Lecturas necesarias:
-El precio de la infancia.
De Modesto Caballero Ramos.
Edición 2016.
La bahía de Nipe, larga y ancha, debía verse desde el lomo plumífero de un guincho como si fuera una gran mancha de leche, adornada con sus tantas ensenadas y manglares verdes. Al menos, así pensaba Nelsito, desde su punto de observación, en lo más alto del promontorio, donde cada tarde iba a sentarse solitario a contemplar la espléndida extensión de agua salada; que bien conocía y de la que su padre, Ricardo el Pescador, le contaba historias.
Por caprichos de la vida, el mar abierto se había comido aquel gran pedazo de tierra y había vaciado allí sus aguas desde antes de que el abuelo corriera por sus manglares. Lo sabía porque cuando él nació, ya la bahía estaba allí. Su hermano Ricardito le contó que el día en que vino al mundo, se encontraba sentado en la parte de abajo de una de las dos cuarterías que allí había, donde vivían en ese tiempo, en un lugar llamado Playa Manteca, a una legua de donde lo hacían ahora, aquí en Guanina Way.
Le dijo que escuchó su llanto, pero como a los muchachos no lo dejaban estar dentro de las casas cuando alguna mujer iba a parir, él se había quedado allí, solo, a esperar a que lo llamaran para conocer a su hermanito o hermanita, eso se sabía solamente después del parto.
Esperaba que en esta nueva oportunidad no sucediera lo ocurrido con el parto anterior de su madre, cuando su hermanito nació muerto. Era un niño grande y hermoso, pero el cordón umbilical se le enredó en el cuello. Fue muy triste y todos lloraron mucho. Él tenía solamente un lejano recuerdo de aquel suceso porque apenas si tenía dos años de edad. Recordaba que un rato después el padre bajó las escaleras. Llevaba un balde en la mano.
Lo siguió en silencio hasta la orilla de la bahía. Lo vio escarbar con las manos en la arena, vaciar en el hueco abierto el contenido de la vasija y lavarla luego con agua del mar antes de regresar a la casa.
Por eso él sabía que la bahía ya estaba allí cuando su mamá lo parió hacía siete años. Quizás sería por eso que la mayor parte del tiempo se la pasaba en el mar; o bien remando en la chalana de cualquier pescador; nadando de un lado para otro, o encaramado en los patabanes y los mangles rojos o negros, comiendo ostiones.
Si no, como ahora, sentado allí, pensando en las cosas que le venían a la cabeza. ¡Tan distintas a las que a diario se veía envuelto!, rodeado por los muchachos del barrio, entre ellos, sus numerosos primos.
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–https://drive.google.com/file/d/1sss4m35ggf20jDTt4jfhJ_aDe2YYzLyN/view?ts=653fa641&pli=1
*Modesto Caballero Ramos. Nació en Cuba en 1948.
Poeta. Licenciado en Ciencias Penales y teniente coronel del Ministerio del Interior. Graduado del segundo curso-taller Historia y práctica de la creación poética del Centro Cultural Dulce María Loynaz, en el 2006. Corresponsal de prensa y director del Taller literario Majadahonda, adjunto a la Casa de la Poesía del Historiador de la Ciudad de La Habana, vicepresidente del Grupo Ala Décima y subdirector de su sitio web Cuba Ala Décima. Es promotor cultural y ha participado como jurado en diversos certámenes de poesía. Ha escrito más de 15 libros.