Luchas obreras rescatadas del olvido
Agenda
Egipto -2006 ⁄ 2007-
La lucha del Proletariado de Mahalla
A finales de 2006, el joven proletariado de la ciudad de Al-Mahalla iniciaba una serie de luchas obreras que pusieron contra las cuerdas al gobierno pro-imperialista de Mubarak. El 7 de diciembre, el proletariado femenino de la fábrica textil de Mahalla ―en ella trabajaban más de 27.000 obreros― se declaraba en huelga contra los bajos salarios y el empobrecimiento que suponía la creciente inflación. 3.000 obreras ocuparon la fábrica y lanzaron un llamamiento a sus compañeros para que arrojasen las herramientas de trabajo y se unieran a la lucha al grito unísono de “¿Dónde están los hombres? ¡Aquí estamos las mujeres!” Los hombres siguieron el ejemplo y entonces la fábrica paralizó su producción totalmente. Tres días de huelga y ocupación de la fábrica, resistiendo contra la intimidación de la seguridad privada y la policía, sirvieron para que los obreros textiles conquistaran una victoria rotunda. Esta victoria no hizo más que animar a otros sectores obreros a lanzarse a la lucha por sus derechos: los ferroviarios y las dos fábricas de cemento de Helwan se sumaron al movimiento huelguístico.
La lucha obrera no tardó en aparecer en escena otra vez. La conciencia de los obreros textiles seguía un desarrollo rápido que se transformaba en una organización independiente fuerte y avanzada. Así, el 23 de septiembre del año siguiente 10.000 trabajadores ocuparon de nuevo la fábrica textil de Mahalla denunciando los bajos salarios que les condenaban a la miseria, los abusos de la dirección, la corrupción sistemática y los incumplimientos de las promesas que el gobierno les había hecho el año anterior. En definitiva, exigían el cese del director corrupto y sus compinches y una mejora en las condiciones laborales y de seguridad. El régimen envió a un batallón policial para rodear y asediar la fábrica, pero sus intentos resultaron fracasados dada la fuerte organización obrera y la superioridad numérica del proletariado. Además, el sindicato vertical fue en todo momento maniatado por los trabajadores, llegando incluso a golpear a varios de sus dirigentes que acudieron a la fábrica a tratar de calmar los ánimos. Un periodista egipcio relataba que “el estúpido responsable del Comité Sindical de Fábrica (…) fue arrastrado. Los trabajadores casi le matan, en serio, no estoy haciendo un chiste”.
Al margen del “sindicalismo” del régimen, los obreros tomaron todas sus decisiones importantes en asamblea y eligieron democráticamente a la comisión de delegados, encargada de las tareas de negociación. Cinco de estos dirigentes fueron detenidos, pero la presión del vasto movimiento obrero obligó a la policía a liberarlos. Al mismo tiempo, la lucha traspasaba los estrechos márgenes de lo económico para fundirse con reivindicaciones de tipo político, como el derecho a la huelga, las libertades sindicales y la lucha antiimperialista: durante las manifestaciones las consignas más recurrentes eran “¡No seremos gobernados por el Banco Mundial! ¡No seremos dominados por el colonialismo!” Miles de obreros de Shoubra, Tenth of Ramadan City, Suez, Bejeira, Mansoura y Port Said organizaron colectas y manifestaciones en sus ciudades en solidaridad con Mahalla y los obreros textiles de Kafr Al-Dawwar declaraban huelgas solidarias parciales. El gobierno se vio impotente ante el movimiento obrero independiente y tuvo que capitular completamente, aceptando todas y cada una de las demandas de los obreros. Entre estas destacan que los costes de la huelga se sufragaron directamente por la empresa y la anulación de cualquier sanción o procedimiento disciplinario contra los huelguistas. Los obreros textiles de Mahalla cosecharon otra victoria e impusieron el derecho a huelga y sus propios métodos de lucha.