Memoria histórica imprescindible:
-Guerra sucia y terrorismo de Estado: el atentado contra Ángel Pestaña (25-8-1922)
El origen de este trabajo es una charla pronunciada en Manresa en 2022 con motivo del centenario del suceso, en que sindicatos de la CNT y la CGT de la comarca rindieron homenaje al militante cenetista Ángel Pestaña, colocando una placa conmemorativa en la calle Cantarell. Fue una buena oportunidad para conocer el escenario de los hechos, profundizar en el análisis de los acontecimientos y calibrar mejor sus consecuencias políticas tanto a escala española como local.
Para ello fue fundamental, de un lado, la aportación del historiador local Lluc Canó en el folleto impreso para la ocasión titulado Sobre l’atemptat en contra d’Ángel Pestaña. Manresa, 25 d’agost de 1922 (Manresa: Centre d’Estudis Ramona Berni, Grup de Memòria Històrica i Llibertària del Bages), donde muestra con todo detalle la geografía manresana y la ruta recorrida por los actores del drama. De otro, la lectura de la prensa de la época, que ofrece los testimonios de los protagonistas en los juicios y vistas celebrados posteriormente. Las diversas cabeceras que los incluyen permiten comparar los textos y corregir las imprecisiones que a menudo contienen las transcripciones de este tipo de crónicas. Lo cual no significa, a la espera de localizar los expedientes judiciales de los encausados, que algunas veces no debamos movernos dentro del rango de la hipótesis, como sucede en la mayoría de crímenes sociales de la época.
EN EL PUNTO DE MIRA
Tras instalarse en Barcelona procedente de Argel, en 1914, Ángel Pestaña Núñez (Santo Tomás de las Ollas, Ponferrada, 1886 – Barcelona, 1937) se convirtió en pocos meses en alguien muy conocido entre las clases populares de la ciudad. Destacó en los debates en boga sobre sindicalismo y anarquismo, lo mismo que en mítines y conferencias de la CNT, de la que pronto sería uno de sus mejores organizadores. No fue casual. Era un tipo inteligente, conocía bien los problemas y las inquietudes de aquella gente y acumulaba experiencia en el sindicalismo y en el anarquismo desde sus años de residencia en Bilbao, a comienzos de siglo, cuando sólo era un muchacho. En la capital vizcaína tuvo también la oportunidad de conocer a fondo el sindicalismo socialista. No en vano, en 1916 lo encontramos en Madrid junto a Salvador Seguí (a) El Noi del Sucre, negociando la colaboración CNT/UGT, y allí conoce a Pablo Iglesias y otros líderes socialistas.
En marzo de 1917 fue elegido secretario de la Regional catalana confederal. Y en otoño, tras un escándalo de financiación de Solidaridad Obrera por parte del servicio de espionaje alemán, una comisión reunida para poner remedio al asunto lo nombró director del periódico, decisión ratificada en el Congreso de Sants a finales de junio de 1918. El día 9 de ese mes Pestaña había emprendido desde sus páginas una valiente campaña contra el comisario local de policía de Barcelona, Manuel Brabo-Portillo, acusándolo de ser un espía de los alemanes. El escándalo llevó a la cárcel a este oscuro personaje, al tiempo que el contraataque devolvía el prestigio perdido a la cabecera confederal catalana. La otra cara de la moneda es que, desde entonces, en el apogeo de su popularidad, el relojero leonés tuvo que dotarse de escolta.
Comenzaba entonces el fenómeno del Pistolerismo (1917-1923), en una coyuntura marcada por el fracaso de la huelga general de agosto de 1917, colofón de la referida colaboración CNT/UGT; la influencia de la Revolución Soviética, y el desarrollo del espionaje en Barcelona por parte de las potencias beligerantes en la I Guerra Mundial. Desde la segunda mitad de 1918 la violencia se generalizó y alcanzó objetivos cada vez de mayor rango. Barcelona entró en permanente estado de excepción desde enero de 1919 hasta abril de 1922, lo que se tradujo en sindicatos cerrados, clausura de prensa obrera y prisiones a rebosar…
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-Doce víctimas de la represión franquista arrojadas a una fosa ‘caliente’ en Tembleque, Toledo, recuperan su nombre y dignidad.
17 asesinados. De los cuerpos de la mujer y el niño asesinados y localizados, no hay datos.
Durante los trabajos de exhumación, impulsados por la Asociación Manuel Azaña, se localizaban otros cinco cuerpos más, uno de ellos correspondiente a una mujer y otro a un niño, de los que no se tienen datos.
Identificar y devolver la dignidad a cerca de una veintena de víctimas de la represión franquista en la localidad toledana de Tembleque, asesinados tras el interrogatorio y arrojados a una fosa común del cementerio municipal, era el objetivo principal del proyecto impulsado por la Asociación Manuel Azaña. Una iniciativa que ha culminado tras meses de trabajo con la localización de diecisiete cuerpos y la identificación de doce de ellos, que hasta ahora habían permanecido sumidos en el ‘olvido’ en la conocida como la fosa de abril de 1939.
Un mecanismo de «marginación y olvido» que, sin embargo, no pudo con la tradición oral de la localidad, gracias a la cual se mantuvo vivo el ‘secreto’ de la ubicación de esta fosa común a la que fueron arrojados «en caliente» estos vecinos de la localidad al terminar la Guerra Civil como ejercicio de represión ideológica franquista.
Y es que, explican desde la asociación, las víctimas allí enterradas fueron asesinadas durante el interrogatorio y la toma de declaración llevada a cabo en la cárcel de Tembleque, después de recibir maltratos y torturas para que se auto inculparan de lo que había sucedido en la localidad manchega desde 1934 hasta el final de la Guerra Civil.
Un lugar que el empeño de los familiares consiguió preservar y conseguir la cesión en propiedad, por parte del Ayuntamiento, contando con el acuerdo unánime del pleno del 26 de julio de 1977. Ese mismo año construían e inauguraban un mausoleo en honor a sus familiares asesinados en la cárcel en abril de 1939.
Se ha posibilitado el hallazgo de siete depósitos diferenciados en los que se han localizado un total de diecisiete cuerpos.
Uno de ellos situado por encima del resto, correspondiente a una reinhumación realizada en 1977, explican desde la asociación. Cuerpo correspondiente a José María García Romero, conocido como ‘Tres Dedos’, quien habría muerto -tal y como han corroborado testimonios orales y familiares, así el patrón de las fracturas documentadas- en unas circunstancias específicas, por lo que su identificación antropológica es de alta probabilidad.
Asimismo, se localizaban en uno de los depósitos el cuerpo de una mujer, de la cual no se dispone información alguna, y en otro se han individuado los restos de un niño.
Con muestras de ADN o pruebas complementarias se ha conseguido identificar catorce de los diecisiete cuerpos exhumados en la fosa.
Seis de ellos mediante pruebas de ADN: Baltasar Fernández Villacañas, Pablo Rodelgo Ocaña, Jesús Sánchez Tornero Rodelgo, José Delgado Martínez, Baltasar Ocaña Gómez y Ángel González Arribas. A otro, José María García Romero, por su especificidad dentro de la fosa; y a otras tres víctimas mediante análisis histórico y antropológico, también con alta probabilidad: Miguel de las Heras Calvo, Vicente Hellín Rodríguez y Prudencio Téllez Martín.
Junto a ellos se ha identificado con moderada probabilidad, mediante concordancias históricas, arqueológicas y antropológicas a Juan José Sánchez-Altomuro Rabadán y a Miguel Patiño Molina.
En Público.
-Robo de bebés en el Estado español: pequeña síntesis y una urgente interpelación antifascista.
Por puro antifascismo, que no se nos olvide que esta lucha también es nuestra.
El lluvioso 23 de octubre de 2022 sucedió algo importante. No fue ni mucho menos la única vez, pero sí la última a nivel estatal. Un reguero de mujeres invisibilizadas (que no invisibles), mayoritariamente de 50 a 80 años, tomaron la calle, osando ocupar un espacio público, una palabra y una rabia históricamente vetadas a ese segmento de la población denominado ‘señoras’. Sentadas por los achaques o erguidas como estacas, todas, empuñaron su digna pancarta reclamando algo muy concreto, lógico, obvio: saber dónde están sus hijas, sus sobrinas, sus hermanos, sus madres. Ni la biología ni los años perdonan, y esa búsqueda que se torna envenenada herencia se traspasa de madres a hijos, de hermanas a sobrinas, trauma heredado que bien conocemos que nos corroe de pena y rabia desde el 36; ese patrimonio bien español que nos dejó una, grande y libre, el del “dónde demonios están los nuestros”, mientras la impunidad, en su flamante ‘democracia’, sigue campando a sus anchas.
Esa retorcida patria que, para ser, sembró el territorio de desaparecidos, vivos y muertos.
Desde 1936 hasta finales de 1990, que se tenga constancia, en el Estado español se produjo la desaparición forzada y sistemática de niñas y niños en cárceles, maternidades y hospitales para ser dados a familias adeptas al régimen y ‘de bien’. Todo un reguero de engaños y falsos “su hija/o ha muerto”, “márchese a casa, mejor que no la vea” y “ya la hemos enterrado (y bautizado)” cayeron como losas durante décadas por toda la geografía en hogares obreros. A otras les dejaron ver el cadáver de un ser humano que más tarde supieron que no salió de sus entrañas, en un inhumano reciclaje de pequeños cuerpos muertos. De seres humanos. Y a muchas de las más jóvenes y quizá menos domesticadas, se los quitaron abiertamente por putas y requeteputas en el cerramiento misógino por excelencia: el Patronato de la Mujer. Este siniestro modus operandi, hoy en día, todavía no ha podido ser cuantificado, pero se intuye inmenso. Mientras tanto, el Estado y la santa Iglesia católica, apostólica y romana, brazos ejecutores (o si la Audiencia Nacional prefiere, presuntos siempre), se yerguen y saben impunes. Siempre lo fueron. La cuestión es hasta cuándo.
*Arqueología del robo de bebés: misoginia en vena por la gracia de Dios
Si algo significó la II República, fue, entre otros ejes, un intento liberal de separación Iglesia-Estado y una incipiente institucionalización de la emancipación social de las mujeres que ya se respiraba. No fue casual, por tanto, el brutal embiste nacionalcatólico misógino. Durante la guerra y dura posguerra de hambre y muerte al gen rojo, alardeaban, con su dios en la mano, de una represión política sistemática y de exterminio en sus cruzadas.
Las mujeres anarquistas y republicanas enjauladas fueron las primeras sobre las que se aplicó las tesis eugenésicas de ‘ruptura familiar’ para ‘descontaminar’ a sus hijos/as de la peor de las pestes: el comunismo. Al contrario que sus grandes colegas nazis, el fascismo español no apostó por la exterminación directa de la infancia de los vencidos, sino por su reeducación en familias de bien, estas son: muy mucho españolas, de pura raza, adeptas al régimen, con ‘posibles’ y, por supuesto, católicas.
Así pues, la década de los 40, envalentonados por el contexto europeo de los fascismos y las tesis eugenésicas, supuso para miles de presas políticas la brutalidad de la desaparición de sus hijas/os y la certeza o la intuición de dónde iban a parar, sin olvidar que muchos de los embarazos en las cárceles franquistas fueron producto de la atroz violencia sexual que desde bien temprano Queipó de Llano berreaba desde las ondas como arma de guerra y de terror contra las mujeres antifascistas. Se inicia así el proceso de institucionalización y apuntalamiento de una única forma de ser mujer, amputada, sumisa, devota y franquista, desempolvando cilicios y brutales disciplinamientos, así como la puesta en marcha de toda la maquinaria burócrata fascista para ocultar y ‘legalizar’ la apropiación forzada de todos estos niños/as…
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