Cartas desde prisión:
Juan García Martín
A Lama, 3-V-23
… Hacía tiempo que no os escribía, pero como he tenido cambio de cárcel y os mando mi nueva dirección, aprovecho para contaros cómo ha sido la odisea que ha supuesto atravesar la Península de Sur a Norte. Un viaje, que os adelanto, ha sido agotador y doloroso para mis maltrechos huesos y cargado de molestias y algunos sinsabores.
Salí de Puerto III el viernes por la mañana y el autobús de transporte no ha cambiado nada en 15 años, desde la última vez que lo utilicé. Bueno, a los asientos de plástico duro les han puesto unos «cinturones de seguridad» que, ¡oh, sorpresa!, no funcionan, están como soldados al asiento sin poder desplegarse. O sea, que si nos damos una leche… eso, salimos volando… si no fuera porque el cubículo donde vamos es de un metro y algo por metro y medio ¡para dos personas!, y la altura no llega a 1,70 m. poco sitio hay para zarandeos. Además, todo es de hierro y con tubos de refuerzo por lo que de haber un accidente grave, saldrían hierros punzantes y cortantes por todos los lados y nosotros en medio. Del trato de la guardia civil, nada que decir en esta ocasión: correcto y profesional… siempre que no les toques los huevos, claro. Había un chaval cerca de mi ‘jaula’ al que no se le habría la puerta para ir al servicio y se puso a golpearla; los guardias le dijeron que si volvía a hacerlo lo iban a esposar de pies y manos. Por cierto, ya que de ‘jaulas’ hablamos, los de Podemos han aprobado una ley del «Bienestar animal», donde, entre otras cosas, se recogen las condiciones ‘humanas’ para el transporte de los animales; a ver sin nos tienen en cuenta, si hay una próxima, y hacen otra ley donde se ‘humanicen’ las condiciones para el transporte del ‘ganado carcelario’, porque vamos peor que las vacas al matadero.
Dadas las horas que pasamos en el furgón y la falta de costumbre en eso de viajar, lo mejor es dormirse o adormecerse. De todas formas, quise despedirme del paisaje andaluz ya que en primavera esta precioso. Es verdad que abundaba el verde, pero los sembrados de secano se veían muy bajos para la época (aquí el cereal se suele recoger a mediados-finales de mayo). Ahora que parece rentable electoralmente hablar de sequía, cuál no sería mi sorpresa cuando vi que, en lugares tradicionalmente de secano, abundaban los cultivos de regadío; incluso vi que estaban plantando olivos en forma de setos (para abaratar en mano de obra porque permite hacer todas las labores con máquinas) que son, necesariamente, de regadío.
¡Si no hay agua!… ¿O sí la hay, igual que para el turismo, para los cultivos que dan rentabilidad inmediata, aunque no tengan futuro a medio y largo plazo? Me da que lo de que los «fondos buitre» están también invirtiendo en la agricultura intensiva va a ser verdad. Se están cargando los cultivos tradicionales de secano (olivo y vid incluidos) pues, además de su sustitución por otros de regadío, meten mangueras de agua en todos y los están ‘acostumbrando’ a regarlos y, claro, ahora no aguantan un año de sequía y se acaban secando.
Llegamos a Córdoba a la hora de comer… más bien tarde. Sin novedad más allá de «ofrecerme» compartir celda, cosa que me negué y que aceptaron sin más. En lo ‘imprescindible’ que te dejan para pasar la noche, logré tener conmigo la medicación para los ojos (tengo glaucoma y tengo que ponerme dos colirios diariamente) y para los huesos (tengo hernias discales varias). A la mañana siguiente, a viajar por La Mancha, tras atravesar Sierra Morena, hermosa en estas fechas pero sin el ‘salvajismo’ visual que había en otras ocasiones ya que han hecho un nuevo trazado para la autovía que hace que la mayor parte del trayecto lo hagas por túneles… ¡Para que el turisteo llegue pronto a las playas y los camiones de fruta lo hagan a Europa! En La Mancha, aunque en menor medida que Andalucía, se repetía la alternancia secano/regadío… ¡donde no hay agua!
Los disgustos empezaron en Madrid, en la prisión de Valdemoro donde tendría que pasar tres noches, el fin de semana. En ingresos, me dicen que «por protocolo» debo compartir celda con otro preso. Yo empiezo mi ‘paciente’ explicación de que a) tengo derecho a una celda individual y b) que por ‘protocolo’ de preso político llevo 18 años sin compartir celda y que me resultaba imposible, a mis años, cambiar y meterme 3 días con un extraño. Llaman a las ‘autoridades’ y, nada, que era el ‘protocolo’ de Ingresos y que debía compartir celda; como último recurso echo mano de sus propias leyes y les enseño la notificación escrita en la que dice que, como FIES («Interno de Especial Seguimiento») «Estará solo en una celda. Nunca compartirá celda con otro interno». Todo inútil y, a pesar de haber celdas vacías y sin buscar otra alternativa, su ‘protocolo’ dio con mis maltrechos huesos en aislamiento total. Allí pasé tres noches, sin poder ducharme ni cambiarme de ropa, sin nada de nada. Por las mañanas venían a preguntar si quería compartir celda y, ante mi negativa, reiteraban el aislamiento; se ve que yo no estaba «maduro». Ya vemos la «mejoría» que han introducido en sus cárceles el «Gobierno más democrático de la historia»: Ahora ya no dicen «Son las normas» para machacarte, ahora han estudiado sociología y dicen «Por protocolo». Otra consecuencia de mi aislamiento en Valdemoro ha sido que ahora tengo 3 sanciones «graves» (¿?) pendientes; si llego a estar más días o se les ocurre preguntar mañana y tarde… ¡absurdos esos ‘protocolos’!
El martes salí para León. Allí, sin problemas con los ‘protocolos’, pero seguía sin poder ducharme o afeitarme. Tras otra noche, el miércoles llegué a esta prisión (sin especiales problemas); no quise preguntar pero supongo que a los funcionarios que me cachearon debí olerles a cabra montesa.
Tras tantos años en cárceles gaditanas (5 en Puerto I y 13 en Puerto III), el ambiente de una cárcel gallega se me hace extraño por diferente, a pesar de que el módulo donde me han metido, el 11, viene a ser el equivalente al ‘conflictivo’ módulo 1 de Puerto III donde estaba (gente ‘apátrida’ porque no los quieren en otros módulos). Lo absurdo es que nos tienen separados a los 3 presos políticos que aquí estamos, Ignacio Varela, Israel Torralba y yo (a Victoria Gómez no la cuento en esto de estar juntos); y más absurdo todavía cuando Nacho y yo hemos estado 9 meses juntos en el mismo módulo sin que del cielo cayeran rayos y centellas. ¿Será que habrá por ahí algún ‘protocolo’ específico del que no me he enterado?
¿Cuál puede ser la moraleja de este cuento real como la vida misma? Más allá de las malas condiciones del transporte del ‘ganado carcelario’, de la presencia de fondos buitre en los campos andaluces o de quienes tienen ‘protocolo’ en lugar de cerebro, quiero salir al paso de esos que dicen «es que los comunistas son muy duros». No, somos tan ‘duros’ como cualquier trabajador, nacemos iguales y mamamos la misma leche de explotación y opresión que en su día nos llevó a abrazar la causa de la Revolución Socialista. Lo que sí es verdad es que a los comunistas nos ‘endurecen’ con la represión, con la persecución, con la vida clandestina que nos obligar a llevar, con la tortura o la cárcel y con los dichosos ‘protocolos’. Por mi parte, tras este traslado, lo único que puedo decir es que me han ‘endurecido’ un poquito más.
Sin más por ésta. Un fuerte abrazo y… cuidaros.
Juan