Mujeres en todos los frentes.
Libro.
Josefa y Elisa Úriz
Navarra 1883 – Berlín 1958. Navarra 1893 – Berlín 1979
Tras vivir en diversos lugares por los frecuentes traslados del padre, la familia Úriz se instaló en Madrid. Las dos hermanas estudiaron Magisterio. Fueron becadas por el organismo encargado de la formación postgrado, muy ligado a la Institución Libre de Enseñanza. Josefa obtuvo sendas becas para trabajar en Bélgica y para realizar en París un curso sobre Pedagogía y Organización Escolar. Por su parte Elisa presentó un proyecto sobre gimnasia rítmica. Con esa beca se trasladó a Ginebra.
Las dos coincidieron en uno de sus primeros destinos en la Escuela Normal Femenina de Girona. Más tarde Josefa fue destinada a la de Lleida, en la que sus innovadores métodos de enseñanza chocaban con la dirección del centro y el obispo de la ciudad, finalmente, acabaron por denunciar sus clases, tachándolas de “inmorales”. Una de las razones argüidas en el expediente disciplinario que se le abrió era que recomendaba a sus alumnas la lectura de La condición social de la Mujer en España, de Margarita Nelken; otra que en su trabajo como profesora hablara de “clases sociales”. El resultado fue la sanción de un año sin empleo y sueldo, además de ser desterrada a 100 Km. de Lleida.
En cuanto se proclamó la II República, Josefa fue nombrada Directora de la Escuela Unificada de Magisterio de Lleida. Junto a un grupo de profesores y alumnos organizaron el movimiento Batec (latido), que se extendió por otras provincias catalanas. Batec impulsaba el contacto directo de los profesores y maestros con los habitantes de los pueblos, crearon las primeras asociaciones de padres, se oponían al aprendizaje memorístico, procuraban usar otros materiales distintos a los libros de texto, etc. El lema de Batec era: “Un ideal: la escuela; una pasión: el niño; un amigo: el maestro; un compañero:el trabajador.”
Las dos hermanas participaron activamente en las Misiones Pedagógicas, que tenían como objetivo instruir a la población analfabeta en las zonas rurales más aisladas. Josefa lo hizo en la provincia de Lleida y Elisa en la de Tarragona. La primera fue en el Valle de Arán, por aquel entonces prácticamente incomunicado. En rudimentarios autobuses, camiones, carros e incluso a lomos de mulas, transportaban bibliotecas ambulantes, gramófonos, proyectores de cine y grupos de teatro, de forma que en pueblos y aldeas, los campesinos pudieran escuchar música en discos o vieran películas por primera vez.
Además de su labor pedagógica las dos hermanas participaron en la creación de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza (FETE), así como en la Agrupación de Mujeres Antifascistas. Igualmente jugaron un destacado papel en las campañas que el Socorro Rojo Internacional había organizado para acoger a los niños que habían quedado huérfanos tras la insurrección asturiana de 1934.
En 1935 Josefa viajó a la URSS. Allí visitó los grandes centros industriales de los Urales, minas de carbón, altos hornos, fábricas. A su regreso pidió su ingreso en el Partido Comunista de Catalunya, una de las cuatro formaciones que darían nacimiento al PSUC, al que también se adhirió su hermana Elisa, que se había casado con Antonio Sesé, un sindicalista revolucionario, dirigente de la UGT, que jugó un destacado papel en la formación del PSUC, en plena guerra civil revolucionaria. Nombrado por la Generalitat como Conseller de Treball, cuando se dirigía a tomar posesión de su cargo, el 5 de mayo de 1937, fue asesinado en un “control” establecido por la FAI. Su entierro constituyó una multitudinaria manifestación popular. Elisa encabezó el cortejo, flanqueada por Joan Comorera, el secretario General del PSUC. Meses más tarde, pasó a formar parte del Comité Ejecutivo de la UGT, mientras que el primer congreso de la Federación Catalana de Trabajadores de la Enseñanza eligió como presidenta del mismo a Josefa.
Desde los puestos que ocupaban, las dos hermanas impulsaron el programa Ajut Infantil a Reraguarda, abriendo cientos de colonias para acoger a los niños de las familias que huían de las zonas de combate. Para atender, alimentar, vestir y organizar actividades para esos niños, recurrían a las mujeres antifascistas, los sindicatos, los comités de empresa del textil, etc.
Las mujeres catalanas se habían incorporado masivamente a la industria de guerra, pero dada su falta de formación y de experiencia, se corría el riesgo de que la productividad bajara en un momento tan crucial, por lo que Elisa propuso la creación de equipos que dieran cursos de capacitación a las nuevas responsables de la economía de guerra.
Tras la ocupación de Barcelona por las tropas fascistas, las dos hermanas cruzaron la frontera y, tras una breve estancia en Toulouse, llegaron a París. Una vez allí se integraron en el MOI (Mano de Obra Inmigrada), una sección interna del PC francés para acoger a los comunistas extranjeros. Cuando el gobierno francés ilegalizó al PC francés, el MOI pasó a ser una organización clandestina. Formaban parte de ella muchos exbrigadistas que habían adquirido experiencia militar en España. El MOI se convirtió así en los primeros núcleos de la resistencia contra los nazis, cuando estos invadieron Francia.
Las hermanas se integraron en el aparato de propaganda del MOI, desde el que se difundían diferentes publicaciones entre los comunistas que formaban parte de esa organización clandestina, muchos de cuyos miembros pagaron con su vida los continuos sabotajes y acciones armadas que llevaban a cabo contra los nazis. Las redadas de la Gestapo se sucedían. Las hermanas Úriz se trasladaron al sur de Francia y se unieron a la Agrupación de Guerrilleros Españoles, hasta el final de la guerra, en 1944.
Reconocidos por Francia como “héroes de la resistencia”, condecorados en múltiples ocasiones, a los resistentes españoles y de otras nacionalidades que no habían caído en la lucha o no habían sido deportados a los campos de concentración, les esperaba otra dura prueba. En 1950, cientos de comunistas extranjeros fueron sacados de sus casas, deportados o encarcelados por orden del gobierno radical-socialista del que formaba parte François Mitterrand. Había comenzado la “guerra fría” contra la URSS. El PCE, el PSUC, la UGT, la Unión de Mujeres Antifascista, etc., fueron declarados ilegales. “Hemos traicionado a nuestros hermanos” reconocía Jean-Paul Sartre.
Las hermanas Úriz consiguieron salir de Francia y llegar hasta la República Democrática Alemana, instalándose en Berlín, donde recibieron el apoyo y la ayuda de antiguos miembros de las Brigadas Internacionales.
Josefa falleció en 1958, sus cenizas fueron depositadas en el cementerio Friedrichsfelde, lugar donde reposan los restos de destacados luchadores por el socialismo, como Rosa Luxemburgo o Karl Liebknecht.
En los años posteriores, Elisa dedicó sus esfuerzos a denunciar la situación de las mujeres trabajadoras y de sus hijos en los países capitalistas, y de manera especial la terrible situación de las mujeres encarceladas por los fascistas en España. Cuando murió, los asistentes a su despedida, resaltaron su labor en los diferentes frentes y destacaron su internacionalismo proletario y su rechazo al “eurocomunismo” que ella consideraba como “antisoviético y anticomunista”.
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