Cartas desde prisión:
Israel Clemente López
Mansilla de Las Mulas, 22 de abril de 2022
…/… Paso a compartir contigo una pequeña reflexión sobre algunas cuestiones que irán ganando peso a medida que se vayan alcanzando toda una serie de objetivos militares:
Tiendo a pensar que los objetivos anunciados por la Federación Rusa a implementar en Ucrania, la “desnazificación” y “desmilitarización” del régimen banderista de Kiev, exceden con mucho la capacidad real de las fuerzas militares que ha desplegado sobre el terreno hasta ahora. Para abordar con garantías de éxito tareas tan amplias (y sobre todo tan arduas y prolongadas en el tiempo) hacen falta fuerzas militarmente muy superiores a las actualmente allí empeñadas, capaces de garantizar el desarrollo de un proceso político de desnazificación (multifacético y prolongado) en unas mínimas condiciones de seguridad y estabilidad. Esto son palabras mayores.
Un proceso de este tipo, que asegure la desnazificación y desmilitarización real de Ucrania a medio-largo plazo, requiere de una ocupación prolongada y el control efectivo sobre el conjunto del país, una vez suprimidas las fuerzas militares y paramilitares del régimen banderista. Ello exige, obviamente, multiplicar las fuerzas allí desplegadas y, lo que es aún mucho más importante, requiere de la plena participación, activa, de todas las fuerzas políticas antifascistas y verdaderamente patrióticas ucranianas que han sido brutalmente reprimidas por el régimen banderista durante la última década. Muy destacadamente, requiere de la participación del Partido Comunista de Ucrania y otras fuerzas, partidos y organizaciones comunistas previamente ilegalizadas y perseguidas por la Junta banderista de Kiev desde 2014.
Sobre todas estas fuerzas habrá de construirse el nuevo proceso político de DESNAZIFICACIÓN; habrán de ser su columna vertebral si quieren que se lleve a cabo con éxito y hasta sus últimas consecuencias. Se trata, en base a la experiencia histórica, de un proceso político dilatado en el tiempo y seguramente rabiosamente encarnizado a causa de todas las contradicciones internas ucranianas y de la labor de zapa y desestabilización permanente que tratarán de llevar a cabo los restos banderistas azuzados por el imperialismo occidental. A ello van dirigidas las decenas de miles de armas ligeras distribuidas por la OTAN entre los grupos paramilitares ucranianos, muchos de ellos abiertamente neonazis y fascistas.
La desnazificación es un proceso largo y multifacético, que incluye aspectos políticos (articulación de un nuevo sistema de partidos con exclusión de neonazis y banderistas), legales (nueva constitución), educativos (educar a las nuevas generaciones libres de la ponzoña rusófoba y anticomunista que suponen los mitos ultranacionalistas inculcados previamente desde la escuela), represivos (depuración de los criminales fascistas), de seguridad, etc., etc… Un proceso que abarca varias generaciones y requiere de un esfuerzo y perseverancia en una parte del territorio ucraniano, especialmente en las regiones al este del río Dniéper.
En cuanto a la pretendida desmilitarización de Ucrania, este objetivo se halla más cercano actualmente a su realización, ya que en estos dos meses las capacidades militares del régimen de Kiev han sido fuertemente degradadas, limitándose (con excepción de la gran agrupación militar ucraniana cercada en el Donbass) fundamentalmente a la actuación de contingentes paramilitares en núcleos urbanos y pequeños contraataques a nivel táctico que no tienen entidad alguna para revertir la situación estratégica, caracterizada por su debilidad y falta de iniciativa para el desarrollo de operaciones significativas. En cualquier caso, una vez que se produzca la derrota de la gran agrupación militar ucraniana cercada en el Donbass, habrá que ver cómo platea la Federación Rusa la continuación de su campaña, y cuáles pasan a ser sus siguientes objetivos.
La cuestión clave es hasta dónde está dispuesto el Kremlin a extender sus operaciones militares en realidad. No es lo mismo pretender extender la desnazificación y desmilitarización de Ucrania al conjunto del país que hacerlo en el Donbass, las provincias al este del río Dniéper y la costa del Mar Negro. Quedarían la Ucrania Central y Occidental, y especialmente esta última plantea tanto el problema de ser la cuna de la ideología fascista banderista como el disponer de una frontera terrestre con la OTAN por donde llegan suministros militares a los fascistas. A medio plazo, el sellado de esa frontera es imprescindible para evitar que los imperialistas sigan desestabilizando el conjunto del territorio.
¿Piensa realmente el Kremlin llevar a término la proyectada “desnazificación” sobre el conjunto de Ucrania o pretende concluir su “operación militar especial” (que está condicionada por múltiples restricciones operativas) con la liberación de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, el reconocimiento de su independencia por parte de Ucrania, así como la aceptación de la reintegración de Crimea a la Federación Rusa y garantías sobre un “estatus de neutralidad” para Ucrania?
La diferencia en cuanto al probable desarrollo ulterior de los acontecimientos en uno y otro caso no es pequeña, asimismo en lo que concierne a todas sus consecuencias internacionales asociadas.
La Federación Rusa nunca ha cerrado la puerta a sentar al régimen de Kiev en una mesa de negociaciones en la que pueda dictar sus condiciones desde una posición de fuerza y arrancarle toda una serie de condiciones como las ya mencionadas. El problema es que no se sabe bien quien manda realmente en Kiev, lo que ya pone muy en duda los posteriores mecanismos de supervisión e implementación de los acuerdos que allí pudieran adoptarse.
Los EEUU, Gran Bretaña, Polonia y otros estados agresivos de la OTAN vienen aumentando sus presiones sobre el gobierno ucraniano para sabotear cualquier tipo de negociación con Moscú. Cualquiera, incluido el celebérrimo cómico Zelensky, que se salga del guión marcado por los elementos neofascistas banderistas y el aparato desinformativo de la OTAN puede acabar siendo ejecutado sumariamente por alta traición. Ya se han dado varios casos. Los EEUU tienen el objetivo a medio plazo de prolongar el conflicto armado en Ucrania al máximo y empantanar a la Federación rusa en una larga guerra de desgaste.
Como con certeza, los estrategas militares rusos han aprendido de la experiencia soviética en Afganistán, no tengo dudas de que dispondrán de “soluciones creativas” para evitarlo con las que nuevamente nos sorprenderán a todos, especialmente a sus oponentes imperialista de Washington y Londres.
Aaah! Se me había olvidado un componente fundamental del amplio y polifacético proceso de desnazificación. Es el proceso ideológico. Minar las bases ideológicas de la ideología fascista banderista, la rusofobia y el anticomunismo, lo que supone restablecer la verdad histórica acerca del papel progresivo jugado por la URSS en Ucrania, la realidad de la Gran Guerra Patria en la que lucharon millones de ucranianos en el Ejército Rojo y las guerrillas, etc., así como el papel criminal y colaboracionista de los nazis jugado por Bandera y sus secuaces. ¿Puede llevar acabo ese proceso un régimen burgués como el “putinista”?
Y con esto y un bizcocho… No doy más la paliza ¿Viste qué simpática la Yolandita apoyando a los nazis ucranianos? Es lo que tiene ser una ministra tan promocionada por los monopolios de prensa… Hace parecer a los de la tertulia del coletas (ex-coletas) como unos radicales… No digo más, que acabo imputado por delito de odio… o de genocidio.
Venga… un saludo
¡Por el comunismo!
¡Venceremos!
I.C.L.