Luchas obreras rescatadas del olvido
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Francia -Mayo 1968-
Tras una década de “prosperidad”, la situación económica en Francia se deterioraba y los trabajadores sufrían sus consecuencias. Del casi pleno empleo se pasó en 1968 a medio millón de parados, mientras que dos millones de obreros percibían el salario mínimo. A esa situación económico-social se le unía un gran rechazo popular al gobierno encabezado por De Gaulle, rechazo que se arrastraba desde la guerra de independencia en Argelia y la criminal actuación del ejército francés en ella. Y aunque los crímenes allí cometidos eran silenciados, no podían hacer lo mismo con los cometidos en la propia metrópoli. En 1961, una manifestación de trabajadores argelinos en París, fue reprimida de tal manera que acabó con 200 manifestantes muertos, algunos de cuyos cadáveres fueron arrojados al Sena. Un año después, tras una manifestación, murieron nueve trabajadores en una estación de metro. Entre 1966 y 67 nacieron diferentes Comités de apoyo a la guerra de liberación del pueblo vietnamita que convocaban manifestaciones anti-imperialistas. Durante esos años se sucedían las huelgas, se ocupaban fábricas y centros de trabajo, mientras que el sindicato CGT perdía influencia entre los trabajadores.
Ese ambiente es el que facilitó el llamado “Mayo francés”. En Nanterre, un barrio de la periferia parisina, plagado de infraviviendas, se alzaba una universidad en la que muchos estudiantes eran hijos de trabajadores. Allí surgieron las primeras chispas de la revuelta. Los estudiantes se encerraron en la universidad y anunciaron el boicot a los exámenes; se produjeron cargas y enfrentamientos con la policía y la detención de numerosos estudiantes; el resto se dirigió al barrio Latino, levantaron barricadas y ocuparon La Sorbona. El 14 de mayo los obreros de Renault de diversas ciudades ocuparon sus fábricas, movimiento que se extendió a otras muchas ramas de la industria, de la minería y los servicios públicos. Diez millones de trabajadores estaban en huelga. Toda Francia estaba paralizada. El secretario general de la CGT declaró que: “Toda consigna irresponsable, aventurera y provocadora que apele a la insurrección solo sirve para hacer el juego al gobierno y a la patronal”.
El 16 de mayo varios miles de estudiantes, se dirigieron a la fábrica de Renault, a las afueras de París y, allí, junto a los obreros que la ocupaban, cantaron La Internacional.
A finales de mayo el gobierno aceptó negociar. Los representantes sindicales acordaron un incremento salarial del 35%. La mayor parte de los trabajadores rechazaron el acuerdo.
Pero la labor de zapa de los revisionistas del PCF y de la CGT, junto a la represión (De Gaulle decretó la disolución e ilegalización de todos los grupos “izquierdistas”) comenzaba a dar sus frutos. El ministro del Interior amnistió a 50 exmilitares condenados por asesinato y pertenecientes a la OAS (organización que practicaba la guerra sucia en Argelia) con el objetivo de crear grupos de “acción ciudadana” contra los “elementos incontrolados”. Poco a poco los obreros se incorporaron a sus puestos de trabajo y los estudiantes a sus centros. En las elecciones generales celebradas inmediatamente, tanto el PCF como el PS perdieron buena parte de sus escaños.