Los presos políticos escriben:
Juan García Martín
Preso político del PCE(r) en Puerto III.
Artículo editado en El Otro País. Nº 101 Mayo-Junio 2022.
Lo malo y lo peor durante la guerra de Ucrania
Se dice que las situaciones extremas, como las guerras o las catástrofes naturales, sacan lo mejor y lo peor que tenemos las personas, Esto no es siempre cierto; hay situaciones donde lo que aflora es lo malo y lo peor que hay en algunos individuos y grupos; y esto es lo que ha ocurrido y viene ocurriendo con los países occidentales tras la intervención militar rusa en Ucrania
Lo malo
Empecemos por los Estados Unidos y su instrumento, la OTAN, verdaderos instigadores y quienes mueven los hilos de todo lo que viene ocurriendo en Ucrania y las fronteras rusas durante los últimos años.
La decadencia del imperio USA era ya un clamor entre sus aliados y títeres.
Económicamente retrocediendo frente a su competidor chino, adelantado en tecnología militar por los rusos, con la Unión Europea estrechando lazos económicos con Rusia, sin poder ganar claramente una guerra (Iraq) o perdiéndolas como en Siria, con una humillante retirada de Afganistán, el imperialismo yanqui necesitaba urgertemente frenar su evidente declive y para ello vuelve su agresividad contra Rusia.
A diferencia de Trump. los demócratas conocen algo de historia y saben que sin controlar o poseer Rusia y sus enormes recursos los EE.UU. no podrán mantener y ampliar su hegemonía en Asia y, la vez, como ya sabían los nazis, sin dominar Europa Occidental nunca podrá hacerlo con Rusia. También les enseñaron los nazis que hoy por hoy no se pueden enfrentar directamente con Rusia y por eso se ha buscado peones.
Fracasado un primer intento de cercar a Rusia por Bielorrusia y Kazajistan, Biden se ha volcado en la Ucrania fascista, militarista y antirrusa surgida de un golpe de estado de Maidán.
En ocho años EEUU. armó y entrenó al ejército ucraniano y sus milicias fascistas animándoles a atacar el Donbass, para lo que contaría con el respaldo de la OTAN, en la que esperaba integrarse. Esto suponía una amenaza muy seria para Rusia ya que situaba los misiles de la OTAN a cinco minutos de Moscú, por no hablar del genocidio de la población de origen ruso en el Donbas. Estaba claro que el nacionalismo ruso no iba a consentir unos hechos que situarían su Patria a merced del imperialismo OTAN y en riesgo de acabar siendo un nueva Yugoslavia desmembrada y con sus recursos a libre disposición del imperialismo occidental.
El resaltado de los tejemanejes yanquis -consentidos, cuando no ayudados por los países europeos- fue que Rusia se adelantó y atacó Ucrania, en contra de sus deseos expresados repetidamente de no hacerlo y llegar a un arreglo diplomático que, básicamente, exigía la neutralidad ucraniana.
Las consecuencias inmediatas del conflicto son, además de Europa convertida de nuevo en campo de batalla (recordemos que en 1996 la OTAN provocó otra guerra en Yugoslavia), que Rusia ha mostrado sus líneas rojas y su firmeza y poder para defenderlas, aunque ello haya supuesto quedar casi aislada política y económicamente de Europa Occidental; mientras, esta última enfila una crisis económica y energética de muy difícil solución. Al mismo tiempo, los Estados Unidos recobran su papel de «salvador de la Vieja Europa” al tiempo que le venden su carísimo gas producto del «fracking». No hay que extrañarse, pues, de que por ahora la administración Biden se muestre eufórica y hasta chulesca por estos resultados… ¡y sin disparar un solo tiro!
Naturalmente, estos son los resultados a corto plazo. La crisis económica se extiende galopante por todo el mundo y Europa está en el ojo del huracán, con una seria amenaza de que aumente la conflictividad social. Vistas así las cosas, uno no sabe si la crisis ucraniana ha sacado a relucir lo que «de malo» tienen los europeos como bloque imperialista (rapiña y expoliación, revanchismo, militarismo, fascismo…) o si ha hecho el primo por hacerle el juego a los norteamericanos, aunque algo si parece que han ganado, sobre todo Alemania: su «derecho» a armarse hasta los dientes.
Este incierto panorama es lo que, por ahora sitúa a los EE. UU. y a la U.E. entre «lo malo», ya que «lo peor» está por venir; en cuanto países y bloques ‘digieran’ la acción militar rusa y vean que la maniobra de la OTAN puede haberse vuelto económica y militarmente en contra de sus promotores, ¿cuál será el próximo paso de los yanquis para preservar su hegemonía occidental? ¿Azuzar militarmente a Europa contra Rusia?, ¿se prestarán los europeos a juego tan peligroso?, y sino, ¿corremos el riesgo de una confrontación nuclear Occidente/Oriente? Lo dicho: lo peor de yanquis y europeos está por venir.
Lo peor
Si alguien ha sacado lo peor de su condición política durante la crisis ucraniana han sido los políticos españoles, sobre todo “las izquierdas”.
Bien está, porque de casta servil le viene al perro, que el Gobierno del PSOE perdiera el culo para ponerse el primero de la fila a la hora de hacer de mamporreros de su amo yanqui; pero que los de Izquierda Unida, con Yolanda Díaz y Alberto Garzón a la cabeza, compitan con los socialfascistas para ver quién es más militarista y rusófobo es algo que habrá sorprendido a más de uno. Porque, vamos a ver, si los de IU, hace dos días convocaron a manifestarse bajo las consignas de “OTAN No. Bases fuera”, ¿cómo explicar su repentina conversión a “Viva la OTAN-Bases en Ucrania”. ¡Qué bajo son capaces de caer por unas poltronillas!
¿Y qué decir de nuestra “extrema izquierda” institucional? Los de Podemos, junto con otros partidillos -algunos con hoces y martillos en sus banderas- y muchos tontos útiles, han hecho gala de un nauseabundo oportunismo con ese aparentemente “neutral” «NO A LA GUERRA» que pretendía retrotraernos a la guerra de Iraq.
Nos quieren comparar la agresión de unos piratas, los EEUU y sus aliados, que se desplazan más de 10.000 kilómetros fuera de su territorio para robar los pozos de petróleo iraquíes, con la actitud de Rusia que está intentando evitar, precisamente, que esos mismos piratas también les roben sus recursos utilizando como plataforma de cerco y agresión un títere fascista como el Estado ucraniano. ¿Tenía acaso el pueblo ruso que haber parado la agresión en ciernes manifestándose a lo largo de sus fronteras portando pancartas con NO A LA GUERRA?
¿De verdad se creen esos oportunistas que esa es la forma de parar al imperialismo yanqui y europeo, los regímenes más sanguinarios, destructivos, faltos de escrúpulos y mejor armados que ha dado la historia? En fin esta actitud servil y timorata frente a las agresiones imperialistas es lo que podíamos esperar de una gente que ya han mostrado su actitud sumisa a la hora de enfrentarse a los poderes económicos (Banca, Eléctricas, multinacionales, petroleras, industria armamentística) que son los que de verdad nos tienen agarrados por el cuello.
Lo peor de lo peor
Indudablemente los campeones en sacar lo peor de su condición humana y profesional son los medios de comunicación occidentales, con una mención especial a los españoles.
Esta deshonra se la han ganado a pulso en su doble condición de a) propagandistas de las ideas y “hazañas” de los agresores otanistas y ucranianos, y b) hacedores de mentiras y ocultadores de la verdad.
Curiosamente, esta labor desinformadora la empezaron los gobiernos europeos y yanquis cerrándonos el acceso a los medios de comunicación rusos ¡por ser propagandistas! A partir de aquí para nosotros sólo ha habido un centro emisor y una versión del conflicto: los gobiernos imperialistas, su títere Zelenski y las grandes cadenas y agencias a su servicio. Encontrar otros hechos, versiones o análisis diferentes de «La Voz de su Amo» supone sumergirse en las profundidades de Internet.
De los periodistas, presentadores y tertulianos españoles sólo podemos decir que, bien por convencimiento, bien por miedo (se ha dado el caso de alguna voz discordante que “desapareció” de las pantallas) o bien por asalariados no se salva ni uno de los que aparecen en la tele o la prensa. Día a día han vulnerado todos los principios y códigos de la profesión periodística.
¿Independencia? Todos los medios, al unísono, nos vienen machacando con los mismos mensajes rusófobos y pro-otanistas, como si cada mañana se recibieran en las redacciones las instrucciones y argumentarios del día, como si el mundo tuviera un jefe de redacción único.
¿Objetividad y hechos contrastados? El “¡Estamos en guerra!” es algo más que una frase: los medios están actuando de acuerdo con ella pero tomando partido por un bando, la OTAN. Siguiendo los manuales de contrainsurgencia, todo vale para desacreditar al contrario, incluyendo mentiras, montajes y manipulaciones.
¿Opiniones fundamentadas? Los que vemos y oímos despotricar contra Rusia en tertulias y programas “especiales” son, en su gran mayoría, figurones pagados por servicios innombrables, anticomunistas furibundos, loros que repiten los mismos lugares comunes, histriónicos alarmistas… ¡Esos son nuestros expertos”!
¿Pluralismo? Todas las cadenas y todos los periódicos repiten las mismas consignas, las mismas imágenes y comentarios tendenciosos y las cambian al mismo tiempo. Ayer tocaba lo de «Rusia quiere cambiar el orden internacional», mañana «Rusia nos amenaza a todos», pasado «Rusia utiliza armas prohibidas contra población civil» y al otro «la locura de Putin«.
Y si todos hablan de lo mismo al mismo tiempo y en el mismo orden, también todos ocultan lo mismo: Prohibido hablar de los desmanes de la OTAN (Afganistán, Libia, Yugoslavia…), de los yanquis (Irak, Siria, Sudán, Somalia, Kosovo, Latinoamérica, las ejecuciones extrajudiciales…), de Israel contra los palestinos o Arabia Saudí contra Yemen; nada se habla de los refugiados de Lampedusa, Lesbos o Turquía mientras se monta un espectáculo «humanitario-televisivo» con los ucranianos.
Frente a este panorama político, económico e informativo tan desolador estoy seguro de que habrá gente a montones que ha sacado lo mejor que tiene, aunque no reciban cobertura mediática.
Yo hoy y aquí quiero destacar y rendir un homenaje a los que, en medio de tanta podredumbre profesional y política, de tanto servilismo con los poderosos y de tanto venderse, están siendo capaces de nadar a contracorriente y no dejarse arrastrar por la avalancha antirrusa.
Pongo como ejemplo a ese obrero al que preguntaron por quién llevaba la razón en el conflicto de Ucrania y contestó: “Yo miro a favor de quién se han posicionado los países de la OTAN, los yanquis, alemanes y franceses, la Botín y demás banqueros, los políticos españoles desde Vox a IU pasando por Felipe González o Aznar, las petroleras y energéticas, las grandes cadenas comerciales… ¡Y yo no puedo estar en el mismo bando que ellos!” Ese, pienso yo, es un buen comienzo para situarse, ahora sí, en el lado bueno de la historia.