“Mujeres en todos los frentes”
Paca Villalba
Madrid 1950 – 2002
Hija de un obrero de la construcción, estudió la carrera de Derecho al tiempo que trabajaba. Se ganaba la vida en la Magistratura de trabajo, defendiendo a los obreros y pensionistas que demandaban mejores condiciones de vida y trabajo. Buscando una mejor defensa de los derechos y reivindicaciones obreras formó la Coordinadora de Abogados Laboralistas para desarrollar una tarea dentro del movimiento obrero, independiente de los sindicatos; creó y dirigió la revista Gaceta Obrera, como especialista en Derecho del Trabajo. Su toma de conciencia hacia el compromiso político pudo comenzar en 1977 cuando, con el título de letrada recién estrenado, asumió la defensa de un compañero de su empresa detenido por estar implicado en las acciones de los GRAPO. Comenzó así a destacarse como una abogada defensora de los presos políticos.
Dos años después inició la querella por las torturas que padecieron los presos comunes de la COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha) en la recién estrenada cárcel de máxima seguridad de Herrera de la Mancha. Tras un largo proceso, en el que realizó un ímprobo trabajo profesional que ella desempeñó gratuitamente, fueron condenados algunos de los carceleros responsables de las brutales palizas.
A esta actuación le sobrevino su intervención en la huelga de hambre que los presos políticos del PCE(r) y de los GRAPO, llevados a esa cárcel, realizaron en 1981, en defensa de unas mínimas condiciones dignas. La batalla contra la cárcel de Herrera de la Mancha, construida para el exterminio de todo preso resiente, social o político, demostró la necesidad de crear un organismo permanente que denunciara la persistencia de la brutalidad policial y los malos tratos en España. Ella fue quien consiguió hacer la fotografía, en la que se podía comprobar el esquelético cuerpo de un miembro de los GRAPO, durante la prolongada huelga de hambre que mantuvieron en 1990, logrando que se publicara en la prensa.
Fue entonces cuando, junto con otros compañeros, Paca Villalba se empeñó en promover las primeras actividades de la Asociación contra la Tortura y posteriormente en ser una de las impulsoras de la acusación popular contra los GAL, logrando destapar la existencia del terrorismo de Estado.
Uniendo su actividad profesional con sus inquietudes sociales y políticas le llevo a fundar, primero, el Grupo de Abogados Jóvenes, para después convertirse en una de las principales promotoras de la Asociación Libre de Abogados (ALA) a pesar de lo cual jamás aceptó ostentar ningún cargo de dirección, porque su deseo era estar siempre «a pie de calle” -como ella decía-, con los de abajo.
Destacó también en la defensa de las mujeres maltratadas, para lo que formó en Madrid un equipo de abogadas especializadas en este tipo de defensas judiciales. Su consecuente solidaridad la llevó a defender a una mujer, acusada de un disparatado cargo de “propaganda ilegal” por llevar varios fanzines punks y veganos o, más allá de todo sectarismo político, cogió la defensa de cenetistas, militantes de la autonomía juvenil, antimilitaristas y todo tipo de elementos de los movimientos sociales del Madrid de los noventa. Su carácter resistente y arrollador la llevó a encerrarse en las dependencias del Colegio de Abogados de Madrid ante una amenaza de expediente profesional. Un pulso que ganó al poderoso presidente de esta entidad que tuvo que echarse atrás.
Su última intervención judicial fue ejemplar: logró la exculpación de un mendigo falsamente acusado por la policía de asesinato en proceso interminable por el que tampoco cobró ni una sola peseta. Desde sus obligaciones en el turno de oficio, peleó por casos tan “desesperados” como el de este indigente desvalido, que fue acusado sin pruebas porque los policías necesitaban cubrir el cupo de detenciones que tenían asignado. Así vimos a Paca, bajo los puentes del Manzanares, en busca de testigos que desmintiesen que su cliente del turno de oficio, un “sin techo” que dormía junto al río, había asesinado a otro indigente, acabando por encontrar a quien había visto lo necesario para conseguir la absolución.
En palabras de uno de sus colegas: “Paca era un torbellino. Activa, amistosa, incansable, solidaria. Paca era respetada por sus amplios conocimientos jurídicos y por su honestidad, así como por su diáfana tendencia a la bondad interpersonal, a ejercer la amistad y el cuidado de los que nos iniciábamos en la profesión como una especie de deber cívico hecho de ternura y de buen hacer. Paca era, también, legendaria y peligrosa, en el sentido de que, pintada con tenebrosos rasgos sulfurosos por sus críticos, su dinamismo arrollador nos empujaba a todos a estar dos pasos más allá de lo que hubiéramos estado de no haberla conocido. Siempre llegaba con papeles, manifiestos y peticiones para firmar, en defensa de causas no solo perdidas sino incluso discutibles, que hasta los más moderados leguleyos de la izquierda caviar acababan signando por pura amistad. (…) No hacía falta compartir las ideas de Paca ni estar de acuerdo con ella en todo, para entender que todo lo hizo por su clase, por su tierra, por su pueblo, por el imperio del Derecho. Pero del Derecho entendido como una herramienta de defensa de la justicia y del amparo de los débiles, los olvidados, los oprimidos, los explotados. Paca vivió su vida con la intensidad de una apuesta completa, de una dádiva absoluta (…) Demasiado querida para no ser llorada”.
La infatigable y generosa batalla política y judicial que mantuvo a lo largo de su vida fue ampliamente reconocida en la multitudinaria asistencia a su funeral, con la presencia de más de 500 personas. Obreros de Madrid, a los que ella había defendido, pararon el coche fúnebre en la entrada del recinto y, a lo largo de más de un kilómetro, escoltaron el féretro hasta la tumba. Allí se congregaron los numerosos amigos de Paquita Villalba, cientos de personas entre las que se contaban los militantes del PCE(r) y de los GRAPO que ya habían cumplido condena, a los que ella había defendido y visitado en innumerables ocasiones en las prisiones de todo el Estado, abogados de muy distintas edades y tendencias políticas, jóvenes activistas y, sobre todo, obreros y obreras que supieron de su generosidad. Un gran amigo suyo dejó dicho como aquella “…masiva diversidad solo pueden entenderla quienes saben cómo fue Paquita: radical, cariñosa, intransigente y tierna. Además de absolutamente generosa. Paquita ha sido un torrente de humanidad.”
En su larga trayectoria de firmes y consecuentes convicciones políticas acabó encontrando, en la militancia clandestina en el PCE(r), una guía sólida para su compromiso.
Un colega vasco tuvo palabras como estas: «Mis recuerdos de tí son largas listas de favores sin jamás pedir nada a cambio. Amiga con mayúscula, en lo personal y en lo político también, pues tu internacionalismo y tu socialismo te hacían solidaria de la lucha del pueblo vasco por su emancipación. Siempre dispuesta a ayudar en todo, sin que el hostil ambiente a nuestra causa que a veces te rodeaba hiciera cambiar tus convicciones y tus comportamientos ni antes ni ahora. Ni el paso de los años defendiendo las más difíciles causas hacía mella en tu carácter indomable, que te convertía en el motor turbo de cualquier movimiento en favor de la causa de la Justicia y Libertad. Cómo sería lo tuyo Paca, que hasta la prensa de derechas te ha puesto por las nubes, alabando precisamente tu indómito carácter. No creas que vas a escaparte esta vez sin que te pida otro favor, faltaría más, y además no te pregunto si me lo harás. Ya conozco la respuesta. Quiero que seas mi abogada en el Juicio Final ante el Tribunal de los pueblos Libres. Este es mi escrito de designación. Agur Paca. Fue una suerte ser tu amigo. Seguiremos el camino. Irabazi arte.»
Disponible en el catálogo de materiales y en la mesa de solidaridad de Tirso de Molina, Madrid, todos los domingos a la mañana.
Jo, gracias por esta biografía. Por mi edad no la conocí, pero todo el mundo en Madrid habla maravillas de ella, su solidaridad y entrega. Grande Paca.
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