanes.

Todos recordamos a una mujer llamando “sicarios” a los policías frente a las cámaras. Este recurso solidario hizo enmudecer las campañas que los medios de desinformación tenían preparadas para, como han hecho en otras ocasiones, aislar y difamar las luchas de “los violentos”. Al revés, se vieron obligados a sacar imágenes de los pasajeros de los autobuses bloqueados aplaudiendo a los manifestantes y sacando los puños por las ventanillas o a sanitarios aplaudiendo y coreando consignas como “¡Viva la lucha obrera!”.

Cartel. Juan García Martín.

LOS MÉTODOS DE LUCHA

En cuanto a enseñanzas, la primera y más evidente es que luchando de la forma que lo han hecho los obreros gaditanos, es decir, con decisión, sin someterse a limitaciones en los medios y métodos, oponiendo violencia a la violencia policial y sin atenerse a las reglas impuestas por las leyes y las mafias sindicales, se pueden conseguir algunas reivindicaciones y con una relativa rapidez.

Descontando los dos primeros días de huelga limitada, una especie de “preparación”, la huelga general y los enfrentamientos sólo han durado cuatro días. Comparémoslo con los meses que llevan y han llevado otros conflictos cargados de legalismo y “civismo” y que sólo cosechan desánimo y desmoralización. En Cádiz, ha sido “arder las calles” para que saltaran todas las alarmas en los despachos de las autoridades y obligaran a la patronal a sentarse con una propuesta negociable, cuando un día antes sus posiciones parecían inamovibles.

Incidiendo en los métodos de la lucha, hemos asistido en directo al despliegue en cuatro días de todo un abanico de recursos que, como decíamos antes, son casi calcados a los de las luchas de los ‘80. Defensa y ataque, con piquetes estáticos y barricadas en las puertas y dentro de las fábricas, y otros móviles que se desplegaban por los barrios aledaños, se desplazaban a puntos neurálgicos como estaciones, cruces de carretera y puentes o se descolgaban de las manifestaciones “unitarias y pacíficas” para disgusto de sindicaleros y politicastros. Implicar a la población, llevar la lucha a los barrios obreros, buscar su solidaridad activa.

Hemos visto a jóvenes en las barricadas y piquetes, jubilados dándose de hostias con la policía -y suponemos que transmitiendo a los primeros su experiencia- y mujeres defendiendo escuelas y barrios de los ataques policiales. No se ha rehuido el cuerpo a cuerpo ni el intercambio con la policía de todo tipo de proyectiles.

Se ha buscado y encontrado el apoyo de otros sectores también con problemas y en conflicto como estudiantes, transportistas, jubilados, personal sanitario, etc; en este sentido, el segundo día de huelga general se notó, y mucho, la presencia de jóvenes estudiantes y parados en las manifestaciones, aportando un punto de radicalidad, desobediencia civil y violencia defensiva a lo que, en la intención de sus convocantes, no pasaría de ser una «procesión» más a las que nos tienen acostumbrados.

El paso de una huelga controlada de dos días a una huelga general e indefinida, decidido en asamblea, fue todo un acierto, como lo demuestra su amplísimo seguimiento -apenas hubo esquiroles- en todaslas empresas del metal, grandes y pequeñas; esta firmeza llevó la incertidumbre a la patronal, poco acostumbrada a este tipo de huelgas, viendo peligrar el cumplimiento de los contratos y obras pendientes.

En resumen, en cuanto a los métodos de lucha se demostró que los obreros sí tienen memoria histórica, de la buena, de clase; es decir, que a poco que se incentive y anime y la necesidad apriete, rescatarán, aprenderán, practicarán e incluso mejorarán todo lo bueno que hicieron las generaciones proletarias que les precedieron.

Dibujo. Artículos desde prisión. (un preso escribe una carta enorme)

LOS MÉTODOS DE ORGANIZACIÓN

También en el terreno organizativo podemos aprender de esta huelga del metal, aunque, de entrada, hay que reconocer que ha sido el punto más flojo de ella, como, por otra parte, ocurre con todos los movimientos espontáneos o semi-espontáneos.

A destacar como positiva la unidad que se ha creado entre empresas grandes y pequeñas, entre trabajadores de contratas y fijos y entre las mismas grandes empresas, unidad que no veíamos desde hacía años. Se ha roto, así, con el triste espectáculo de luchas aisladas unas de otras en empresas de la Bahía, como ocurrió con la desaparecida Delphi o como venía sucediendo más recientemente con Astilleros y Airbús.

Ahora el problema es lograr que esta unidad sirva de precedente, que la amplia solidaridad de clase sea la norma y no una excepción y que se generalice a las empresas auxiliares. Algo parecido, en cuanto a positividad relativa, podemos decir de las asambleas, que esta vez han sido numerosas y han incidido en la toma de decisiones pero con una»autoridad” débil frente a la de los Comités de Empresa y los sindicatos mayoritarios.

Estas deficiencias y falta de perspectivas de una organización verdaderamente independiente de las mafias sindicales y de las instituciones están en el origen del principal fallo cometido en la huelga: dejar que los sindicatos mayoritarios siguieran mangoneando y negociando en nombre de los obreros.

Es verdad que, pasado el primer día de huelga, el protagonismo pasó a los manifestantes, asambleas y piquetes, pero, al final, quienes se han sentado con la patronal y han firmado el convenio y desconvocado la huelga han sido los vendidos de CC.OO, y UGT; por eso no hay que extrañarse de que parte de las reivindicaciones económicas se hayan quedado en el bolsillo de la patronal y otros, como el fin de la eventualidad o la equiparación de los obreros de las subcontratas ni se hayan abordado.

El error es más grave aún porque ya existen en la Bahía coordinadoras o plataformas al margen de los sindicatos mafiosos que incluso, como la Coordinadora del Metal, no hace mucho organizaron una huelga y convocaron una de las manifestaciones de noviembre; sin embargo, a la hora de asumir plenamente responsabilidades han revelado su inoperancia o buscado un fácil protagonismo, como la CGT, por la vía de limitarse a criticar lo conseguido tras la huelga. Lo que descubren es que, en el fondo, su verddero objetivo no es romper radicalmente con un modelo sindical que se ha demostrado no sólo inoperante sino contrario a los intereses obreros, sino ocupan en él el lugar de CC.OO y UGT.

¿Quién defiende que en la negociación se vayan a conseguir la mayoría de las reivindicaciones aprobadas en la asamblea? ¿Quién puede evitar que se produzcan detenciones “de escarmiento” de manifestantes como ha ocurrido en Puerto Real? ¿Quién garantiza que se va a cumplir el convenio cuando, por ejemplo, al día siguiente de firmado ya había una contrata de Dragados que se descolgó de él? ¿Cómo lograr en futuros conflictos que la unidad sea mayor y mejor, que otros sectores en lucha converjan en las movilizaciones, que la solidaridad activa se extienda a otras ciudades y países? ¿Quién puede coordinar unas luchas que debido a la deslocalización se dan en instalaciones y empresas que están dispersas?.

Desde luego, todo esto no vendrá de la mano de las mafias sindicales, pero tampoco con actitudes timoratas y continuistas con el actual modelo sindical. Mientras no se rompa tajantemente con el corsé que suponen las leyes y reglamentos laborales y se expulse de nuestras filas a los mafiosos, el movimiento obrero, sindical y político, no avanzará o lo hará a trompicones.

Tampoco podemos echar esta compleja tarea sobre los hombros de los propios obreros en la situación actual de desorientación y desorganización en que se encuentran; cuando un movimiento es espontáneo, cuando no se ven alternativas organizativas “a pie de tajo”, sigue el caldo de cultivo donde medran oportunistas y traidores.

Se requiere toda una amplia y paciente labor de difusión, explicación y organización, desde dentro y desde fuera, para que esta situación acabe. Y esta importante tarea de llevar la lucha sindical independiente al movimiento obrero es algo que compete, sobre todo, a los comunistas.

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