Mujeres luchadoras y sabias
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Constance Markievicz
Irlanda 1868 – 1927
Perteneciente a una familia aristocrática, Constance se mudó a Londres en 1893 para estudiar Bellas Artes. En esta época empezó su vida de militante en el movimiento sufragista de las mujeres inglesas. Poco después se trasladó a París para proseguir sus estudios. Allí conoció al que sería su marido, un conde polaco llamado Casimir Markievicz.
A inicios de siglo regresó a su Irlanda natal y se instaló en Dublín, donde entró en contacto con el mundo intelectual y nacionalista. En 1908 se unió al recién creado partido Sinn Féin, ocupando el puesto de responsable de las juventudes de la Irish Republican Brotherhood. En 1911 fue arrestada por primera vez, junto a Helena Molony, por quemar una bandera británica en las manifestaciones en rechazo a la visita del rey Jorge V. Su encarcelamiento duró solo un día, pero supuso la ruptura definitiva tanto con su familia como con su marido e hijos, quienes no la acompañaban en sus ideales republicanos. Markievicz, por su parte, profundizó su compromiso político uniéndose a diversas organizaciones sindicales.
La tensión social desencadenó la larga huelga general de 1913 (el famoso Lockout de Dublín). Markievicz se unió a los líderes sindicales Jim Larkin y James Connolly, con quien mantuvo una profunda amistad. Ambas relaciones la convirtieron en una socialista convencida, que llegó a afirmar: “El nacionalismo por sí mismo no es la respuesta (como vía de solución a los problemas de la clase obrera irlandesa), pues las mismas condiciones existen en Inglaterra, aunque mucho menos extendidas. El socialismo, en cambio, al promover la igualdad absoluta va de la mano tanto con las exigencias del movimiento obrero como con las cuestiones de la liberación femenina”.
Como resultado de los enfrentamientos ocurridos entre obreros y patronos en el Lockout, en 1914 nació el Ejército Ciudadano Irlandés (ICA) como fuerza armada defensora de los derechos de los trabajadores. Markievicz fue elegida su tesorera. Ese mismo año, fundó la Liga de Mujeres, en la que se integraron las mujeres que habían decidido apoyar a la organización armada republicana, los Voluntarios Irlandeses.
Durante el Alzamiento de Pascua de 1916, ocupó el cargo de subcomandante (siendo la primera mujer oficial de un ejército moderno) y dirigió la brigada femenina. Junto a catorce mujeres más decidió tomar las armas y ayudar en la insurrección en la que combatió, junto a James Connolly, como francotiradora.
Tras el fracaso del alzamiento fue detenida e internada en la cárcel de Kilmainham de Dublín, dónde fue testigo de la ejecución de James Connolly y de otros quince líderes de la revuelta. Ella misma fue condenada a muerte, pero su pena fue conmutada por cadena perpetua, ya que la pena de muerte no podía aplicarse a las mujeres.
Gracias a la amnistía general decretada por el gobierno británico, fue liberada en junio de 1917 y de nuevo encarcelada en 1918 por protestar contra el reclutamiento forzoso de irlandeses en el ejército británico. Fue elegida diputada del Sinn Féin en la Cámara de los Comunes, cargo que rechazó ocupar como el resto de sus compañeros. En abril de 1919 fue nombrada ministra de trabajo en el gobierno revolucionario de Éamon de Valera. Opuesta al tratado por el cual se partía al país en dos y se mantenía la jefatura del rey británico, se negó a reconocer el Estado Libre Irlandés, por lo que rechazó una vez más ocupar su escaño cuando, en 1923, fue reelegida de nuevo parlamentaria.