Memoria histórica imprescindible:
-El último guerrillero asturiano.
Ramón González González.
‘Ramonón el de Les Codes’, se dirigía a la vivienda de un familiar en La Camocha, el 14 de octubre de 1952. Era considerado por la Dictadura, el último guerrillero en activo en Asturias, un enlace que había tenido que huir al monte e intentaba mantener el precario aparato del PCE en Asturias, en aquellos años. La Guardia Civil le emboscó en la barriada, nunca quedó claro si murió como resultado de los disparos o se suicidó al verse rodeado. Su muerte marcó el final de una época en Asturias, en aquella larga posguerra donde la guerra continuó, tras abril de 1939 y el “cautivo y desarmado el ejército rojo”, muchos soldados republicanos siguieron la lucha en aquella larga Guerra de España. El último guerrillero antifranquista, José Castro Veiga El Piloto, sería abatido en Chantada, Lugo en 1962.
Fueron una llama de esperanza, tras la derrota del Eje en la II GM, que se fue apagando con el tiempo. El PSOE sacaría a sus principales efectivos en el 48 y el PCE abandonaría su estrategia de lucha armada, no sin conflictos internos. La caza del hombre, de los fugaos, junto a la represión a sus familiares, era el día a día de las zonas de actividad guerrillera en Asturias, en aquellos años, que como canta Nuberu: Pelos montes d’Asturies, allá pelos años 40, pasaben estes coses, que yeren realidá y güei naide cuenta.
El historiador Ramón García Piñeiro en su libro Luchadores del Ocaso, en ediciones KRK, llega hablar que en 1939 se podían calcular unos mil guerrilleros o fugaos en Asturias, cifra que iría descendiendo hasta un par de centenares en los años cuarenta. Detenciones, emboscadas, en una historia de supervivencia, derrota y sufrimiento. El importante respaldo social, mezcla de político y familiar, les permitió mantener la lucha por 15 años. Nunca bandoleros, siempre guerrilleros, como algunos de los supervivientes, tras décadas en prisión, siempre nos recordaban. Luchadores antifascistas en aquella España de represión, hambre y miedo
Ramonón el de Les Codes, cuenta con una placa en el lugar de su muerte, colocada en 2011, durante el mandato de Jesus Montes Estrada, como concejal de Memoria Histórica en Gijón. Un gesto de recuerdo, que aún hoy es puntual. Estando la mayoría, sin el reconocimiento político y social debido. Porque, en los dimes y diretes de las sucesivas leyes de memoria histórica o democrática, frente al revuelo del fin de la simbología franquista, sigue la asignatura pendiente del reconocimiento a la guerrilla y sus enlaces. Caras visibles, en aquellos años, de un movimiento obrero y una izquierda, que sufrían la represión y clandestinidad más severa. Si este artículo sirve para que alguien recuerde y ponga una flor en el lugar donde Ramón murió, bienvenido sea.
Benjamín Gutiérrez Huerta. Historiador. LNE
Libros:
-Cronología mundial durante seis meses decisivos. Julio-Diciembre de 1937.
Apareció el nuevo volumen de esta serie -firmada por nuestro compañero Federico Rubio- sobre la guerra antifascista de España (1936-39); como siempre, con interesantes aportaciones al conocimiento de las entretelas y el contexto de aquel conflicto.
Comienza el mes de julio con el relato del encarcelamiento del pastor luterano alemán Fiedrich Niemoller, el autor del tantas veces citado poema “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas…” Habían transcurrido ya cuatro años desde la ocupación del poder por el Partido Nazi y con su encarcelamiento se cerraba el círculo tenebroso: “…cuando vinieron a por mí, ya no quedaba nadie que pudiera protestar.”
Un buen ejemplo como contraste con la Iglesia Católica española que, pocos días después, publicaba su Carta Pastoral alineándose oficialmente con el fascismo y el nazismo que iba estableciendo la larga e infame dictadura de Franco y sus secuaces.
Antes de describir la batalla de Brunete (cuya síntesis, como en otras batallas, el autor bebe del historiador Tuñón de Lara) se recuerdan hechos significativos: la elección de José Alcalá Zamora (uno de los hijos del primer Presidente de la República) como presidente de la Federación Universitaria de Estudiantes (FUE) y el Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, que se inició en Valencia y luego se prolongó´por Madrid, Barcelona y París. Un hecho, este, que puso en el candelero el apoyo de la mayoría de la intelectualidad mundial al combate de nuestra República contra el fascismo, pero que servirá de poco ante el cinismo de los Gobiernos “democráticos” que siguieron defendiendo la No-intervención.
Otro hecho que tendrá un tratamiento consecutivo en los meses de esta cronología será el salto adelante en la agresión japonesa a China, que dará lugar a la guerra chino-japonesa en la que el Partido comunista de Mao Tse-tung ofreció a su hasta entonces enemigo, Chiang Kai- shek, una política de Frente común que culminará con la victoria de 1945. La agresión japonesa suponía una amenaza directa a la URSS, razón por la cual Japón firmará pocos meses después el Pacto anti-Comintern, que cerró el triángulo (Berlín-Roma-Tokio) promotor de la segunda guerra mundial.
No cabe duda que esta amenaza en su flanco oriental produjo una reducción de la ayuda soviética a la República, aunque esta también se vio afectada por la escalada, por parte de la Italia fascista, del hundimiento de los barcos que suministraban armas y alimentos a la República.
Pero la ayuda a la República continuaba: en agosto una delegación internacional de Ayuda a España llegó para expresar su solidaridad y denunciar la política de no intervención como una política suicida que abocará en la guerra. La única manera de detener esta, afirmaron, es derrotando a los fascistas en España. No se hará, entre otras cosas porque los gobiernos “democráticos” seguían haciendo la vista gorda ante la descarada intervención italo-alemana, aunque convocaran en septiembre a Italia a una conferencia en Nyon (Suiza) para que dejara de hundir barcos británicos. Así lo hicieron, pero siguieron con su piratería con los barcos de otras banderas. La URSS se vio obligada a abrir una nueva ruta de abastecimiento, más larga, desde Murmansk, en el Ártico, hasta Francia.
De poco sirvió la petición que ese mismo mes hizo Juan Negrín en Ginebra ante la Asamblea de la Sociedad de Naciones: defensa de la democracia española y condena de Italia y Alemania como agresores. La SdN rechazó la petición. El camino a la SGM se iba labrando con las agresiones de los unos y las dejaciones (o colaboraciones) de los otros.
Antonio Machado escribió ese mes de septiembre un artículo en la revista Hora de España. En él contraponía la tibieza de las democracias frente a las maniobras fascistas con la actitud de la Unión Soviética: “La gran República de los Soviets va ganando… la simpatía y el amor de los pueblos; porque toda ella está consagrada a mejorar las condiciones de la vida humana y al logro efectivo de un propósito de justicia”.
Mientras tanto la República proseguía su combate con el único apoyo de la URSS, México y las Brigadas Internacionales. Y así a la ofensiva de Brunete, en julio, le siguió la de Zaragoza en agosto; el resultado fue magro, ya que solo sirvió para ensanchar en 1000 km2 el territorio republicano. El libro muestra la opinión de Líster sobre ambas ofensivas, aunque sus análisis no sean de lo más certero.
Los franquistas, por su parte, proseguían con su táctica de bombardeo de las ciudades del Levante (objetivos civiles incluidos) y conseguían en octubre conquistar toda la franja Norte (caída de Asturias) y se preparaban a llevar sus tropas para la toma definitiva de Madrid. Para impedirlo Vicente Rojo, Jefe del Alto Estado Mayor Republicano, lanzará en diciembre de 1937 una ofensiva sobre Teruel que tuvo un buen comienzo, pero que se frustrará en febrero de 1938 al recuperar Franco la ciudad.
De todo esto, y de muchos otros aspectos tocados en el libro (como por ejemplo una sucinta lista de enfermeras internacionales voluntarias), el lector podrá sacar una idea del contexto en el que se libró aquel primer enfrentamiento, heroico, con el fascismo.
-La primera fotorreportera de guerra española fue una poeta anarquista, lesbiana y campeona de atletismo.
Poeta, periodista, campeona de España de lanzamiento de jabalina, la primera mujer en formar parte de la junta directiva de un club de fútbol, reportera de guerra, anarquista, feminista y lesbiana.
Que una persona reúna todas estas características y las desarrolle en una única vida parece imposible. Que existiera de verdad y que a día de hoy sea una figura prácticamente desconocida sorprende aún más. Pero es real. Ana María Martínez Sagi (Barcelona, 1907) fue la escritora que aunó todas estas facetas y que el escritor y columnista Juan Manuel de Prada ha rescatado en una biografía. Para ello ha necesitado más de veinte años de investigación, en los que tuvo la oportunidad de conocer a la protagonista antes de que falleciera en el año 2000.
La autora le entregó toda su obra inédita, tanto en verso como en prosa, con la directriz expresa de que no la publicara hasta que hubieran pasado veinte años de su muerte. Dos décadas después, El derecho a soñar: Vida y obra de Ana María Martínez Sagi (Espasa) recorre su historia desde su nacimiento en el seno de una familia burguesa de derechas a su solitario desenlace, pasando por su éxito durante la Segunda República, su etapa en el frente de la Guerra Civil y su exilio en Francia. “Que alguien que había sido tan destacada en tantos aspectos no figurara en ninguna parte me pareció muy injusto”.
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Foto: Escultura «Sin Memoria no hay futuro». Situada en Fuente Carreteros, Córdoba. Autor: Pepe Balmón.