Luchas obreras rescatadas del olvido.
Agenda
EEUU -1936-
-El paro de brazos caídos de Flint
A finales de diciembre de 1936 los paros de brazos caídos se habían extendido a casi toda la industria automovilística. Si la de General Motors (GM) de Flint pasó a la historia fue porque estos obreros se enfrentaban a la compañía, a la dirección de su sindicato, a la policía, a los matones contratados por la empresa… y obtuvieron una gran victoria.
Parte de los huelguistas de Flint permanecía en la fábrica ocupada, mientras que el resto organizaba manifestaciones por la ciudad recabando la solidaridad. La empresa dejó sin calefacción a la fábrica e impidió la entrada de cualquier tipo de alimentos. Los obreros respondieron arrojando agua con las mangueras de incendio sobre la policía y los matones, mientras que los huelguistas del exterior, apoyados por miles de solidarios se enfrentaron a ellos, derrotando a las fuerzas represivas, en una batalla que se conoce como la de los “Toros Corredores”.
Al día siguiente de la batalla, todas las carreteras que conducían a Flint estaban atestadas de obreros y, desde diversos puntos, acudían para apoyar a los huelguistas que defendían “el derecho de los trabajadores a organizarse”.
En la fábrica, los obreros habían “despedido” a los capataces, de la misma forma que ellos despedían a los trabajadores: “¡Ya les avisaremos cuando puedan volver!”.
Las mujeres formaron una Brigada de Emergencia que organizaba mítines, piquetes y preparaba a grupos de ellas para enfrentarse a la policía.
Los huelguistas se mantuvieron firmes incluso cuando el gobernador Murphy llamó a las tropas para acabar con la situación. Ante esa amenaza, los huelguistas le respondieron por escrito: “Hemos decidido permanecer en la planta. No somos ilusos y sabemos los sacrificios que esta decisión entraña. No tenemos ninguna duda de que si se emprende alguna acción violenta contra nosotros,muchos resultaremos muertos, así que elegimos este medio para dar a conocer a nuestras esposas, a nuestros hijos, al pueblo del Estado de Michigan y al país en general que si ese es el resultado del intento de expulsarnos, es a usted (el gobernador, Murphy) a quien habrá que hacer responsable de nuestras muertes”.
Finalmente, a mediados de febrero, la GM cedió y admitió que los obreros pudieran ejercer su derecho a organizarse.