Carta de Pablo Hasél recomendando el libro «Cómo actuaban los bolcheviques en la clandestinidad», de L. Krasin, A.Yenukidze y otros. Descarga.

Foto de Pablo Hasél.

Cartas desde prisión:

-Pablo Hasél.

C.P. Ponent, febrero 2024

RESEÑA DE UN LIBRO RECOMENDABLE

Recientemente he leído «Cómo actuaban los bolcheviques en la clandestinidad» [1] , una interesante recopilación de textos escritos por varios militantes comunistas bolcheviques plasmando sus experiencias. Principalmente abarca los años previos al primer intento de Revolución de 1905. Narran el trabajo ilegal que desplegaron, centrándose estos en la impresión clandestina de la prensa revolucionaria y de folletos de agitación y propaganda, la distribución de esta y la recaudación de fondos (aunque no alude a las expropiaciones que realizaron en algunos periodos).

Con un gran ejemplo de esfuerzo e ingenio, comentan cómo superaban las numerosas dificultades por la escasez y precariedad de medios o la represión que les causaba constantes caídas. La ocultación de las imprentas, uno de los aparatos más codiciados por la policía de la autocracia, les exigía todo tipo de obras, trucos y teatros para no ser descubiertos. Además del arduo trabajo que sobre todo suponía en aquella época la impresión de tal cantidad de escritos o las condiciones de los escondites: «En aquel entonces había empezado ya la guerra ruso japonesa y teníamos que hacer muchas hojas sobre la misma. Sólo para el Primero de Mayo, el Comité Central nos había encargado más de 200.000 hojas para mandarlas a los distintos Comités del Partido. Decidimos terminar todos los trabajos urgentes del Primero de Mayo, cuando la mayoría del proletariado celebraba ese día, nosotros desde primera hora de la mañana nos poníamos a abrir una gran brecha desde nuestra habitación al nuevo local. Perforar una pared de piedra resultaba un trabajo muy pesado para unos albañiles tan inexpertos. Pero, gracias a la energía extraordinaria que desplegamos y a nuestra tenacidad, a medio día pudimos penetrar en el nuevo local…». [2]

También aborda un breve periodo en los albores de la insurrección de 1905, durante el cual el zarismo se vio obligado a ceder algunas libertades ante la vorágine de revueltas y huelgas. Esto provocó que muchos militantes se hicieran ilusiones legalistas creyendo que la lucha ilegal era cosa del pasado. Sin embargo, militantes de la imprenta clandestina dejaban claro que: «Al apreciar dichos acontecimientos llegábamos a la conclusión de que esas «libertades» eran inconsistentes y que probablemente nos veríamos obligados a actuar nuevamente como un año atrás». (…) «Me acuerdo muy bien de que el compañero Lenin serio de los camaradas que se entusiasmaban con las «libertades» de Octubre y se imaginaban que la «libertad» de imprenta estaba tan garantizada que no tendríamos más la necesidad de amurallar a la gente en los sótanos. Sin embargo, la mayoría del Comité Central decidió liquidar nuestra imprenta de Bakú y trasladó a Petersburgo a todos los compañeros que trabajaban en la misma para que lo hicieran en la gran imprenta legal que proyectaban los bolcheviques.» [3]

Pero pese al aumento del trabajo legal que aprovecharon para fortalecerse y ganar influencia, continuaban preparando el levantamiento armado que no tardaría en producirse: «Recorrí libremente la ciudad con otros compañeros, armados todos nosotros de pistolas máuseres, compramos balas sin ninguna dificultad e hicimos prácticas de tiro. En el domicilio de Gorki celebramos una reunión de la Organización de Combate, en la cual se presentaron nuevos tipos de granadas de mano». [4]

En cuanto al transporte de la propaganda -mucha proveniente del exilio- por la vasta y angosta geografía, recurrían a astutas argucias contrabandistas para que los agentes del zarismo no la detectaran. Sobre la financiación, explican cómo además de realizar actos recaudatorios y vender literatura, aprovechaban el enorme rechazo al régimen para obtener fondos incluso de burgueses contrarios a este. Con alguna anécdota sorprendente: «Artsibuchov era un hombre honradísimo y bondadoso. A pesar de su vejez no abandonaba la actividad revolucionaria. Todo su tiempo y todos sus recursos, excepto los más necesarios para llevar una existencia modesta, los consagraba a la revolución. Su casa estaba siempre abierta a todo el mundo. En su juventud, cuando todavía era un gran terrateniente, había dado toda la tierra a los campesinos y se había ido a recorrer las aldeas para propagar las ideas revolucionarias. Dos veces fue deportado a Siberia y durante la segunda empezó a estudiar El Capital. Desde entonces no lo dejó más y cada vez que le metían en la cárcel -lo cual sucedía con frecuencia- reanudaba el estudio de dicha obra». [5]

Además, inciden en cuestiones sobre cómo afrontar la represión con firmeza en una época en la que muchos abandonaron cuando llegó el reflujo y el aumento de encarcelamientos, la oportunidad de los juicios políticos para realizar- agitación o las redes de contactos. Es un enaltecimiento de la resistencia porque constantemente deja la conclusión de que merece la pena: «A pesar de que corríamos a cada momento el riesgo de ser detenidos, no se pensaba en las consecuencias de la detención; todos los pensamientos se concentraban en el deseo de imprimir la mayor cantidad posible de trabajos, proclamas, hojas y, sobre todo, La Lucha«. [6]

Sirva este resumen para recomendar uno de los mejores libros que he leído acerca del trabajo bolchevique que tantas conquistas y enseñanzas nos legó.

[1] Cómo actuaban los bolcheviques en la clandestinidad. L. Krasin, A. Yenukidze y otros. Ediciones Mnemosyne.

[2] Pág. 43.

[3] Pág. 52.

[4] Pág. 53.

[5] Pág. 101.

[6] Pág.106. La Lucha era un periódico de la época.

Portada libro.

Lecturas imprescindibles:

-Cómo actuaban los bolcheviques en la clandestinidad.

L. Krasin, A.Yenukidze y otros.

Uno de los rasgos diferenciales del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) respecto del resto de partidos obreros, aun antes de existir formalmente la fracción revolucionaria bolchevique, fue su temprana y sistemática experiencia clandestina.

En las condiciones de la autocracia zarista –un régimen incapaz de asumir la participación de las masas en la esfera pública– cualquier actividad política de oposición debía desarrollarse, necesariamente, bajo tierra. Esta certeza acompañó siempre las posiciones de los diferentes partidos subversivos rusos, pero muy especialmente las del bolchevismo, verdadera síntesis y único heredero de tales tradiciones revolucionarias.

Su ejemplo particular, asimismo, constituyó una experiencia de lecciones universales que luego orientó el necesario trabajo ilegal de los Partidos Comunistas en cuanto secciones de la Internacional Comunista, cuyos proyectos revolucionarios no podían satisfacerse en el marco legal impuesto por la burguesía.

Puede pensarse que estas experiencias pertenecen a otra época. Nuestra editorial considera que, al contrario –y por desgracia–, la clase obrera ha olvidado, espoleada por el oportunismo, sus tradiciones revolucionarias. Pero debe recordarlas y actualizarlas si quiere imponer su dictadura revolucionaria. Es por ello que queremos traer al presente esas tradiciones, y que las publicamos en la colección COMUNISTA y no en la colección MEMORIAS: no se trata sólo de un compendio de recuerdos subjetivos de los autores, sino de la exposición, bastante sistemática, de la práctica ilegal del marxismo revolucionario ruso.

1932. 165 páginas. Reedición 2023.

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