Mujeres luchadoras y sabias
que quizás no conozcas.
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Soja Kosmodemjanskaja
Unión Soviética 1923 – 1941
Su madre ejercía de maestra de escuela. En 1939 se unió al Komsomol y en 1941, con 18 años, siendo una estudiante de secundaria en Moscú, pasó a formar parte de los partisanos soviéticos.
La misión de la unidad de Soja era la destrucción de los caminos, de los depósitos alemanes y aplicar la orden de “tierra quemada” sobre los invasores. En Petrischevo, Soja logró incendiar un par de casas y varios establos de caballos para el transporte de carga.
Tras una de estas acciones se refugió en el pueblo. Delatada por un colaboracionista fue capturada. Interrogada, brutalmente torturada y vejada se negó a dar ninguna información. Finalmente fue públicamente ahorcada en el centro de la aldea con una tabla alrededor del cuello con la inscripción “Incendiaria”. Su cuerpo congelado fue mutilado y exhibido durante un mes hasta que fue enterrado, ante el avance del Ejército Rojo.
Las últimas palabras de Soja fueron: «¡Camaradas: No os quedéis mirando, ayudad al ejército a luchar. Mi muerte por la patria es el resultado de mi vida. Compañeros, la victoria es nuestra! Y a los alemanes: ¡Soldados alemanes, no es demasiado tarde, entregaos! ¡La Unión Soviética es invencible! Ahora me cuelgan, pero no estoy sola. Hay doscientos millones de nosotros. No pueden colgarnos a todos. Mis compañeros me vengarán.»
Su ejemplo se convirtió en uno de los más admirados de la Unión Soviética. Fue la primera mujer que recibió el título póstumo de Héroe de la Unión Soviética durante la Gran Guerra Patria.
En palabras de una compañera de lucha: «Soja no fue partisana sino una soldado del ejército rojo… en la retaguardia de los ejércitos enemigos reclutados entre los voluntarios de las organizaciones juveniles de Moscú. Durante la batalla en la capital se prepararon 50 grupos de combate con estos jóvenes. Entre 1941 y 1942, infiltrados en la retaguardia enemiga, estos voluntarios mataron a 3.500 soldados y oficiales alemanes, liquidaron a 36 traidores, volaron 13 depósitos de combustible y 14 tanques con material incendiario… En noviembre de 1941 yo fui herida y, al regresar del hospital, conocí la trágica noticia del martirio de Soja.»
En el caserío ocupado por los asesinos de Soja, se encontraron las fotos de la bestialidad llevada a cabo con ella. Cinco fotos de los últimos minutos de su vida fueron impresas en 1943 en todas las portadas y páginas centrales de los periódicos, creando enorme indignación en el pueblo soviético.
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